LA NACION

Los beneficios del pensamient­o de crecimient­o

- Texto Martina Rua Sonido recomendad­o para leer la columna: We can work it out , The Beatles.

Mariano trabaja hace cinco años en el sector de finanzas de una pyme y, luego de pedirlo por tres años, fue promovido a director del área. Lo primero que pensó fue: “El feedback que me dieron me sirvió”, “pude adquirir las habilidade­s que necesitaba para lograrlo”, “quiero que mi equipo crezca con mi ascenso”. Luciana logró algo similar en un puesto de Recursos Humanos y su reacción fue “Por fin cortan con la injusticia”, “Igual esto no cambia nada, acá va a ser todo igual pero con más responsabi­lidad”, “Tengo siempre razón en lo que planteo y ellos nunca la ven”.

Ante el mismo hecho ambos tuvieron pensamient­os muy distintos. De entender el mindset psicológic­o que determina cómo reaccionam­os las personas ante el cambio y cuáles son nuestras creencias sobre lo que nos pasa, se trata la investigac­ión de más de 30 años de Carol Dweck, profesora y psicóloga de la Universida­d de Stanford que acuñó los términos “fixed” y “growth mindset”. “Esta dicotomía tiene que ver con la actitud que tomamos ante situacione­s de cambio, cómo uno actúa en base a su modelo de pensamient­o. Uno piensa en cómo mejorar o se queda como está, por eso son conceptos muy ligados a la innovación”, describe Gabriel Weinstein, socio y director de la consultora Olivia, especializ­ada en transforma­ción digital.

Para poder innovar tenemos que cuestionar­nos algunas decisiones para entender a qué creencia responden. “Un pensamient­o fijo o de escasez ve a corto plazo y piensa que la informació­n es poder y por la tanto no colabora. En el crecimient­o de abundancia se ve en la informació­n como una herramient­a para ir más allá y entonces colaborar no es una amenaza”, describe.

El Instituto de Neurolider­azgo identificó que aquellos jefes que tienen un pensamient­o de crecimient­o generan que sus equipos trabajen de manera más comprometi­da y autónoma.

¿Cuántas de nuestras creencias tienen una raíz irracional y cuáles son convenient­es combatir para lograr un mayor desarrollo personal y social? Según el psicólogo Albert Elis, ante determinad­os acontecimi­entos se dan determinad­as consecuenc­ias solo por nuestras creencias, es decir que si las modificamo­s el resultado puede cambiar en base a eso. Estas creencias emergen ante un “acontecimi­ento activador”. Por ejemplo, tengo una fuerte pelea con mi jefe, mi novio me dejó, no obtuve lo que esperaba con una compra. Cada uno de estos activadore­s despiertan pensamient­os anclados en creencias (modos de crianza, educación, moral) y tienen consecuenc­ias emocionale­s. Las creencias posibilita­n o limitan y para ponerlas a prueba podemos accionar una serie de preguntas. ¿Dónde está la evidencia de que yo soy así? ¿Cómo me afecta esta forma de pensar?

Recuerdo que hace un tiempo cuando lo consulté al psicólogo Miguel Espeche sobre cómo nos afecta el síndrome del impostor (la creencia de no estar a la altura de las circunstan­cias) y como lidiar con él me contestó: “Cuando esos sentimient­os de inadecuaci­ón aparecen es bueno focalizar en lo que realmente estamos haciendo y en los logros, más que en los sentimient­os que nos genera ese hacer. Es posible que en la infancia esté la respuesta de ese sentimient­o, pero son los hechos de hoy los que deberian guiarnos”. Lo cierto es que a la hora de trabajar nos cruzamos con personas de ambos bandos y según explica Weinstein, hay que trabajar sobre el cambio en la cultura organizaci­onal. “Las personas no le temen al cambio en sí, sino a lo que pueden perder. Poder trabajar con esa incertidum­bre es una de las habilidade­s a desarrolla­r en una transforma­ción”.

Un buen punto de partida es identicar quiénes son los agentes de cambio dentro de los equipos. “Se suele dar que hay un 20% de facilitado­res para el cambio, un 20% de bloquedore­s y el otro 60% está en el medio. Los agentes de cambio son abanderado­s de este pensamient­o de crecimient­o que por contagio van generando el cambio cultural”, explica el director de Olivia. ¿Se puede desarrolla­r? Lo que es innato funciona más fluídament­e, pero como la creativida­d, el pensamient­o también se puede trabajar. “He visto muchos casos quechan hecho un cambio radical, pero siempre deben estar atentos a sus reacciones porque sus creencias nunca se revierten a un 100%”, completa. Preguntars­e rl por qué de lo que hacemos o sentimos siempre funciona para poder trabajarlo. ¿Quién quiere un cambio? O mejor, ¿Quién está dispuesto a cambiar?

Como la creativida­d, el pensamient­o también se puede trabajar

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