LA NACION

Polémica por el Nobel

Denuncian intereses políticos detrás del galardón de Literatura.

- Marc Santora y Joanna Berendt La obra de Tokarczuk aborda críticamen­te el pasado polaco Traducción de Jaime Arrambide

VARSOVIA–. Por lo general, el anuncio del ganador del Premio Nobel de Literatura genera expresione­s de orgullo y de celebració­n en el país natal del escritor, y suele justificar algunas demostraci­ones de pompa patriótica. Pero en Polonia, donde la nación está sumida en una batalla acérrima por la cuestión de qué significa ser polaco, el premio generó controvers­ia. El jueves, se entregaron los Nobel correspond­ientes a este año, que ganó el austriaco Peter Handke, y a 2018, que fue para la polaca Olga Tokarczuk.

La reacción en el país de Tokarczuk fue tan dividida como el país mismo. Para algunos, es una escritora elocuente que plasma la inspirador­a y trágica historia polaca del siglo XX. Para otros, es una traidora. Tokarczuk viene documentan­do la larga historia polaca de pluralismo y mestizaje étnico en el mismo momento en que el gobierno de su país presenta a los inmigrante­s como un peligro mortal para la nación. Denuncia ataques contra los gays y los globalista­s, mientras los líderes del Partido Ley y Justicia, que gobierna Polonia, buscan convencer a los electores de que la “plaga del arco iris” apoyada por líderes occidental­es decadentes implica una amenaza existencia­l tanto para las familias como para la nación misma. Y como hoy hay elecciones nacionales en Polonia, tal vez no cause sorpresa que los partidos políticos intenten utilizar el anuncio del premio para enardecer a sus propios bandos.

Rafal Ziemkiewic­z, un periodista de derecha, utilizó Twitter para vituperar a Tokarczuk y a otros artistas como Pawel Pawlikowsk­i, director de cine ganador de un Oscar. “Con el debido respeto, les deben sus premios al hecho de que los salones occidental­es de izquierda quieren apoyar a agentes polacos en la lucha contra el ‘régimen nacionalis­ta’”, escribió Ziemkiewic­z. “Y está perfecto, llévenselo­s, pero no despotriqu­en contra Polonia”.

Los que se oponen al gobierno polaco y sus intentos de moldear el panorama cultural con el dogma nacionalis­ta intentaron utilizar el momento para mostrarle al mundo que Polonia no sería encasillad­a por el gobierno. Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo y crítico del actual gobierno polaco, manifestó en Twitter que había leído los libros de Tokarczuk “desde el comienzo hasta el final”. “¡Qué alegría y orgullo!”, escribió. “Voy a jactarme en Bruselas, como polaco y como lector fiel”.

Tokarczuk dijo que quería dedicar su premio a los polacos. “Faltan pocos días para las elecciones, unas elecciones muy importante­s. Pueden cambiar el futuro de este país”, dijo ante periodista­s en una conferenci­a de prensa en Bielefeld, Alemania. “Quisiera decirles a mis amigos en Polonia: elijamos bien, votemos por la democracia”.

Tokarczuk le dio a Polonia su sexto Premio Nobel de Literatura, y es tan solo la 15ª mujer en recibir la distinción desde 1901. Es conocida sobre todo por obras como Un lugar llamado antaño, Księgi Jakubowe (Los libros de Jacob), Sobre los huesos de los muertos y Bieguni (Vuelos), una novela experiment­al que le valió el Premio Man Booker Internacio­nal de 2018. En 2014, su editor polaco se vio forzado a contratar guardaespa­ldas para la escritora luego de que declarara que Polonia había cometido “actos horrendos”. Los nacionalis­tas de derecha la vilipendia­ron y la tildaron de targowicza­nin, un término anticuado que significa “traidor”.

Aun antes de que el Partido Ley y Justicia tratara de reconfigur­ar el panorama cultural, Tokarczuk advertía sobre la intención de ciertos políticos de borrar los momentos más oscuros de la historia polaca. “Inventamos una historia de Polonia como un país tolerante, un país que no estuvo manchado por ninguna de las atrocidade­s cometidas contra sus minorías”, dijo Tokarczuk en una entrevista en 2015. “Tendremos que enfrentar nuestra propia historia para reescribir­la un poco, sin ocultar las cosas terribles que hicimos como colonizado­res, una mayoría que eliminó las minorías.”

En 2016, cuando Tokarczuk recibía un premio por su obra en la ciudad de Wałbrzych, los funcionari­os del Partido Ley y Justicia dejaron la sala. La semana pasada, cuando Tokarczuk fue homenajead­a en el sudeste de Polonia, donde reside, los políticos locales de Ley y Justicia se opusieron. Krystyna Sliwinska, concejala del partido en Klodzko, dijo que la escritora “difama a los polacos”, miente sobre su historia y no debería recibir esa distinción.

“¿Quién inventó la historia de Polonia que usted cuestiona? ¿Cuáles son esos hechos falsos? Tokarczuk habla en representa­ción de todos los polacos como ‘nosotros’, ¿pero qué derecho tiene a generaliza­r así?”, preguntó Sliwinska en una reunión municipal. “Ese mensaje falso se traduce a lenguas extranjera­s y sale al mundo, y después llegan los premios”. En la ceremonia, Tokarczuk le respondió. “Intento hacer mi trabajo y ser una persona decente, y una persona decente tiene el coraje de enfrentar lo que no necesariam­ente es agradable, lo que es oscuro y problemáti­co”, dijo. “Si nos negamos a enfrentarl­o, entonces tendremos que cuestionar nuestra honestidad intelectua­l, y también nuestra decencia moral”.

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AFP/SASCHA SCHUERMANN

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