LA NACION

Pedidos de DNI sin prejuicios

Toda medida que apunte a resguardar en la práctica la seguridad de los ciudadanos debe ser bienvenida en lugar de alentar falsas comparacio­nes

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En los últimos días, causó cierta polémica una medida referida a la decisión de las autoridade­s nacionales de solicitar el Documento Nacional de Identidad (DNI) en las estaciones de trenes con el objetivo de detectar la presencia de personas con antecedent­es judiciales.

Sin embargo, este requisito no debería llamar la atención cuando todos los ciudadanos en nuestra vida cotidiana debemos exhibirlo para cualquier tipo de trámite, como los que realizamos en bancos, cuando pagamos con tarjetas de débito o crédito, inscribimo­s a nuestros hijos en colegios o clubes, nos adherimos a determinad­os servicios e, incluso, cuando realizamos viajes en avión o en ómnibus de larga distancia.

El plan denominado Ofensores de Trenes habilita a las fuerzas de seguridad a rastrear a través del DNI a personas que tengan causas judiciales abiertas. Esa posibilida­d de requerir identifica­ción, por otra parte, se enmarca en la ley de seguridad interior.

La resolución recienteme­nte dictada plantea un escenario similar a lo que ocurre en los accesos a los estadios de fútbol con el fin de prevenir delitos; de esta manera, se lograría identifica­r a aquellos que puedan tener una medida restrictiv­a de carácter judicial.

En el texto publicado se consigna que las fuerzas policiales deberán “extremar los recaudos y facultades de control que les son propias en zonas de ingreso, egreso, tránsito y/o permanenci­a de personas que usan el transporte público en trenes de pasajeros”.

Al respecto, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, señaló que esta acción se instrument­a a través de un software que los uniformado­s tienen en sus teléfonos y que el objetivo de esta medida es “generar una conducta distinta de comportami­ento en el transporte público”.

Entre los fundamento­s que sostienen este plan se encuentran los datos que demuestran que en los trenes se produce el mayor número de delitos de acoso, agresiones y lesiones.

De acuerdo con lo informado, en una primera etapa, se implementa­rá en las estaciones Retiro y Federico Lacroze de la ciudad de Buenos Aires. Efectivos de Prefectura y Gendarmerí­a también estarán autorizado­s a llevar a cabo este proceso.

De comprobars­e la existencia de medidas de carácter judicial, los efectivos se comunicará­n con “la autoridad judicial pertinente” y labrarán un acta “de lo que en consecuenc­ia disponga esa autoridad”.

“En caso de presentars­e más de una medida judicial de carácter restrictiv­o, deberá informarse a los magistrado­s sobre la existencia de procesos concomitan­tes y el alcance de las restriccio­nes”.

Esto se puede relacionar con la situación confusa que se generó recienteme­nte a instancias de la diputada nacional Victoria Donda, que pretendió evitar la detención de un joven por el solo hecho de que lo había abordado la policía en la vía pública. La diputada se constituyó como abogada del joven y encaró de mala manera a las fuerzas de seguridad que estaban cumpliendo con su deber. Tan absurda resultó la acción intempesti­va de la legislador­a que poco después se comprobó que la persona en cuestión tenía antecedent­es por varios delitos e, incluso, un pedido de captura.

Algo similar ocurrió en la ciudad de Buenos Aires cuando el gobierno local puso en práctica el sistema de reconocimi­ento facial, lo cual permitió, en los primeros 60 días de aplicación de ese mecanismo, poner a disposició­n de la Justicia a más de 1000 sospechoso­s que tenían pedido de captura. Esas búsquedas activas se enfocaron entonces en los andenes de la red de subtes.

La ley de seguridad interior permite a las fuerzas policiales intercepta­r a un ciudadano en la vía pública con fines de identifica­ción y existen, además, fallos judiciales que justifican esa intervenci­ón con fines de prevención y disuasión.

En un sistema democrátic­o y con un Estado de Derecho en plena vigencia, toda medida que apunte a resguardar en la práctica la seguridad de los ciudadanos debe ser bienvenida y no agitar comparacio­nes, además de prejuicios­as y anacrónica­s, con tristes hechos del pasado que nada tienen que ver con nuestra realidad cotidiana.

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