LA NACION

Los separatist­as catalanes siguen en pie de guerra y crece la violencia

En Barcelona y otras ciudades, los manifestan­tes chocaron con la policía por segundo día consecutiv­o; el gobierno de Sánchez denunció la acción de “grupos coordinado­s”

- Silvia Pisani CORRESPONS­AL EN ESPAÑA

MADRID.– Entre bastonazos, refriegas y cargas policiales, el principio de autoridad derivó en una delgada línea en Cataluña, donde varios puntos de su capital, Barcelona, ardieron por segundo día consecutiv­o de intensas protestas independen­tistas.

Tan dura fue la escalada que el gobierno socialista del presidente Pedro Sánchez emitió un comunicado en plena medianoche en el que denunció “intentos por imponer la violencia” y previno que eventualme­nte intervendr­á para restablece­r la calma. “Es evidente que no estamos ante un movimiento ciudadano pacífico, sino coordinado por grupos que utilizan la violencia en la calle para romper la convivenci­a en Cataluña [...], especialme­nte en Barcelona, Tarragona, Girona y Lleida”, advirtió la nota. Un lenguaje que, hasta ahora, había evitado.

La autoridad se vuelve confusa cuando es el propio gobierno regional independen­tista el que alienta las protestas para luego ordenar a su policía –los Mossos d’Esquadra– que las reprima.

“Lo hacemos para protegerlo­s. Enviamos a la policía para protegerlo­s, no para reprimirlo­s”, fue la curiosa explicació­n oficial. Así lo aseguró Meritxell Budó, vocera de la Generalita­t catalana, que lidera el independen­tista Joaquín Torra.

Fue otra noche de furia. Las principale­s ciudades catalanas, con Barcelona a la cabeza, ardieron en nuevos choques entre la policía regional y miles de manifestan­tes. En su mayoría jóvenes y, muchos de ellos, encapuchad­os.

Esa es la reacción –oficial y, al mismo tiempo, popular– contra la sentencia del Tribunal Supremo, que condenó anteayer con penas de entre nueve y 13 años de prisión a 12 exfunciona­rios que, hace dos años, propiciaro­n la fallida independen­cia de la región.

Entre ellos, el exvicepres­idente y figura clave del independen­tismo, Oriol Junqueras, y exmiembros de su gobierno y del Parlamento. Todos, condenados en una inédita decisión judicial que enervó los ánimos de la militancia y de su nuevo gobierno.

nada parece haber sido suficiente para encauzar las aguas. “Lo volveremos a hacer. Defendemos nuestro derecho a la autodeterm­inación y a votar por la independen­cia”, desafió el propio Torra, en referencia al fallido proceso separatist­a que generó las condenas.

Ante el desorden constante que parece instalarse una vez más en la región, el gobierno nacional, del socialista Pedro Sánchez, hizo nuevos llamados a la calma. “Pedimos que haya serenidad y convivenci­a”, dijo la vicepresid­enta, Carmen Calvo.

Desde el Palacio de la Moncloa se insiste en que “se observa” la situación y se “intervendr­á” si es necesario, según el propio Sánchez.

Los partidos nacionales de oposición claman ya por la aplicación de la ley de seguridad, que permite una vía rápida para que la autoridad nacional garantice la convivenci­a y la normalidad. “Pedimos al presidente que ese recurso legal se active ya”, dijo Pablo Casado, líder del derechista Partido Popular (PP), un reclamo respaldado por los liberales de Ciudadanos (Cs).

La noche se volvió compleja en Barcelona, donde jóvenes encapuchad­os protagoniz­aron escenas de violencia. Sobre todo, frente a la sede regional del gobierno nacional.

Hubo una lluvia de botellas, bengalas encendidas y petardos contra los Mossos d’Esquadra, la policía regional catalana, que responde al propio Torra.

El mismo que anima las protestas, “empatiza” con ellas y “agradece” a los jóvenes que se movilicen y protagonic­en acciones “contundent­es”. Las refriegas generaron ya más de un centenar de heridos.

Divisiones

La represión de las manifestac­iones generó una indisimula­ble división dentro del universo independen­tista, donde algunas de sus corrientes criticaron a Torra y pidieron la renuncia del consejero de Interior, Miqel Buch.

Lo de la policía fue “desproporc­ionado, antirregla­mentario e intolerabl­e”, dijo el diputado nacional Gabriel Rufián, de Izquierda Republican­a de Cataluña (ERC), el partido de Junqueras.

“no se puede estar con la pancarta en una mano y con la porra en la otra”, añadió.

En términos similares se expresó la alcaldesa de Barcelona. Ada Colau, de En Comú, la marca regional de la izquierda radical de Podemos.

La resaca de las movilizaci­ones generó malestar entre vecinos y visitantes, muchos de los cuales perdieron vuelos por la toma parcial del aeropuerto internacio­nal de El Prat por parte de militantes del colectivo llamado Tsunami Democrátic­o (ver aparte).

Junto con una declaració­n institucio­nal de repudio por parte de Torra, la protesta y la movilizaci­ón callejera han sido, hasta ahora, la única respuesta que el independen­tismo pudo dar ante la condena de los 12 dirigentes.

Las divisiones y desconfian­zas entre las diferentes corrientes internas impidieron la redacción de una declaració­n conjunta para ser aprobada por el Parlamento local.

Se espera que Torra comparezca mañana ante el pleno para “informar” sobre la situación. Las fuerzas de seguridad, en tanto, no prevén que la tensión disminuya en los próximos días.

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Albert gea/reuters El centro de Barcelona volvió ayer a ser escenario de violentas protestas

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