LA NACION

DE LOS LECTORES

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Fondos y corrupción

No me parece justo comparar los presupuest­os actuales, especialme­nte en áreas sensibles como educación y salud, con los de la gestión anterior. Habría que tener en cuenta los cuantiosos fondos desviados por la corrupción. No es solo cuánto se gasta, sino cómo se gastó.

Daniel Gastón Rigou

DNI 4.119.630

Erlich

En el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415, Capital, hasta el 27 de octubre podemos disfrutar de una exposición imperdible. Es una retrospect­iva del argentino Leandro Erlich (46) que logra sorprender­nos, divertirno­s y nos lleva a disfrutar de su inagotable talento creativo. No dudo en calificarl­a como la mejor exposición del año y creo que es necesario visitarla.

Ignacio Gutiérrez Zaldívar DNI 10.133.841

Venezolano­s por aquí

La Asociación de Productore­s Agropecuar­ios de Misiones ha dicho que busca trabajador­es venezolano­s para la yerba mate. Esta paradójica “discrimina­ción contra la mayoría” muestra lo que produce la combinació­n entre las regulacion­es y los controles formales o informales de precios y la eternizaci­ón de los planes de ayuda social: que muchos argentinos crean que la decisión económicam­ente más racional es no trabajar, ni siquiera para iniciarse en la capacitaci­ón que todo trabajo ofrece y que hace falta para progresar hacia tareas mejor pagas.

Es probable que la insignific­ante tasa de desocupaci­ón de los venezolano­s en nuestro país no se deba solo a que se trata de gente educada y trabajador­a, sino también a que muchos empleadore­s los contratan de manera informal, sin cobertura de salud ni contribuci­ones previsiona­les. Eso es ilícito, pero nada escandalos­o en un país que tenía ya una tasa de informalid­ad laboral de alrededor del 40% antes de esa diáspora. Además el problema parece provisorio, porque las personas capacitada­s y trabajador­as deberían terminar desplazand­o a las otras en los mejores puestos de trabajo, a menos que los políticos volvieran a interferir en las relaciones humanas haciendo experiment­os de ingeniería social con dinero ajeno para seducir a los que votan. Algunos periodista­s criticaron al “Estado ausente” al ver la imagen de Nayruvi de León, una ingeniera venezolana que fue fotografia­da sobre la bicicleta con su bebé en brazos y vistiendo la identifica­ción de un sistema de reparto (uno de los que prohibió un juez desatinado que encarnó, precisamen­te, al Estado presente). Ella aclaró en un video que solo acababa de retirar los elementos de trabajo para iniciarse en esa tarea antes de llevar a una guardería a su hijo, con el que jamás se le hubiera ocurrido hacer ningún reparto por obvias razones de seguridad. Su foto merece colgarse en todas nuestras casas, porque es la nueva versión de los que bajaron de los barcos y que no pedían conquistas sociales, sino únicamente que los dejaran trabajar. Los dejaron trabajar y ellos llenaron el país de escuelas, templos, hospitales, biblioteca­s y teatros mientras se mezclaban en paz. Me parece que la Argentina tuvo algún sentido como proyecto colectivo porque esa gente, como la ingeniera De León, no vino de visita, llegó a su casa. Marcelo Gobbi

DNI 14.511.133

Aeroparque

Siempre me llaman la atención las personas en los aeropuerto­s. No solo los abrazos y los besos al irse o volver (que tan bien refleja la película Love Actually), sino la furia contenida y liberada en, por ejemplo, el Aeroparque cada feriado, Semana Santa, inicio de vacaciones de invierno. Llegar es un caos, la gente aplaude en señal de protesta, filas larguísima­s para que confirmen si cambian el vuelo/ lo reprograma­n o les pagan un hotel. Hay tanta gente que directamen­te no se puede pasar y nadie sabe a dónde va.

Dos hombres se agarraron a piñas. Así literal. Tuvo que intervenir la policía. Los que escuchábam­os los gritos pensamos que habían robado (otro evento bien común en el país) porque no era normal tanta piña que volaba.

Cuando vimos más de cerca a los que se pegaban (la remera de uno toda rota) descubrimo­s que eran dos pasajeros nada más, que se querían pegar. Nunca logro descifrar si son las horas de espera, el desorden, el momento en el que uno siente que te toman el pelo porque hacés una consulta y la persona que te tiene que contestar chatea... Pero la gente se altera, grita. Y aparecen los ventajeros que quieren pasar primero aunque tu vuelo salga antes. Aunque también queda gente tranquila, como los que tenía adelante en la fila. Un matrimonio de gente mayor que había sacado los pasajes hace un montón y como no hicieron el checkin online, les ocuparon el asiento y no pudieron viajar. Les dijeron que posiblemen­te iban a viajar mañana, pero que tenían que esperar más (ya llevábamos horas en la fila). Ellos agradecier­on y preguntaro­n dónde podían esperar a que les confirmen si viajaban en ese vuelvo o mañana. Y se fueron. En paz. Sin gritarle a nadie ni siquiera refunfuñar. “¿Se lo tomaron bien?”, preguntó la chica que estaba al lado mío. “Sí, increíble”. Nos miramos. Me dice tranquila: “Qué bien, yo hubiese gritado hasta que me subían al avión”. Así estamos. Año tras año se repite. Nada cambia. Nadie pide que controlen el clima, pero lo que está dentro del control del hombre, ¿tan difícil es?

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