LA NACION

› El socio chino de la NBA

Ezequiel Fernández Moores

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la NBA es la liga más “progre” de los Estados Unidos. Puede permitirse que su estrella LeBron James califique de “estúpido” al Presidente de la Nación. Y que su técnico más respetado, Gregg Popovich, lo trate de “cobarde”. Y que sus jugadores presionen para echar a un patrón racista como Donald Sterling. Hasta que llega el socio chino y expone los límites de la libertad. Hay más fanáticos de la NBA en China (500 millones) que personas en Estados Unidos (327 millones). Para la NBA, China es un negocio de 4000 millones de dólares que tiembla desde que Daryl Morey, gerente general de Houston Rockets, justamente el equipo más chino de la Liga, tuiteó el 4 de octubre pasado su apoyo a los manifestan­tes antichinos de Hong Kong. Fueron siete palabras que Morey borró rápido. Tarde. “Una sola chispa –dijo Mao Zedong– puede incendiar la pradera”.

Cuando Bill Clinton pidió en 2000 el ingreso de China a la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC) argumentó que una economía más liberal derivaría en una China democrátic­a. Está sucediendo al revés. La cadena hotelera Marriott despidió a un gerente que apoyó la independen­cia en el Tíbet. Mercedes Benz se disculpó por citar al Dalai Lama en Instagram y Gap y Versace por diseñar camisetas que, supuestame­nte, no respetaban territorio­s chinos. También la NBA se disculpa ahora. LeBron criticó a Morey y casi todo Estados Unidos apuntó contra él. Lo acusa de cuidar sus negocios con Nike en China. Los estudiante­s de Hong Kong quemaban este martes sus imágenes. Por su activismo social, LeBron fue comparado alguna vez con Muhammad Ali. Pero “Alí –le recordó Dave Zirin a LeBron– se convirtió en un icono global por su sacrificio, no por sus ganancias”. Otros le recuerdan a LeBron una frase de Martin Luther King que él mismo posteó el año pasado: “Una injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en cualquier lugar”. Inevitable, los republican­os disfrutan la venganza. “La ‘democrátic­a’ NBA cuida su negocio y se calla ante la China comunista”. Se sumó el propio Donald Trump. Pero el presidente, claro, tampoco se burla él de China. El 14 de agosto pasado tuiteó sobre Xi Jinping, su par chino. Lo describió como “un gran líder que respeta mucho a su pueblo”. Las elites, se sabe, siempre terminan entendiénd­ose.

China comenzó a dar señales de alivio a la NBA. Allí siguen los casi 42 millones de seguidores en Weibo, la red social china. Y Tencent Holdings, la corporació­n que paga a la NBA 1500 millones de dólares por cinco años de contrato, reanudó las trasmision­es de partidos de pretempora­da. El boicot sí afectará a Houston Rockets, la franquicia más cara de la NBA (costó 2200 millones de dólares en 2017) justamente por sus fuertes vínculos con China. Hay patrocinad­ores en retirada. Hinchas (son más de siete millones) que queman camisetas. Pérdidas posibles de hasta 25 millones de dólares. El vínculo nació con Yao Ming, el gigante chino de 2,29m fichado por los Rockets en 2002. Ocho Juegos de las Estrellas, cuatro boletos a playoffs, casi diez mil puntos, Salón de la Fama y camiseta número 11 retirada. Los chinos madrugaban para ver jugar a su ídolo. Yao Ming es el responsabl­e de que veinte compañías chinas patrocinen en la NBA. “Caminar con él por China –dijo una vez Carrol Dawson, ex gerente general de los Rockets– es como caminar por Nueva York con los Beatles”. Hoy, Yao Ming es el presidente de la Federación de básquetbol de China.

“La dictadura perfecta”, según llaman algunos a China, no reaccionó solo porque Estados Unidos, con el que está en dura batalla comercial, le señala modales democrátic­os. El tuit de Morey tocó algo más profundo. Un orgullo soberano con el delicado tema de Hong Kong. Y China no tiene sutilezas. “¿Quieren hacer negocios con nosotros? Bien, estas son las condicione­s”. China acaba de censurar a la serie animada de TV South Park porque se burló sobre cómo Occidente readapta guiones para ingresar sin problemas a su lucrativo mercado. “Como la NBA, damos la bienvenida a la censura china. Nosotros también amamos el dinero más que a la libertad y la democracia. ¡Viva el Gran Partido Comunista y que la cosecha de sorgo sea abundante”, se “disculpó” South Park. Años atrás, la serie habló de Colin Kaepernick, el quarterbac­k echado del fútbol americano después de arrodillar­se cada vez que sonaba el Himno nacional, en protesta por la violencia policial no en Hong Kong y contra estudiante­s universita­rios, sino en Estados Unidos y contra ciudadanos negros. Justamente hoy se cumplen 51 años del podio del Black Power de México ‘68. La histórica protesta de puños en alto de los atletas Tommie Smith y John Carlos, hijos de un plantador de algodón de Texas y de un zapatero de Harlem, levantados por la “unidad, el poder, el orgullo y la pobreza de la América negra”. Y expulsados de por vida. Dos atletas norteameri­canos hicieron protestas similares en el podio de los últimos Panamerica­nos de Lima. El Comité Olímpico de Estados Unidos teme más gestos antiTrump de sus atletas en los próximos Juegos de Tokio 2020. Ya avisó que habrá penas severas. “¡Cállense y jueguen!”. O, mejor aún, váyanse a protestar a China.

Yao Ming es el responsabl­e de que veinte compañías chinas patrocinen en la NBA

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Sebastián Domenech
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