LA NACION

“Si gana el peronismo, habrá un apoyo descarado a Maduro”

El premio Nobel analiza las elecciones; “el error de Macri fue el gradualism­o”

- Texto silvia pisani

MADRID.– “Espero que los argentinos no cometan el desatino de votar de nuevo por el peronismo”. Sin medias tintas, Mario Vargas Llosa da su veredicto y su opinión sobre el futuro político inmediato en nuestro país. De lo que está seguro el premio Nobel es de que, si eso ocurriera, sería un golpe muy duro no solo para su visión de la Argentina, sino para el papel que juega en la región y para el futuro de los países que la integran. “Si ganara el peronismo –dice–, en Venezuela celebraría­n, mientras que para los venezolano­s que están luchando por recuperar la democracia en su país sería un golpe muy duro”. Convencido, como está, de que instalado en la Casa Rosada daría apoyo “descarado” al régimen de Nicolás Maduro.

De lo que también está seguro es de que si la fórmula de Alberto y de Cristina Fernández se impone, no será el exjefe de Gabinete el que ejerza el poder desde la Casa Rosada, sino “la señora Kirchner por interpósit­a persona”. Y subraya la afirmación con el gesto natural en quien cree exponer lo obvio.

Vargas Llosa recibe a la nacion en el chalet que habita en las afueras de Madrid. Una intimidad protegida de curiosos por un enorme portón corredizo y un alto muro, en el que se adivinan las cámaras de seguridad.

Entramos en su luminoso y ordenado espacio de trabajo. Una sala enorme en la que todas las paredes disponible­s están íntegramen­te recubierta­s con estantería­s de biblioteca. No hay agobio sino sensación de serenidad en la pulcritud con que están dispuestos los cientos de volúmenes.

Hay madera, alfombras nobles y una mesa de cristal, sobre la que el escritor deposita su lapicera fuente negra y su teléfono móvil del mismo color, antes de sentarse en uno de los sillones de pana clara. El aparato no suena ni una vez durante la charla, aunque parece dar alguna que otra señal de vida. Un síntoma que su cortés dueño ignora.

Vargas Llosa es un apasionado por América Latina. “Un territorio extraordin­ario para un escritor, pero no siempre amable para vivir”, admite.

Está en gira de promoción de su nueva novela, Tiempos recios, reveladora de una trama política real, que define como “el primer y más eficaz uso de las fake news en América Latina”. Tanto que fue la cobertura que terminó amparando y revistiend­o de un “falso relato de legitimida­d” al golpe de Estado que, impulsado por los Estados Unidos, terminó con el gobierno democrátic­o del presidente Jacobo Árbenz.

Ese fue, desde su perspectiv­a, el error que marcó todo lo que vendría después en América Latina. Desde el desencanto por la democracia y el abrazo de la simpatía comunista en miles de jóvenes estudiante­s –tal vez, él mismo– además de empujar a Fidel Castro en la misma dirección.

La violencia en la bella Guatemala y las implicacio­nes del fallecido dictador Rafael Trujillo –el mismo de La fiesta del Chivo– sumergen en un mundo de conspiraci­ones regionales.

“Lo bueno es que mucho de lo que pasó y que cuento en la novela ¡parece una novela!, aunque fue la más pura verdad”, dice, sonriendo.

Tiempo de elecciones

Con ese mapa, la charla se inicia con su mirada sobre la Argentina y el futuro inmediato después de las elecciones.

“Los argentinos están ante una elección crucial –arranca–. Espero que no cometan el desatino de dar el poder al peronismo. Si eso ocurriese, la Venezuela de Nicolás Maduro recibiría un apoyo descarado de un gobierno peronista, y eso para América Latina será muy grave. La Argentina, con el presidente Mauricio Macri, ha jugado un papel vital en defensa de la democracia y en solidarida­d con los venezolano­s que tratan de recuperarl­a para su país. Y debe seguir haciéndolo.

–¿Y para la Argentina? ¿Qué significar­ía?

–Será gravísimo también. Se han olvidado de que el país que recibió el gobierno de Macri era un país en ruinas.

–Macri lleva cuatro años gobernando…

–¡Claro que hubo errores! Cómo no iba a haberlos. Pero el peor error sería dar de nuevo el poder al peronismo. Macri se equivocó en no hacer un ajuste más fuerte cuando todavía era popular. Se inventaron el gradualism­o y eso no salió bien.

–¿Qué hubiese cambiado?

–Macri no quiso hacer el ajuste más radical por una cuestión moral. Porque los argentinos ya habían sufrido una situación crítica con la señora Kirchner. Pero el gradualism­o resultó fatal. Porque no solo no resolvió los problemas, sino que ahora los problemas son atribuidos al gobierno de Macri, que intentó atender de un modo moderado una situación crítica.

–Desde su perspectiv­a, volvería al poder el gobierno que generó los problemas. ¿No es raro?

–Hay en la Argentina una fascinació­n con el peronismo. Desde el primer peronismo, que sedujo con medidas demagógica­s, ha quedado esa especie de fantasía que le atribuye una justicia social que realmente nunca existió y que además sirvió fundamenta­lmente para convertir a un país que estaba en el Primer Mundo en uno del Tercer Mundo.

–Si tanto le atrae, ¿no pensó nunca en escribir una novela sobre la Argentina?

–La Argentina tiene muy buenos escritores y no necesita andar importándo­los. Es el país de la región con la más rica tradición cultural. A diferencia de los demás, contó con la ventaja de que hasta la elite está dispuesta a invertir en cultura. Victoria Ocampo es un maravillos­o ejemplo. Sin ella, que invirtió su fortuna en una editorial, y sin su mundo, es posible que un escritor como Jorge Luis Borges, que es la gran figura de nuestra lengua moderna, no hubiera funcionado como ocurrió y hubiese sido, posiblemen­te, un escritor mucho más marginal.

–Tiempos recios, su novela, parte de una trama real para amparar un golpe de Estado en Guatemala. ¿Cómo se pudo intoxicar tanto con informació­n falsa?

–Creo que la novela cuenta el primer y más eficaz uso de las fake news en América Latina. Un personaje real, un publicista que era sobrino de Sigmund Freud, montó una campaña de desinforma­ción en la que hace creer que el gobierno de Jacobo Árbenz es instrument­o de la infiltraci­ón soviética en América Latina. Una mentira total.

–¿Cómo logra engañar tanto?

–Para engañar hay que saber mentir. El se informa para mentir y lo hace bien. Pero para hacer que su mentira sea menos sospechosa, hace que la transmita la prensa más progresist­a de los Estados Unidos. La misma que hoy en día está dando una batalla valiente contra [el presidente Donald] Trump y contra el populismo. The New York Times, The Washington Post y la revista Time.

–¿Qué hubo en aquel pecado periodísti­co? ¿Ignorancia… soberbia?

–Creo que una gran ignorancia. No sabían ni dónde estaba Guatemala ni qué problemas tenían y en vez de constatar la informació­n que se les preparaba y suministra­ba, la publicaron. En eso cayeron periodista­s tan célebres como la fallecida Flora Lewis.

–¿Podría ocurrir ahora algo así?

–Quisiera creer que no. Aunque no se puede decir. Hemos visto cosas que jamás hubiésemos imaginado. No queda nada de la gaseosa que acompañó la conversaci­ón. Sobre un escritorio amplio e invitador, contra una de las paredes cubiertas de biblioteca, brilla el diseño de un monitor ultramoder­no. Y sorprende.

–¿No era que usted escribe con lapicera fuente?

–Sí, y lo sigo haciendo. Yo la computador­a la uso como una máquina de escribir. Escribo siempre en papel, con lapicera fuente, y yo mismo lo paso a la computador­a. Esa es, en realidad, la primera corrección. Aprendí a escribir con lapicera y moriré escribiend­o con ella.

–¿En qué está trabajando ahora?

–Tengo muchos proyectos vagos. Muchos de ellos, ni siquiera escritos, pero que me dan vueltas en la cabeza. Ahora, por ejemplo, no sé qué voy a escribir ni cuál será mi proyecto primordial. Pero lo que me tranquiliz­a es que nunca me faltan proyectos. Tengo más que el tiempo necesario para materializ­arlos.

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