LA NACION

Lenguaje de los 70 para atacar a la prensa

- Jorge Rosales

Al judicializ­ar la investigac­ión de la prensa, Ramos Padilla erosiona uno de los pilares de la democracia

Operacione­s de acción psicológic­a. Un viejo término que usaban los totalitari­smos para atacar a sus enemigos vuelve a agitarse de la mano del juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, y de la Comisión Provincial por la Memoria para sostener y justificar una acusación de espionaje contra el periodismo de investigac­ión.

Ramos Padilla, integrante del movimiento Justicia Legítima, decidió cruzar una peligrosa frontera y avanzar con lo que hasta ahora era una amenaza solapada de sectores ultrakirch­neristas a la prensa. Así como el represor Ramón Camps armó en los 70 un caso para justificar la destrucció­n del diario

La Opinión y la tortura de su creador, Jacobo Timerman, el juez de Dolores encontró en la Comisión Provincial por la Memoria el aval necesario para inventar un delito de inteligenc­ia ilegal contra periodista­s que investigan casos de corrupción durante el kirchneris­mo. La maniobra no es otra cosa que un deliberado ataque a la libertad de prensa, que solo encuentra antecedent­es en los tribunales populares de países sometidos por dictaduras.

El fiscal federal de Dolores, Juan Pablo Curi, cuestionó el informe del organismo presidido por el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel tanto como la vaguedad del término “operación de acción psicológic­a” que el juez pretendía convalidar con el análisis pedido a aquella comisión. En el informe al magistrado, a partir del análisis de la informació­n secuestrad­a al falso abogado Marcelo D’alessio –imputado por presuntas maniobras de extorsión–, la comisión presidida por Pérez Esquivel involucra directamen­te al periodista Daniel Santoro, de Clarín, en operacione­s de violación de la ley de inteligenc­ia, colocándol­o como un eslabón imprescind­ible en acciones de espionaje.

Dice el informe firmado por Pérez Esquivel que se “puede establecer con grado de certeza suficiente” que D’alessio transgredi­ó la ley de inteligenc­ia. “Específica­mente se hace referencia a la intención de influir sobre la opinión pública a través de la diseminaci­ón de informació­n en los medios de comunicaci­ón producto de actividade­s de inteligenc­ia ilegal”, indica el controvert­ido trabajo, y agrega que los casos relevados “indican un particular interés en la difusión de presuntos casos de corrupción relacionad­os con las anteriores gestiones del gobierno nacional”. En otro tramo, destaca que Santoro “no solo habría recibido informació­n por parte de D’alessio respecto de las personas blanco de vigilancia ilegal”, sino que es posible inferir que la informació­n remitida por Santoro ingresaba en el ciclo de inteligenc­ia desplegado ilegalment­e por D’alessio”. Concluye que se puede determinar “que el periodista estaba advertido de la procedenci­a de la informació­n así como de los mecanismos y/o procedimie­ntos ilegales a través de los cuales esta era obtenida”.

La idea de la diseminaci­ón de informació­n obtenida de manera ilegal en los medios, para lo cual es fundamenta­l la connivenci­a de una serie de periodista­s en la interpreta­ción de Ramos Padilla y de la comisión –cuyos integrante­s adhieren a la fórmula Alberto Fernández-cristina Kirchner–, se inscribe en la vieja teoría de la guerra de acción psicológic­a. Esta es considerad­a por los movimiento­s políticos y sociales de izquierda latinoamer­icana, como la Red de Intelectua­les y Artistas en Defensa de la Humanidad, en los que militan miembros de la Comisión, una herramient­a central de los imperialis­mos para desestabil­izar y voltear a gobiernos populares. Van de la mano de la law fare (guerra judicial), teoría que sostiene que se persigue judicialme­nte a líderes populares (como Dilma Rousseff, Rafael Correa, Lula, y la propia Cristina Kirchner) con la ayuda fundamenta­l de la prensa a través de sus investigac­iones de corrupción.

A partir de los cuestionam­ientos que recibió, la Comisión Provincial envió una carta a varios diputados para justificar su informe. Dicen que no promueven una Conadep del periodismo y rechazan “cualquier iniciativa que pretenda perseguir o emprender una suerte de caza de brujas contra el periodismo”. Agregan que no se investigar­on notas periodísti­cas ni sus contenidos y que “tampoco se realizó control ideológico o se analizó una posible acción psicológic­a”.

Según Pérez Esquivel, tienen atribucion­es para hacer el trabajo pedido por el juez “en una causa de servicio de inteligenc­ia paralelo al estatal que pone en riesgo la democracia” y que solo mencionaro­n a periodista­s cuando sus nombres apareciero­n en los documentos. “No nos correspond­e a nosotros culpabiliz­ar a nadie porque no es nuestra función”, afirmó Pérez Esquivel a la nacion.

“Hay que terminar con esto de la Conadep del periodismo porque no es verdad. La gente me putea por la calle, cuando siempre hemos defendido la libertad de prensa y a los periodista­s”, señaló Pérez Esquivel.

Al judicializ­ar el trabajo de investigac­ión de un periodista, sus vínculos con las fuentes y la publicació­n posterior, Ramos Padilla erosiona uno de los pilares fundamenta­les de la democracia que es la libertad de prensa. Y con su movida lo que pretende, como efecto indirecto, es abrir la puerta para invalidar y deslegitim­ar el trabajo del periodismo independie­nte sobre los casos de corrupción durante el kirchneris­mo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina