El Obelisco se convirtió en centro de convocatoria para miles de familias preocupadas por el futuro
Prevalecieron las banderas celestes y blancas, y la gente acompañó las consignas en favor del voto a Macri; muchos mensajes transmitían la convicción de no resignarse a volver al pasado
El Obelisco parecía tener ayer fuerza magnética. Miles de personas caminaron desde todos los puntos cardinales y formaron una marea que avanzó a paso lento hacia la Plaza de la República. Ese es el punto de encuentro, el polo de atracción para aquellos que decidieron ir a gritar “Sí se puede”, en apoyo a la gestión de Mauricio Macri. Fue la última de las 30 marchas organizadas en distintas ciudades del país, antes de las elecciones del domingo próximo.
La gente empezó a acercarse desde las 14 y desplegaron carteles, banderas, pañuelos. Muchos conductores que pasaban por Carlos Pellegrini antes de que cortaran la circulación bajaban las ventanillas de los autos. Algunos arengaban, otros no tanto y se armaban discusiones al paso.
El escenario estuvo armado de cara a la avenida Córdoba. Se evitó, quizá, rodear el edificio de 9 de Julio y Moreno con la imagen de Eva Perón. La gente se encolumnó en el sentido inverso a la histórica movilización de Raúl Alfonsín, de 1983, que iba de Corrientes a la avenida San Juan.
Las torres de sonido se levantaban 200 metros antes de llegar al escenario y los organizadores prepararon puestos de socorro médico y baños químicos.
Entre todos estaba Enrique Pérez, un jubilado de 72 años, que llegó desde Los Polvorines, en tren y colectivo. Avanzaba despacio porque caminaba con un andador y decidió sentarse en una vereda, a la sombra. “Vengo porque les quiero dejar un país mejor a mis nietos, con valores, una república de verdad”, confió.
Muchos llevaron carteles con consignas, como “Soy Nisman”, “No queremos más corrupción” o “No queremos terminar como Venezuela”. Todas causas que el oficialismo impulsó hasta el cansancio. Mabel Tévez, de 60 años, portaba un cartel con la siguiente leyenda: “Mauricio, buscando un cambio te encontré”.
Varios se movilizaron con carteles que exhibían su procedencia. Algunos, por ejemplo, llegaron desde La Matanza, que la semana pasada sufrió graves inundaciones. “No queremos más peronismo. No hicieron nada en todos estos años, ni una obra. Mirá cómo está bajo el agua”, relató Silvina Fetter, de 48 años.
Se veían, incluso, familias. Como la de Carolina Méndez, de 35 años, Juan Cassoi (36) y sus hijos ivana y Tomás (4 y 6). “Es una marcha pacífica, familiar, de gente que piensa que los valores no se entregan. Ojalá no volvamos al pasado, yo soy optimista”, dijo Cassoi, con una camisa blanca y un suéter en los hombros.
Como siempre, no faltaban vendedores ambulantes. Ofrecían de todo: remeras, banderas de distintos tamaños y, para los más convencidos, pines con el rostro del Presidente. Los precios eran variados. Las remeras costaban $400; los pines, $150; las banderas, entre $150 y $200. Por $80 era posible comprar una botella de gaseosa de medio litro.
Eugenia Carabajal (38) dio un paso más allá. Fue a la marcha y gastó $2000 en banderas argentinas para repartir entre la gente. Tenía tres bolsas llenas, por lo que todos se le acercaban para preguntarle a cuánto están. “Son gratis”, respondía, y a cambio recibía una sonrisa o un “te felicito”.
“Esto lo hago porque defiendo la libertad y la bandera de nuestro país. No quiero volver al pasado. Ya hemos visto cosas tremendas en la gestión anterior, ojalá que podamos dar vuelta la elección”, dijo.
Por la avenida Corrientes venía un matrimonio que se destacaba entre la marea de gente. Eran Silvio Salcedo (49) y Laura Zulatto (53), que se dedica a la música. “Venimos a gritar que sí se puede tener un país distinto”, argumentó Salcedo. La cuestión vinculada a los valores se repitió en todos los testimonios.
Tras el mensaje de Macri, pasadas las 19, comenzó la desconcentración. Seguían los cánticos, las cornetas y los aplausos, en una jornada con un público heterogéneo, optimista y confiado en que “Mauricio la da vuelta”, según cantaban.