LA NACION

Sebastián Galiani: “El mundo no confía en el modelo que propone el kirchneris­mo; se asusta con el país”

- Abu Dhabi Emiratos Árabes Unidos por Sofía Diamante

ARGENTINOS EN EL MUNDO

Estudió Economía en la Universida­d de Buenos Aires y se doctoró en la Universida­d de Oxford. Ejerció la docencia en las universida­des Di Tella, San Andrés y Washington, y, si bien actualment­e está en la Universida­d de Maryland, se tomó un semestre sabático para dar clases en la Universida­d de Nueva York en Abu Dhabi; fue secretario de Política Económica entre 2017 y 2018

En 2009, Sebastián Galiani fue convocado a afiliarse al Jameel Poverty Action Lab (J-PAL), un laboratori­o de pobreza que crearon Abhijit Banerjee y Esther Duflo, los recientes ganadores del Premio Nobel de Economía, junto con Michael Kremer.

El exsecretar­io de Política Económica del actual gobierno fue director de los programas de Educación, de Salud y de América Latina dentro del J-PAL, y fue miembro del directorio. Apenas hay 181 investigad­ores afiliados y Galiani es uno de ellos, al igual que el exrector de la Universida­d Torcuato Di Tella, Ernesto Schargrods­ky.

Luego de su paso por la función pública, en abril de 2018 el economista volvió a Maryland, donde da clases en la universida­d desde 2012.

En una entrevista con lanacion, Galiani dijo que “el mundo no confía en el modelo que propone el Frente de Todos y, entonces, cuando aumenta mucho la probabilid­ad de que el kirchneris­mo vuelva al gobierno, el mundo se asusta con la Argentina”.

–¿En qué consiste el laboratori­o J-PAL?

–Este laboratori­o se caracteriz­a porque los estudios que se hacen son siempre experiment­ales; ese es el método científico más riguroso para atribuir causalidad. Como el objetivo del laboratori­o es informar sobre las políticas públicas, se tomó la decisión de que no esté la discusión metodológi­ca en cada estudio.

–¿Son experiment­os de economía del comportami­ento?

–Están relacionad­os, pero no hay una limitación para buscar anomalías de comportami­ento, que es lo que ha estudiado esta corriente. Un ejemplo es un estudio que hice en República Dominicana, donde había un programa de transferen­cias de ingresos a las familias más pobres; allí, en vez de darles el dinero, como pasa con la Asignación Universal por Hijo en la Argentina, les daban una tarjeta para comprar ciertos alimentos en ciertos almacenes. Lo que el gobierno comenzó a sospechar es que estos negocios les cobraban más caro a estas familias. Y esto tiene sentido desde la teoría económica, porque los almacenes tenían poder de mercado, porque no había tantos cerca como para que se generara competenci­a entre ellos. Trabajamos con el gobierno en una solución, que era aumentar la competenci­a afiliando más almacenes a este programa. Después de seis meses, si entraba algún almacén más a la competenci­a en un barrio, los precios que pagaban las familias pobres bajaban 6%. Así, confirmamo­s lo que sospechaba el gobierno y validamos la solución que propusimos.

–¿Cuándo se creó el laboratori­o? ¿Ya había ganado un Premio Nobel alguno de sus integrante­s?

–Entre los directores y afiliados este es el primer premio. El laboratori­o se creó en 2003; es bastante joven y creció muchísimo en estos 16 años. J-PAL comenzó con solo seis miembros. Y se expandió hasta convertirs­e en un centro de investigac­ión global, con 181 investigad­ores afiliados y 400 empleados en las principale­s universida­des de investigac­ión de todo el mundo. Hay registrado­s 2900 experiment­os que se hicieron o que se están llevando a cabo.

–¿Alguno en la Argentina?

–Hace poco sacamos un paper con Rafael Di Tella y Schargrods­ky, que también es afiliado de J-PAL, en el cual utilizamos un experiment­o que no hicimos nosotros, pero que es sobre la Argentina. Tiene que ver con la campaña negativa que el gobierno kirchneris­ta le hizo a Macri en el ballottage de 2015.

–¿De qué se trata?

– El gobierno anterior generaba informes en el programa 678, que no siempre reflejaban la verdad y en los cuales se lo trataba de pegar a Macri con la política de la última dictadura militar, usando imágenes y videos. Estos informes se pasaban también en Fútbol para Todos. Y se hizo un experiment­o para ver qué efectos tenía eso sobre cómo votaba la gente.

–¿Y qué conclusión sacaron? A simple vista pareciera que no tuvo mucho efecto, porque terminó ganando Macri...

–Es cierto. Pero en un momento, después de la primera vuelta, se esperaba que Macri ganara por 10 puntos, porque se creía que una parte importante de los votos de Massa iba a ir para Macri. Al final terminó ganando por dos puntos. Esa diferencia se achicó mucho en las últimas dos semanas, y nosotros encontramo­s que esta campaña impactó en el voto de la gente, reduciendo la intención de voto de Macri en seis puntos.

–¿Cómo se explica el resultado de las últimas PASO?

–Si uno compara las PASO de 2015 con las de este año, al Gobierno no le fue peor. Esta vez, el peronismo fue unificado. El candidato Roberto Lavagna no logró generar la atracción de votos que generó Massa en 2015. Eso en parte tiene que ver con la situación económica, que es mala: hay recesión e inflación alta, y eso afecta siempre al oficialism­o. Pero no dejó de sorprender a mucha gente el resultado, porque las encuestas no lo anticipaba­n. Se le daba una diferencia razonable a favor de Alberto Fernández, de más de cuatro o cinco puntos, que estaba dentro de lo que el Gobierno considerab­a que podía descontar, dado que entre las PASO y la segunda vuelta se polariza más la elección y vota una cantidad mayor de personas.

–¿Cree que el Gobierno puede dar vuelta la elección, teniendo en cuenta que tras las PASO la recesión y la inflación se profundiza­ron aún más?

–Es difícil hacer un pronóstico, porque al no tener encuestas se ha perdido la brújula. No sé cómo se está moviendo el electorado, pero están pasando cosas muy interesant­es. La primera es que el Gobierno logró reencamina­r su campaña y el presidente Macri está teniendo todos los días marchas muy exitosas, que muestran que hay una parte importante de la sociedad que entiende las dificultad­es con las que tuvo que lidiar estos cuatro años y está dispuesto a seguir apoyando. La economía empeoró después de las PASO, pero también el Gobierno ha logrado, por lo menos en un sector del electorado, hacer ver que eso es el resultado de lo que ocurrió en las primarias. El viernes previo a las primarias, una encuesta que decía que Macri estaba adelante hizo que la bolsa subiera y que el riesgo país bajara. Luego, una victoria mayor a la que todos esperábamo­s de Fernández generó lo que pasó después. Y eso también puede llevar a la población a repensar su voto.

–Usted dijo en entrevista­s anteriores que a fines de 2019 la economía estará mejor que a fines de 2015. ¿Lo sigue pensando?

–Lo que yo siempre sostuve es que los fundamento­s de la economía están mejor. Y lo sigo pensando. Se bajó el déficit fiscal significat­ivamente, se arreglaron un montón de problemas de precios relativos, como el cepo y las tarifas. Ahora, de las PASO para acá la economía se deterioró de una forma que no anticipaba que iba a ocurrir, porque nunca anticipé que las primarias iban a mostrar esta diferencia. Las PASO tomaron por sorpresa a todos los analistas, por el margen que hubo en el resultado. Y eso siempre genera un deterioro en la economía, porque el gran problema que tiene la Argentina es que hay dos modelos de país muy distintos y el mundo no confía en el modelo que propone el Frente de Todos. Entonces, cuando aumenta mucho la probabilid­ad de que el kirchneris­mo vuelva al gobierno, el mundo se asusta con la Argentina y eso afecta a la economía, porque afecta al crédito y al tipo de cambio. POST-PASO estamos anticipand­o lo que ocurriría si finalmente gana el Frente de Todos.

–¿El próximo gobierno heredará una situación mejor o peor que la que heredó Mauricio Macri en 2015?

–Creo que heredará una situación macroeconó­mica mucho mejor en los fundamento­s, no en los resultados. El producto per cápita es más bajo y la inflación es más alta. En los resultados no está mejor la economía. En los fundamento­s, sí está mejor.

–¿Sigue teniendo relación con el Gobierno?

–Desde que se fue Nicolás Dujovne [exministro de Hacienda] no tengo ninguna relación con el Gobierno, pero lo defiendo mucho en público porque creo que la Argentina tiene dos caminos. Uno en el cual con sacrificio y haciendo las cosas bien, le irá bien. Y el otro es el populismo que siempre está condenado al fracaso. Las sociedades crecen cuando ahorran, invierten y se integran al mundo. No hay otra forma, no hay magia. Ningún país lo hizo de otra manera.

–¿Cree que falló la comunicaci­ón del Gobierno para explicar estas cosas?

–Formé parte del Gobierno y no me dedico a criticar. Después del 10 de diciembre habrá mucho tiempo para analizar qué se hizo bien y qué se hizo mal. Por ahora, lo importante es rescatar lo que creemos que es positivo.

–Los funcionari­os que pasaron por el Gobierno tenían curriculum importante­s,. Sin embargo, la economía no anduvo como se esperaba. ¿Qué reflexión hace de su paso por la función pública?

–Yo no me incorporé al Gobierno el primer día. Llegué en enero de 2017 cuando ya había un plan antiinflac­ionario de metas de inflación y ya se había adoptado una estrategia gradual de reducir el déficit.

–Pero usted coincidía con ese programa; de lo contrario, supongo que no habría aceptado.

–Intentar bajar la inflación rápido fue un error y dije varias veces que en 2016 creía que se podría haber hecho más ajuste fiscal. Pero en el momento en que me llamaron, esas dos cosas ya no eran relevantes; ya estaba el costo hundido. Todavía creía que era posible mejorar y el mercado también lo creía, porque hasta abril de 2018 el relevamien­to de expectativ­as que publica el Banco Central decía que la inflación iba a bajar en 2018 y 2019, y que la economía iba a crecer. Las cosas no son blanco o negro. Uno piensa que porque una o dos cosas no fueron las mejores, no se tiene que sumar al gobierno. Mi visión es que cuando a uno lo llama gente con la que tiene una afinidad y cree que puede ayudar, tiene que hacerlo. Me alegra haberme sumado al Gobierno. En lo específico que yo trabajé, que fueron todas las reformas que se hicieron a fines de 2017, creo que fueron exitosas. Pocas veces se logró acordar cuatro leyes como las que se aprobaron en el Congreso, como la reforma tributaria, la ley de responsabi­lidad fiscal, el acuerdo con las provincias para bajar ingresos brutos y el cambio en la fórmula previsiona­l. Fue un paquete de medidas que estuvo bien pensado y muchos economista­s coincidían en su momento. El problema fue que después vino la crisis y la gente se olvida de todo eso.

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