De relativizar el delito a asumir el costo del enfrentamiento
el análisis
En diciembre de 2013 las fuerzas de seguridad federales fueron inmovilizadas mientras huelgas de policías en Córdoba y Tucumán derivaban en saqueos y muertes. En los doce años de kirchnerismo existió un fuerte y sostenido mensaje público-judicial dirigido a relativizar las cuestiones vinculadas al delito, pero en forma paralela se iniciaron programas que dieron resultados positivos durante la actual gestión. Fue creada la Policía de Seguridad Aeroportuaria, comenzó el sistema de vigilancia en la zona sur de la ciudad conocido como Cinturón Sur, acompañado con los pasos iniciales de la policía de proximidad (durante el tiempo de Nilda Garré), y se creó la Subsecretaría de Lucha Antidrogas (impulsada por Sergio Berni). Pero pocas situaciones definen mejor la política de seguridad del kirchnerismo que lo ocurrido en esos días de diciembre de 2013. La anécdota, trágica por la sangre derramada, representa un lógico punto de comparación con la administración macrista. El cambio más efectivo en estos años fue cultural.
Uno de los ejes en los que mejor resultados exhibe el Gobierno es el combate contra el narcotráfico. Y no por sus récords de captura de drogas, ya que en el kirchnerismo también se registraron cifras importantes de decomisos. El elemento central que quebró el movimiento narco en estos años fue la acertada visualización del narcomenudeo como el eslabón a cortar. Durante años una mirada tan permisiva como desinformada consideró al microtráfico de drogas como un elemento menor en el supuesto gran enfrentamiento con carteles fantasma que no existen en la Argentina. Eso provocó la irrupción de los clanes barriales, el dominio territorial, el reclutamiento y la expansión de la oferta, que generó un impactante aumento del consumo.
La estadística criminal es importante cuando se desarrolla una política pública. Y los datos de homicidios en la ciudad de Buenos Aires habían detallado que las villas 31 y 1-11-14 tenían niveles de violencia narco no observados en otros lugares. Con la intervención específica en esos dos lugares contra el narcomenudeo, el Ministerio de Seguridad puede mostrar una notable reducción de la tasa de homicidios porteños. A nivel nacional –y con ese enfoque de bajar la violencia del narcomenudeo– se alcanzaron en los últimos dos años las tasas de homicidios más bajas desde 2001.
El cambio conceptual tuvo en estos años otro eje con la colocación en primer lugar de la víctima del delito y no del victimario. Y en lo que podría ser un enfoque tan acertado como el aplicado frente al narcomenudeo, la intención de transformar la violencia de género en delito de acción pública es un interesante camino por explorar.