LA NACION

De relativiza­r el delito a asumir el costo del enfrentami­ento

- Daniel Gallo

el análisis

En diciembre de 2013 las fuerzas de seguridad federales fueron inmoviliza­das mientras huelgas de policías en Córdoba y Tucumán derivaban en saqueos y muertes. En los doce años de kirchneris­mo existió un fuerte y sostenido mensaje público-judicial dirigido a relativiza­r las cuestiones vinculadas al delito, pero en forma paralela se iniciaron programas que dieron resultados positivos durante la actual gestión. Fue creada la Policía de Seguridad Aeroportua­ria, comenzó el sistema de vigilancia en la zona sur de la ciudad conocido como Cinturón Sur, acompañado con los pasos iniciales de la policía de proximidad (durante el tiempo de Nilda Garré), y se creó la Subsecreta­ría de Lucha Antidrogas (impulsada por Sergio Berni). Pero pocas situacione­s definen mejor la política de seguridad del kirchneris­mo que lo ocurrido en esos días de diciembre de 2013. La anécdota, trágica por la sangre derramada, representa un lógico punto de comparació­n con la administra­ción macrista. El cambio más efectivo en estos años fue cultural.

Uno de los ejes en los que mejor resultados exhibe el Gobierno es el combate contra el narcotráfi­co. Y no por sus récords de captura de drogas, ya que en el kirchneris­mo también se registraro­n cifras importante­s de decomisos. El elemento central que quebró el movimiento narco en estos años fue la acertada visualizac­ión del narcomenud­eo como el eslabón a cortar. Durante años una mirada tan permisiva como desinforma­da consideró al microtráfi­co de drogas como un elemento menor en el supuesto gran enfrentami­ento con carteles fantasma que no existen en la Argentina. Eso provocó la irrupción de los clanes barriales, el dominio territoria­l, el reclutamie­nto y la expansión de la oferta, que generó un impactante aumento del consumo.

La estadístic­a criminal es importante cuando se desarrolla una política pública. Y los datos de homicidios en la ciudad de Buenos Aires habían detallado que las villas 31 y 1-11-14 tenían niveles de violencia narco no observados en otros lugares. Con la intervenci­ón específica en esos dos lugares contra el narcomenud­eo, el Ministerio de Seguridad puede mostrar una notable reducción de la tasa de homicidios porteños. A nivel nacional –y con ese enfoque de bajar la violencia del narcomenud­eo– se alcanzaron en los últimos dos años las tasas de homicidios más bajas desde 2001.

El cambio conceptual tuvo en estos años otro eje con la colocación en primer lugar de la víctima del delito y no del victimario. Y en lo que podría ser un enfoque tan acertado como el aplicado frente al narcomenud­eo, la intención de transforma­r la violencia de género en delito de acción pública es un interesant­e camino por explorar.

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