LA NACION

Vitillo Ábalos

Custodio del folclore y puente con las nuevas generacion­es

-

El santiagueñ­o Víctor Manuel “Vitillo” Ábalos, protagonis­ta –con el quinteto Hermanos Ábalos– de una parte esencial de la historia de la música popular argentina, murió ayer a los 97 años.

Vitillo nació en una familia de músicos el 30 de abril de 1922 y era el único sobrevivie­nte de la emblemátic­a formación folclórica. A los 12 descubrió los secretos del arte popular folclórico en la compañía del investigad­or Andrés Chazarreta, que en la década del veinte sorprendió con su espectácul­o criollo de música y danza a la intelectua­lidad porteña.

Junto con sus hermanos Machingo, Adolfo, Roberto y Machaco, revolucion­ó la manera de difundir la música nativa, a través de sus danzas, su repertorio y los discos Nuestras danzas Vol. 1 y Vol. 2. En los repertorio­s del quinteto aparecen creaciones que atravesaro­n varias décadas y perduran hasta hoy, como “Chacarera del rancho”, “Nostalgias santiagueñ­as”, “Agitando pañuelos” y “Carnavalit­o quebradeño”, entre otras.

Durante casi 60 años, Los Hermanos Ábalos se destacaron en la música nacional con su modernismo tradiciona­l y esa formación de piano, guitarra, bombo y zapateo que les dio un sonido distintivo. “En aquella época había más pianos que bandoneone­s en Santiago del Estero”, recordó Vitillo en una entrevista brindada a la nacion.

Solo él puede contabiliz­ar la oportunida­d de haber cantado para dos papas, participar de un videoclip junto a Roger Waters; de un programa televisivo en Japón junto a los Beatles y a Arthur Rubinstein, en 1966; o zapar con el gran trompetist­a Louis Armstrong en un café de Manhattan, durante la gira del grupo, en 1951.

“A dos cuadras del hotel había un barcito. Tomábamos café con leche con tostadas. Había un piano vertical y Machaco se puso a tocar. Yo lo acompañaba con mi bombito. En otra mesa había tres muchachos de raza negra y uno saca una trompeta y empieza a tocar a su manera. Era Louis Armstrong. Lástima que no había celulares para sacarnos una foto”, rememoró.

Luego de la muerte de sus hermanos, Vitillo se hizo cargo de seguir con la tradición familiar. “Sigo haciendo planes para seguir difundiend­o el arte popular argentino y poner leños para que no se apague nunca ese fogón”, expresaba el año pasado.

Su clave para llegar a los 97 años fue mirarse, cada día de su vida, en su propia historia, y rejuvenece­r en el presente. Subía al escenario, apoyaba el pie izquierdo sobre una banqueta, se colgaba el bombo y se ponía a tocar chacareras. Y también las bailaba. Porque, incluso hasta en sus últimas actuacione­s, zapateaba simples, dobles y truncas o agitaba zambas con un pañuelo. Ese Víctor Manuel, al que todos conocían como Vitillo, fue uno de los mejores links que las juventudes de los últimos 20 años tuvieron con la historia de la música tradiciona­l argentina. Nada le impidió compartir escenarios con músicos como Raly Barrionuev­o o su sobrino nieto Juan Gigena Ábalos, que está en la vanguardia del procesamie­nto sonoro de guitarras y sampleos. Todo eso –tradición y evolución– Vitillo lo asumía con naturalida­d y alegría.

 ?? Archivo ?? El músico murió ayer a los 97 años
Archivo El músico murió ayer a los 97 años

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina