LA NACION

De la historia al inodoro

- Graciela Guadalupe

“No pude ver entero el debate porque tenía gente en casa”.

(De Cristina Kirchner.)

“El sorpresivo anuncio de la firma del tratado de paz entre las FARC y el gobierno me pilló comiendo empanadita­s bogotanas en un figón del histórico barrio de La Candelaria [Colombia]”, escribió el articulist­a venezolano Ibsen Martínez para El País, en 2016.

A todos nos ocurre, en algún momento de nuestras vidas, pensar dónde estábamos y haciendo qué cosa el día en que ocurrió algo trascenden­te.

Cristina Kirchner, por ejemplo, dijo que no pudo ver entero el debate presidenci­al del domingo pasado porque tenía gente en su casa. Podría haberlo grabado para verlo después. Parece que no. Ese mismo desinterés ya había quedado plasmado cuando decidió ser la única candidata a vicepresid­ente que no viajaría a Santa Fe para estar junto a su compañero de fórmula durante el primero de esos dos encuentros ordenados por ley.

¿Lo hizo por desinterés o por bajarle el “precio” al asunto? La historia de sus defeccione­s –algunas mucho más graves– no deja de sorprender.

Ni Cristina Kirchner ni Néstor, que era entonces presidente, estuvieron en Cromañón cuando el incendio en ese boliche se cobró la vida de 194 personas. Néstor habló del tema 15 días después y Cristina, que era senadora, prefirió hacer las valijas e irse a Disney, de paseo con su hija.

Cristina tampoco estuvo en la Capital para entregarle los atributos del mando a Macri, ni antes en Tucumán, donde enfrentami­entos entre policías y ciudadanos derivaron en numerosas muertes. Para ese momento, en que también había saqueos en otras partes del país, Cristina bailaba sobre un escenario montado en la Plaza de Mayo con motivo de los 30 años de recuperaci­ón democrátic­a.

No la vimos en la tragedia ferroviari­a de Once (51 muertos) ni en la de Flores (11 fallecidos) ni en el voraz incendio en Barracas (10 víctimas mortales) ni en la inundación en La Plata, donde todavía hoy no se sabe cuántas personas perdieron la vida, aunque se calcula que casi un centenar. Tampoco cuando apareció muerto el fiscal Nisman.

La semana pasada, en una de sus giras de campaña y esperando una respuesta cívica conmovedor­a, Macri le preguntó a un nene qué va a decirles a sus hijos cuando le pregunten dónde estaba en octubre de este año de elecciones presidenci­ales. “Estaba en el baño”, dijo el chico. Está perdonado.

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