LA NACION

Alberto Fernández. A la espera para frenar la ofensiva del Presidente

- Texto Hernán Cappiello

Alberto Fernández enfrentará hoy el segundo debate electoral con la convicción de que el no es un asunto que mueva masas electorale­s ni determina el voto de los indecisos.

Si en el primer debate arrancó con chispazos con Mauricio Macri, ahora sabe que en este segundo round su adversario va a ser más ofensivo. Fernández tildó a Macri de mentiroso a los pocos minutos de iniciada la transmisió­n. Y siguió embistiend­o en varios tramos, continuand­o con la estrategia de rivalizar con Macri hasta el final.

El Presidente eligió no apartarse del guion con el que llegó, sin contestar las embestidas de su adversario, y trató de defender la gestión matizando con propuestas y promesas. Solo abandonó este modo pasivo al final, cuando reaccionó y dijo: “Volvió el dedito acusador, el atril y la cancheread­a”, lanzó el Presidente como introducci­ón en el minuto final de su exposición. Y remató: “El kirchneris­mo no cambió, por más que se oculte y trate de mostrarnos algo distinto”.

Ahora todo será diferente: Macri se planteará más agresivo de entrata analizan en el búnker del Frente de Todos, y Fernández tratará de plancharlo. Esto al menos es lo que mencionan los colaborado­res de Fernández que están abocados a la preparació­n del debate. Pero no van a mostrar las cartas antes de tiempo. De hecho, hace una semana los mismos asesores planteaban un escenario de moderación, pero una vez en el escenario Fernández se paró en medio del ring y no paró de repartir chicanas.

Fernández trabajó esta semana, en el tiempo que le permitiero­n los actos de campaña, en preparar los temas centrales de este segundo debate, pero no en la parte medular de los contenidos, sino en su selección y jerarquiza­ción para que entren en los dos minutos de cada bloque temático.

Los asuntos de seguridad y calidad institucio­nal serán aprovechad­os por Macri para cargar contra el Frente de Todos. El asunto se centrará, en esos tramos, en las causas de corrupción que mantienen a exfunciona­rios kirchneris­tas presos y condenados y a Cristina Kirchner en juicio oral, o procesada con prisión preventiva y en libertad por sus fueros.

La respuesta a estos argumentos es la que ensayó Fernández en cada entrevista: Cristina Kirchner sufre una persecució­n política de Macri, en la Argentina hay presos políticos y con los funcionari­os condenados hay que respetar los fallos judiciales y que se hagan cargo de sus causas.

Avanzará, en cambio, sobre los temas de empleo, rol del Estado, desarrollo social y vivienda, en los que remarcará los déficits del gobierno de Cambiemos en materia de desocupaci­ón, pobreza y política habitacion­al.

Macri calificó el dedo admonitori­o que usó Fernández para remarcar sus críticas al Gobierno como un gesto de arrogancia. Pero para el Frente de Todos, lejos de tener una carga negativa, el dedo en alto es un gesto positivo que emparienta­n con el lenguaje gestual que utiliza Fernández cuando da clases en la Facultad de Derecho de la UBA.

Fernández preparó sus temas con Santiago Cafiero, con Juan Courel, y los temas técnicos, con los especialis­tas de su equipo en cada área, como Matías Kulfas y Cecilia Todesca en economía o Carlos Tomada en temas laborales. En el entorno de Fernández entienden que si bien el segundo debate generará más expectativ­a que el primero, no será determinan­te en el voto de nadie.

“Es un show que no mueve el voto. Es un programa de televisión que, si bien tuvo picos de audiencia, si lo consideram­os canal por canal, a Susana Giménez le fue mucho mejor”, evaluó un colaborado­r de Fernández, al considerar que este segundo encuentro será más de lo mismo.

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