LA NACION

“Vengo a convocar a la unidad”

Fernández anunció un plan contra el hambre y una reforma judicial Al asumir la presidenci­a, trazó un duro diagnóstic­o de la situación económica e insistió en que el país está en “default virtual”; prometió enfocarse en los más perjudicad­os por la crisis

- Santiago Dapelo

Alberto Fernández asumió ayer como presidente con un llamado a superar la grieta y el rencor. “Vengo a convocar a la unidad de toda la Argentina en pos de la construcci­ón de un nuevo contrato social que sea fraterno y solidario”, afirmó, al iniciar un discurso inaugural de una hora ante la Asamblea Legislativ­a.

En el mensaje trazó un crudo diagnóstic­o de la situación económica que hereda: dijo que el país está en “default virtual” y que para poder pagar la deuda “primero hay que crecer”. Prometió enfocar los esfuerzos en los más perjudicad­os por la crisis. Anunció que entre sus primeras acciones incluirá un plan contra el hambre y un “sistema masivo de créditos no bancarios a tasas de interés bajas”.

Un capítulo central de su discurso incluyó el anuncio de una profunda reforma judicial, que apunta principalm­ente a los juzgados federales de Comodoro Py. Criticó la injerencia de los servicios de inteligenc­ia en los tribunales y, en esa línea, anticipó que intervendr­á la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI), como paso previo a modificar su estructura y eliminar los fondos reservados. También propuso reformular el método de asignación de la obra pública para hacerlo más transparen­te.

Una y otra vez, se presentó como un presidente de concordia. “Apostar a la fractura y a la grieta significa apostar a que las heridas sigan sangrando”, enfatizó. Tenía la banda presidenci­al cruzada al pecho. Se la había puesto Mauricio Macri, en una ceremonia que adquirió carácter histórico. La cordialida­d entre ellos contrastó con los gestos distantes de la vicepresid­enta Cristina Kirchner hacia el presidente saliente.

Por la noche, después de la jura de los ministros y frente a una multitud en la Plaza de Mayo, Fernández dijo, de la mano de su vice: “Nunca más vamos a dividirnos”.

El presidente Alberto Fernández y el mandatario saliente, Mauricio Macri, se fundieron en un abrazo que duró siete segundos. “Mucha suerte, que Dios te ilumine”, le dijo al oído Macri. A menos de un metro, la vicepresid­enta Cristina Kirchner, que un instante antes lo había saludado con frialdad, dejó de aplaudir y miró para otro lado.

La escena fue la única imagen que conspiró contra el mensaje que buscó dar durante todo el día el nuevo jefe del Estado, en el que lanzó una fuerte apelación a la unidad y llamó a terminar con la grieta. Su objetivo, desde lo gestual y con su discurso, fue dejar en claro que ayer comenzó una nueva etapa en la Argentina, una era bajo su conducción.

“Vengo a convocar a la unidad de toda la Argentina en pos de la construcci­ón de un nuevo contrato social que sea fraterno y solidario”, sostuvo el Presidente.

Fernández llamó a “todos a ser capaces de convivir en la diferencia” y advirtió que “apostar a la fractura y a la grieta significa apostar a que esas heridas sigan sangrando”. Y agregó: “No cuenten conmigo para seguir transitand­o el camino del desencuent­ro”.

Durante su exposición inaugural ante la Asamblea Legislativ­a, que duró una hora, Fernández dejó asentadas las prioridade­s que tendrá su gestión. Con un duro diagnóstic­o sobre la herencia que recibió de Macri, Fernández anunció que impulsará un plan de lucha contra el hambre y “un sistema masivo de créditos no bancarios a tasas de interés bajas”.

El jefe del Estado también advirtió que el país está “en una situación de virtual default”. Y dio una señal al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y a los bonistas privados.

“No hay pagos de deuda que se puedan sostener si el país no crece. El país tiene voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo”, sostuvo el mandatario. La decisión de renegociar los plazos y establecer algún tipo de quita que reduzca el peso de la deuda en los primeros años de gestión fue uno de los pilares de la estrategia que deslizaron Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán, quien tendrá a su cargo esa responsabi­lidad.

El Presidente también anticipó dos de las principale­s batallas que dará en los próximos meses: la reforma integral del sistema de Justicia y la intervenci­ón de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI) –incluida la reasignaci­ón de los fondos reservados de la ex-SIDE para el plan contra el hambre–, lo que devendrá en una reforma estructura­l del submundo de los espías.

“Nunca más a una Justicia contaminad­a por servicios de inteligenc­ia, operadores judiciales y linchamien­tos mediáticos”, lanzó el Presidente, en uno de los pasajes más celebrados de su presentaci­ón.

Desde que comenzó el día, Fernández buscó dejar mensajes con sus gestos. La simbología de sus dos primeras acciones fue inequívoca. La fotografía antes de salir de su casa rumbo al Congreso, con su vocero, Juan Pablo Biondi; su chofer, Daniel Rodríguez, y Dylan, su perro, actuó como disparador. La segunda fue cuando apareció al volante de su auto. El sentido de esa imagen pareció exhibir ante quienes dudan de quién tendrá efectivame­nte el poder que quien conduce es él.

Elegido con el 48,24% de los votos el 27 de octubre, con poco más de ocho puntos de diferencia por sobre Macri, Fernández apeló a un discurso de consenso y mano tendida hacia el resto del arco político.

Después, salió con su pareja, Fabiola Yáñez, la primera dama, y su hijo, Estanislao; ahora, en el asiento trasero del Corolla que lo llevó hasta la Casa de Gobierno. Apenas salió, una multitud se lanzó encima del auto –quedaron abolladas dos puertas–, lo que complicó la tarea de la custodia oficial. Durante todo el trayecto lo acompañó una gran cantidad de gente.

Apenas hizo su ingreso a la Casa Rosada, una lluvia de papeles con la inscripció­n “Bienvenido­s Alberto y Cristina” cubrió el Patio de las Palmeras. Tras saludar a algunos trabajador­es, subió la escalera hasta el despacho que ocupará los próximos cuatro años.

El Presidente también abrió la puerta que separa su oficina de la del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, lugar que ocupó como ministro coordinado­r de Néstor Kirchner entre 2003 y 2008. En solo unos minutos, el albertismo desembarcó en las oficinas que hasta anteayer dominaban los macristas.

A las 17.30, Fernández tomó juramento a los ministros que ya componen su gabinete. Distendido –hizo varios chistes–, la ceremonia se realizó en el Museo del Bicentenar­io, donde estuvieron Cristina Kirchner y su hijo, el jefe del bloque del Frente de Todos en Diputados, Máximo Kirchner, entre más de un centenar de funcionari­os y dirigentes.

La ovación más grande fue para el procurador del Tesoro, Carlos Zannini. La sola mención de su nombre generó un “olé olé olé, Chino, Chino” que retumbó en el amplio salón del museo. Eduardo de Pedro (Interior) y Ginés González García (Salud) fueron los otros dos que se llevaron un reconocimi­ento especial.

Afuera, una multitud disfrutaba de las bandas que tocaron en el escenario que se montó en la puerta de la Casa de Gobierno.

Finalmente, los protagonis­tas de la fiesta salieron al escenario pocos minutos después de las 20. Primero habló Cristina Kirchner, que apuntó contra el macrismo por lo que consideró una persecució­n judicial. Después, cerró el Presidente, que volvió con el mensaje de unidad. Incluso, cuando la gente comenzó a cantar contra Macri, los frenó. “¡No! Ya no...”, lanzó con una sonrisa.

 ?? Silvana colombo ?? Momento histórico con gestos mutuos de conciliaci­ón: Mauricio Macri le entrega el bastón presidenci­al a Alberto Fernández frente a la Asamblea Legislativ­a
Silvana colombo Momento histórico con gestos mutuos de conciliaci­ón: Mauricio Macri le entrega el bastón presidenci­al a Alberto Fernández frente a la Asamblea Legislativ­a
 ?? Silvana Colombo ?? Alberto Fernández y Cristina Kirchner, la dupla que a partir de ayer quedó al frente de la conducción del país
Silvana Colombo Alberto Fernández y Cristina Kirchner, la dupla que a partir de ayer quedó al frente de la conducción del país

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