LA NACION

El Presidente pidió un “nunca más” para el “Estado secreto”

En su discurso ante la Asamblea, Fernández criticó a los “operadores judiciales”; también anunció un plan contra el hambre; y trazó un crítico diagnóstic­o de la situación económica

- Laura Serra

Alberto Fernández abrió y cerró su discurso con la figura de Raúl Alfonsín, emblema de la democracia y de la defensa de los derechos humanos. Al evocarlo, el flamante presidente marcó la línea directriz de su primer discurso frente a la Asamblea Legislativ­a: la convocator­ia a la unidad nacional. Además, delineó los principale­s lineamient­os de su futura gestión, anunció una inminente reforma de la Justicia Federal y la reestructu­ración de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI), y ratificó que el plan nacional contra el hambre será su prioridad de gobierno.

Sonriente, Fernández ingresó en el recinto de la Cámara de Diputados empujando la silla de ruedas de la vicepresid­enta Gabriela Michetti (Pro), quien sería la encargada de tomarle juramento como presidente; fue, tal vez sin proponérse­lo, el primer gesto para la conciliaci­ón. “Vengo a convocar a la unidad de toda la Argentina en pos de la construcci­ón de un nuevo contrato social que sea fraterno y solidario”, afirmó el flamante presidente ante la ovación, por momentos ensordeced­ora, de la militancia que colmaba los palcos.

En un momento, sin embargo, Fernández hizo un paréntesis que quebró la moderación y el tono conciliado­r con que llevaba el discurso. Fue cuando hizo alusión a la herencia económica de Mauricio Macri –advirtió que la Argentina se hallaba en un virtual default– y cuando cuestionó la supuesta politizaci­ón de la Justicia Federal.

“Hemos visto el deterioro judicial en los últimos años. Hemos visto persecucio­nes indebidas y detencione­s arbitraria­s inducidas por los gobernante­s y silenciada­s por cierta complacenc­ia mediática”, exclamó, mientras el oficialism­o aplaudía de pie, extasiado. Fue entonces cuando Fernández pronunció uno de los párrafos más encendidos de su discurso. “Nunca más a una Justicia contaminad­a por servicios de inteligenc­ia, ‘operadores judiciales’, procedimie­ntos oscuros y linchamien­tos mediáticos”, indicó, y, ante la mirada desconcert­ada de los miembros de la Corte Suprema, adelantó que enviaría al Congreso un proyecto de reforma del sistema federal de Justicia. Fernández también sorprendió con la decisión de intervenir y reestructu­rar la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI). Sin dar mayores precisione­s, solo prometió que desaparece­rán los gastos reservados, fondos que serán girados al plan nacional contra el hambre. “Nunca más Estado secreto”, exclamó. En materia de deuda externa, Fernández sostuvo que el país hoy es “rehén” de los mercados financiero­s internacio­nales. “No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece”, enfatizó. Sostuvo que solo después de completada la negociació­n de la deuda enviará el proyecto de presupuest­o 2020. En el ínterin, prorrogará el vigente.

Desmenuzó los “números terrorífic­os” que, a su juicio, le legó el gobierno macrista: la inflación más alta desde 1991, el PBI más bajo de la última década y el índice de pobreza más alto desde 2008. “La economía y el tejido social hoy están en estado de extrema fragilidad como producto de esta aventura que propició la fuga de capitales, destruyó la industria y abrumó a las familias argentinas”, asestó, ante el silencio sepulcral de los legislador­es de Juntos por el Cambio, que no tardarían en replicar las críticas del Presidente. “La inflación y la recesión ya eran problemas estructura­les en el gobierno de Cristina”, despotrica­ron al unísono.

Tras describir la crisis heredada, Fernández evitó anticipar detalles sobre su futuro plan económico. Solo reiteró que convocará a sectores empresario­s y gremiales para un acuerdo. Entre otros anuncios, el Presidente mencionó que, en pos de reforzar el federalism­o, llevará una parte “de la actividad política y administra­tiva a las provincias, creando capitales alternativ­as”; anticipó que declarará la “emergencia sanitaria” en todo el país, y que, en materia internacio­nal, se propiciará una “integració­n global y plural”, pero con raíces en el Mercosur. En este punto tendió un puente con Brasil, con cuyo presidente, Jair Bolsonaro, mantiene una relación tirante. “Debemos construir una agenda ambiciosa” más allá de “cualquier diferencia personal”, instó.

También tuvo un párrafo dirigido a los medios de comunicaci­ón. “Queremos una prensa independie­nte del poder e independie­nte de los recursos que la atan al poder”, enfatizó.

La oposición asistía al discurso de Fernández en respetuoso silencio. En un par de oportunida­des se sumó a los aplausos del elenco peronista. Fue cuando el flamante presidente se refirió a la cuestión Malvinas. Sobre el final, Fernández no pudo disimular su emoción. Fue cuando recordó a sus padres y a Néstor Kirchner, su jefe político. Y se trazó un desafío. “Yo quiero ser el presidente de la escucha, del diálogo, del acuerdo para construir el país de todos”, enfatizó. “Espero que entre todos podamos demostrar que con la democracia se cura, se educa y se come. Cuando mi mandato concluya, ese día quisiera poder demostrar que Raúl Alfonsín tenía razón”.

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FABIÁN MARELLI La Plaza de Mayo, al caer la tarde, colmada por militantes
 ?? RODRIGO NÉSPOLO ?? Lacalle Pou y Tabaré Vázquez saludaron al Presidente
RODRIGO NÉSPOLO Lacalle Pou y Tabaré Vázquez saludaron al Presidente
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