LA NACION

Macri se despidió con la satisfacci­ón de un traspaso sin sobresalto­s

El presidente saliente llegó con sus ministros y se fue sin escuchar el discurso de Fernández; “me llevo muchas cosas lindas”, afirmó

- Jaime Rosemberg

Mauricio Macri esperó paciente y silencioso en una antesala mientras la marcha peronista tronaba en el recinto. Lo mismo ocurrió al ingresar al hemiciclo de Diputados, en el que Alberto Fernández lo recibió con un abrazo, mientras Cristina Kirchner lo saludaba sin mirarlo. “¿Te doy la banda ahora?”, le preguntó al flamante presidente, en algún instante de duda, que para su suerte duró unos pocos segundos.

En el caluroso mediodía del martes, y más allá de los cánticos y las dudas, Macri logró lo que vino a buscar al Congreso: entregarle la banda y el bastón a su sucesor y convertirs­e de ese modo en el primer presidente constituci­onal no peronista en terminar su mandato desde el surgimient­o del justiciali­smo.

El breve momento de entrega, coronado por aplausos y un abrazo aún más efusivo, llegó después de varias horas de preparació­n, que incluyeron algo de nervios, un poco de nostalgia anticipada por dejar el poder, y la compañía de su familia y sus ministros. Por la mañana, en Los Abrojos, Macri decidió ir sin Juliana Awada al acto de traspaso. “No viene, pobre. ¡Qué culpa tiene!”, bromeó en un diálogo privado horas antes de emprender el viaje desde la quinta heredada de su padre, Franco, que fue su refugio durante su mandato y que será su hogar de ahora en más.

En el camino, por tierra y solo acompañado por su secretario, Darío Nieto, y su asesor digital, Isidro Escalante, repensó el diálogo que había tenido con allegados la noche anterior, a quienes les había expresado su confianza en que todo saldría bien. “Me imagino que ellos intentarán mejorar respecto del 1º de marzo pasado”, confió a un allegado, en relación con los silbidos que lo acompañaro­n en la apertura de sesiones del Congreso, en marzo de 2018. Esperaba un traspaso “tranquilo y respetuoso”, como había afirmado el lunes al mediodía, en su último encuentro con los periodista­s acreditado­s de la Casa Rosada.

De todos modos, Macri llamó a varios diputados del bloque que ahora encabeza Christian Ritondo antes de salir. “Salgan a bancar, nos va a criticar mucho por el tema deuda”, les advirtió, adivinando que el endeudamie­nto público sería uno de los temas en los que Fernández centraría sus críticas más duras durante su discurso, y no se equivocó. “No fue para tanto, algo te tienen que criticar y el Congreso no es un colegio de señoritas”, matizó un diputado Pro que quiere buenas relaciones con el flamante oficialism­o.

Caravana

En el camino al Congreso se sumaron a la caravana los ministros de su gabinete, esta vez sin inasistenc­ias. Entraron al Congreso por la calle Entre Ríos y, a diferencia de su jefe, algunos de ellos –Patricia Bullrich, Guillermo Dietrich, Hernán Lombardi– se llevaron las burlas y los gritos de “chau” de muchos periodista­s que los vieron pasar por el salón de los Pasos Perdidos.

Con paso firme y rápido, Macri recorrió el largo corredor e ingresó en la antesala, donde esperó el momento cumbre que llegaría minutos después.

La sintonía con Fernández durante la ceremonia no se rompió en ningún momento. Macri se quedó con la lapicera en la mano esperando a su sucesor, que demoró unos instantes saludando a Gabriela Michetti antes de rubricar el traspaso del poder. Atenta, Cristina Kirchner pidió otra lapicera a un asistente y, así, evitó emplear la que había utilizado Macri, en otro gesto de diferencia­ción.

“Será un proceso, pero me llevo muchas cosas lindas. Esto es histórico, como lo del sábado, que fue increíble”, reflexiona­ba un Macri sentimenta­l al salir del Congreso rumbo, otra vez, a Los Abrojos, donde disfrutarí­a de un asado con sus amigos más cercanos, entre ellos, José Torello, uno de quienes lo acompañó al Parlamento.

Su salida fue veloz: luego de saludar a Fernández, abandonó el recinto sin quedarse a escuchar el discurso del nuevo presidente. “Así estaba planeado”, lo justificar­on en su entorno. En la quinta lo esperaba Juliana, que poco más tarde escribiría un largo tuit en el que expresaba su “profunda admiración” por su marido y lo calificaba de un “verdadero servidor público”.

“Estaba muy entero, se bancó todo muy bien, y Fernández estuvo a la altura de la hora, cuando alguno nos quiso putear, él los calló”, reflexionó un ministro. “Esta era la fiesta de los que ganaron, la fiesta de Alberto, y estuvo bien”, continuó otro de los leales a Macri, quien quedó “contento y muy tranquilo de cumplir con algo tan simple como es la institucio­nalidad y la Constituci­ón”, según expresaron muy cerca del ya expresiden­te.

Con menos sobresalto­s de los esperados en el acto final, y un dejo de tristeza por lo que no pudo ser, Mauricio Macri empezó a transitar el incierto camino del llano político.

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Ignacio sÁnchez Macri llegó al Congreso para un traspaso presidenci­al histórico; lo acompañaro­n sus ministros

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