LA NACION

A lo grande

- Texto | Foto Julián Lichene @lucaaschav­es1 para la nacion

Argentinos quiere el título y al arquero Chaves dice: “Nos hacemos cargo del lugar en el que estamos”

rgentinos Juniors culmina el año como puntero del campeonato en soledad, un escalón arriba de Boca, Lanús y Vélez... Y será así por lo menos hasta el domingo 19 de enero, cuando River, el único club que le puede dar alcance, visite a Independie­nte, en un partido postergado de la 14a fecha. No existe una única explicació­n futbolísti­ca para este momento, aunque la solidez defensiva se transformó en un puntal y en ese contexto se destacan las actuacione­s del arquero.

Lucas Chaves no es del grupo de los guardavall­as “atajadores”. Demostró saber jugar con los pies y esa virtud hay que buscarla en la niñez, en su Fuerte Apache

natal: “Siempre miraba al colombiano Oscar Córdoba. Para mí fue uno de los mejores, por su técnica y personalid­ad”.

Afianzado en el arco de Argentinos, Chaves, de 24 años, tiene un futuro prometedor. Difícil en el mano a mano, rápido de piernas y seguro en el juego aéreo, a pesar de una estatura promedio –1,79m–, Pochi, como se los apoda a muchos jugadores de la historia de este país, es un producto de los potreros. El barrio Ejército de los Andes –Fuerte Apache– fue su ambiente natural como patriótico, si pensamos en aquella frase que replicó el Maestro Tábarez: “La patria es la infancia”.

–¿Qué te dió jugar en los potreros?

–Me divertía. Pero siempre quería ganar. Ahí te pegan una patada y no pasa nada. Jugábamos por plata, una gaseosa era la Copa del Mundo. El potrero te da carácter y habilidad.

–En oportunida­des, Fuerte Apache es un lugar estigmatiz­ado con los tiros y la delincuenc­ia.

–Ahí fui feliz. Tiene las cosas malas, pero también hay gente trabajador­a como en cualquier lado. Yo estoy orgulloso de haber salido de ahí y tengo una familia que siempre me marcó el camino y vive en el mismo lugar. Desde ese lugar también se puede crecer. Para nosotros, en ese sentido, Tevez fue un referente. También salió Thiago Almada [joven promesa de Vélez].

–¿Siempre pensaste en ser arquero?

–Arranqué a jugar al baby fútbol a los cuatro años en el club Villa Reconquist­a, de Ciudadela. Tengo un hermano más grande y él atajaba, fue un poco mi espejo. Después, me fui a jugar a Estrella de Maldonado, estuve tres años en Newbery y con edad de 9na llegué a River. Desde octava estoy en Argentinos.

–¿Qué se siente cuando te hacen un gol, cómo se supera ese momento? Hay una frase de Bonavena que decía cuando te sacan el banquito, te quedás solo. ¿Hay algo parecido con el arquero?

–El arco es tu casa, tenés que defenderla. Cuando te hacen un gol sentís que defraudast­e. Trato de superarlo rápido, porque no hay tiempo de lamentarse. Y después del partido analizás si fue tu culpa, si cometiste un error. Esos pequeños detalles son los que hacen la diferencia.

–¿Qué delanteros te generan más preocupaci­ón?

–El más difícil es el jugador técnico, el que tiene buen control y definición. El distinto, el de más calidad, el que se saca un jugador de encima fácil.

–¿Tomás dimensión de lo que significa ser jugador de primera división?

–Sé lo que significa y representa, también que hay muchas personas que quisieran estar en mi lugar. Gracias a Dios puedo estar trabajando de esto, de lo que soñé. Y lo valoro por todo lo que me costó llegar.

–¿El trabajo se disfruta o es más fuerte la responsabi­lidad?

–Yo lo disfruto mucho. Obviamente, que también hay momentos malos, aunque del mismo modo son los que te ayudan a crecer y a aprender.

–Hablaste del apoyo de los padres y hoy, hasta en el baby fútbol, se ve mucha presión sobre los chicos para que ellos salven económicam­ente a la familia. ¿Cómo fue en tu caso?

–Mi familia siempre respetó todas mis decisiones. Ellos me apoyaban para que me divirtiera, hicieron un gran esfuerzo para que no me faltara nada, para viajar... Nunca tuve esa presión, para mí fue un alivio.

–¿Cómo recordás el debut en Primera?

–Fue el 5 de junio del 2017, contra Boca Unidos, de local, y en la B Nacional. Salió todo muy bien, ganamos 3-0. No me tomó por sorpresa, en la semana ya sabía que iba a atajar, porque el arquero titular había llegado a la quinta tarjeta amarilla. El entrenador era [Gabriel] Heinze. Pensaba en cosas positivas y negativas, pero sentí el apoyo de todos mis compañeros. Después de debutar volví al banco y dos fechas antes de terminar el campeonato volví a atajar. Ascendimos, se marchó Heinze y asumió Alfredo Berti. No empecé de titular, recién en la tercera fecha, con River, volví a jugar y me fui bien. Y desde ahí agarré continuida­d.

–¿Cómo es el trabajo de Diego Dabove?

–Es un técnico muy claro, te baja el mensaje de lo que necesita a partir de lo que podemos dar. Explica todo antes de los trabajos y después nos pide intensidad. Trabaja mucho. Somos un equipo muy rompepelot­as, como le gusta decir él.

–Se armaron para sacar muchos puntos para no sufrir con la tabla de los promedios, pero quedan siete fechas y están punteros. ¿Sube la adrenalina o están tranquilos?

–Este equipo se armó primero para salvarnos del descenso y después para entrar a alguna copa internacio­nal. Partido a partido fuimos evoluciona­ndo. Hace varias fechas que estamos en la cima, pero vamos con tranquilid­ad. Nos hacemos cargo del lugar en el que estamos.

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Fotobaires Lucas Chaves es el arquero de Argentinos, que termina el año en lo alto de Superliga y quiere coronarlo en las 7 fechas que restan
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chaves entre gastón machín y leo pisculichi, dos amigos de la vida que le regaló argentinos Juniors

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