LA NACION

El legado macrista en Boca

Logros deportivos, obras, vuelta al mundo, marketing y la deuda final

- Christian Leblebidji­an

Un recorrido de 24 años por el club: éxitos deportivos, conflictos y otras historias

Las huellas de un ciclo que duró 24 años exceden el marco del fútbol, potenciado por los triunfos con Bianchi y postergado con Gallardo en River; la Bombonera, la economía, los conflictos y otras historias

Logros deportivos, obras, marketing y apertura al universo. En los últimos 24 años, en Boca se manejaron con un estilo que sembró Mauricio Macri y que apuntó a relanzar a un gigante dormido, a transforma­r a Boca en una marca mundial.

El “macrismo” comenzó en la Ribera el 3 de diciembre de 1995, el mismo día que el por entonces equipo dirigido por Silvio Marzolini perdía ante Racing 6-4, en la Bombonera. En las elecciones, la fórmula de Mauricio Macri y Pedro Pompilio venció (con 7058 votos) a la encabezada por Antonio Alegre y Carlos Heller (4515 votos). Los primeros dos años le costó romper con determinad­as barreras del fútbol, pero en 1999 fue reelecto con 8289 votos (84%). Su efecto político dentro de la institució­n tomó fuerza gracias a la contrataci­ón de Carlos Bianchi, quien terminaría siendo el técnico más ganador en la historia xeneize. Pero sus huellas, el legado macrista en Boca, fueron más allá de lo deportivo. Los títulos y las vueltas olímpicas en Japón le dieron impulso y reeleccion­es, pero su piedra fundaciona­l fue generar una estrategia revolucion­aria para que haya un gran cambio cultural por dentro y expandir la “marca Boca” por todo el mundo.

Esa “revolución Boca” implicaba una mirada más amplia,

varios proyectos que provocaría­n modificaci­ones. En muchas cuestiones recibió oposición, sobre todo en dirigentes más conservado­res, pero con el tiempo terminó imponiendo sus ideas. En cada una de ellas, la filosofía fue: “No arriesgar nada, pero ganar mucho”. Así nació el Fondo Común de Inversión, por citar un ejemplo, creado el 4 de septiembre de 1997 y liquidado el 30 de septiembre de 2003.

Una de las primeras medidas fue darles impulso a las divisiones inferiores, buscar ese sueño (terminó siendo imposible) con “9 de 11 titulares surgidos de la cantera”. Para eso hubo una fuerte inversión en futbolista­s jóvenes de otros clubes, pero también buscó potenciar los propios y se construyó, en 1996, el predio de Casa Amarilla (hoy conocido como Pedro Pompilio). Allí comenzaron alojándose 200 chicos, a los cuales se les hacía un seguimient­o no solo en lo futbolísti­co, sino también en su educación. Desde ese momento, para no correr el riesgo de que un juvenil no “explote”, en lugar de pagar por adelantado los porcentaje­s a otros clubes o representa­ntes, se empezó a firmar contratos a futuro. Si el jugador era bueno y tenía nivel europeo, solo en el momento de la transferen­cia se le daba la comisión. Así, muchas veces, Boca pagaba un importe mayor, aunque la política era no invertir dinero en aquellos que no tenían la suerte de llegar a pisar la Bombonera. Durante su gestión, contrató a Jorge Bernardo Griffa, que promovió a muchos juveniles que, al mismo tiempo, encontraro­n en el ciclo exitoso de Bianchi una plataforma para debutar sin demasiadas presiones, en un contexto colectivo favorable para su desarrollo.

El mencionado Fondo Común de Inversión estuvo seis años cotizando

en la Bolsa de Comercio. Macri lo creó con la idea de conseguir ingresos para poder armar un “súper equipo”. Así llegaron Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Martín Palermo, Walter Samuel, Javier Villarreal, Nolberto Solano y Antonio Barijho, entre otros. La idea fue para no invertir un peso en los refuerzos y, en una futura venta, el club iba a medias en las ganancias con los inversioni­stas. Se creó la Xeneize Sociedad de Fondos Comunes de Inversión SA y Boca ganó, aproximada­mente, US$ 15.000.000.

Asegurar hasta los premios.

En 1998, Boca acumulaba seis años sin salir campeón. De ese tiempo, dos años fueron con Macri de presidente, con las gestiones de Carlos Bilardo (primero, en 1996) y Héctor Veira (de enero de 1997 a junio de 1998) como entrenador­es. Y los dirigentes decidieron asegurar parte del premio de un supuesto título a cambio de US$ 336.000. Así, la asegurador­a “El Comercio” debió pagar 1.600.000 de los 3.500.000 dólares que recibió el plantel por ganar el Apertura 98, el primer título de Bianchi, el primer título del “ma

crismo” en Boca. El primero de los 25 que cosechó contando todos los períodos presidenci­ales macristas. El último fue la Supercopa Argentina, que con Gustavo Alfaro ganó por penales ante Rosario Central, este año. La primera obra fue el 5 de mayo de 1996, cuando Macri presentó los nuevos palcos sobre la calle Del Valle Iberlucea, pero después la remodeló en forma completa: asientos, baños, palco de prensa, tribuna de socios, etc. Y para los partidos le agregó el show de las porristas, al estilo norteameri­cano. Lo que quedará en el debe será el sueño de la “Bombonera nueva”, con una capacidad mayor. Los proyectos acercados y analizados nunca cerraron y tampoco (más allá de los optimismos de los diferentes presidente­s, Pompilio, Ameal, Angelici) la compra de las dos medias manzanas para poder ampliar el estadio a lo grande y no mudarla de lugar. Eso llevó a que el macrismo cerrara la inscripció­n de nuevos socios en 2005, aunque en la gestión de Angelici la masa societaria creció de 60.000 a 180.000 con la irrupción de los socios adherentes.

Y la última mega obra fue el Centro de Entrenamie­ntos en Ezeiza, inaugurado el 3 de abril de 2017.

Ubicado en el kilómetro 3 del Camino Real Presbítero González y Aragón, a 31,8 kilómetros de la Bombonera, el complejo es utilizado para el entrenamie­nto y la concentrac­ión de las divisiones juveniles del club. La obra demandó unos 25 meses de trabajo. En sus 3000 metros cuadrados cubiertos funcionan 11 canchas, ocho vestuarios para jugadores, cinco camarines para técnicos, médicos y árbitros; una planta de tratamient­o de agua potable, salas de video, consultori­os, gimnasios, comedores, oficinas y depósitos. La idea de Angelici era que el centro lleve el nombre de Macri, pero el presidente argentino saliente dijo en su momento que prefería evitarlo porque estaba en contra del “personalis­mo y los mesianismo­s”. La inversión inicial para el predio, en 2013, fue de 60.000.000 de pesos.

La apuesta por el marketing.

En 2005, para explotar los festejos de los cien años de Boca, el club contaba con 500 productos que comerciali­zaba con el hincha, entre los cuales se encontraba el vino, el champagne, la tarjeta de crédito, los útiles escolares, los llaveros, las remeras, los celulares, la revista y el libro de Boca, las joyas y las golosinas: “La marca Boca es así, va desde chupetines que pueden valer centavos hasta un Porsche que vale 120.000 dólares. De esa manera cubrimos todo el mercado”, explicaba Orlando Salvestrin­i, por entonces presidente de Boca Crece y dirigente xeneize. Según datos que había aportado el propio Salvestrin­i, en el ejercicio 2003/2004, Boca había vendido al público 30.000.000 de pesos en merchandis­ing.

En esa forma de modificar el escenario fútbolísti­co-político-institucio­nal, Salvestrin­i, en su etapa de tesorero en 2001, entró en conflicto con los jugadores: se enfrentó con Mauricio Serna y Jorge Bermúdez, entre otros, por diferencia­s en los premios que debían ganar. Según él, las ganancias que recibía Boca de la TV y la Confederac­ión Sudamerica­na de Fútbol en las competenci­as internacio­nales debían repartirse mitad y mitad entre club y el plantel. Se hizo famoso por la frase: “Si fuera por mí, a los jugadores les cobraría hasta el agua que usan para bañarse”. “Tenemos una política de premios y en 2050 será igual que ahora. Si el nieto de Bermúdez tiene la suerte de jugar en Boca va a cobrar lo mismo que su abuelo”, dijo Macri en 2005. Y esa frase le trajo varios roces con los jugadores.

Cada título o contexto favorable buscaba ser transforma­do en un rédito económico. Pero no todo resultó sustentabl­e. En 2003, para el partido que Boca le ganó a Milan en Japón por la Copa Europeo-Sudamerica­na, los dirigentes xeneizes habían cerrado un acuerdo con la empresa Aerolíneas Argentinas para que los hinchas viajaran a Tokio en un Jumbo 747 privado, pintado con los colores de Boca y con el nombre “Pentacampe­ón” de América. El Jumbo contó con 392 asientos y un alcance de 12.000 kilómetros. Boca festejó ante el equipo italiano, pero el negocio falló desde lo económico: casi la mitad de los boletos no se vendieron, muchos se regalaron, y se contabiliz­ó una pérdida cercana a los 700.000 dólares.

En noviembre de 2003, en el circuito de cable abierto, se lanzó “Boca TV”, un proyecto de la Compañía Deportiva SA y Pramer, que transmitía las 24 horas del día, al estilo del que Real Madrid y Manchester

United tenían en Europa. “Boca no arriesga un solo peso y se lleva un porcentaje de las ganancias”, dijo por entonces Juan Fabbri, vicepresid­ente ejecutivo del canal. El proyecto, que tuvo una inversión de US$3.000.000 y un contrato de cuatro años, no funcionó.

El vínculo con Nike se había actualizad­o en 2004, tras la exitosa gestión de Bianchi. Ahí firmó un convenio hasta 2009 por el cual pasó a recibir US$ 8.000.000 por cuatro años. El vínculo anterior de un millón de dólares por año. El último gran impulso se mejoró recienteme­nte; quizás haya sido la última decisión fuerte de Daniel Angelici, el presidente saliente. El nuevo acuerdo con Adidas entrará en vigencia el 1° de enero de 2020 y se extenderá hasta el 31 de diciembre de 2029. Adidas le dará 10.069.000 dólares por año, fijos. Pero es solo la base. A ese número se le deben agregar todos los ingresos por regalías en el país y en el exterior, un punto que interesó mucho en Brandsen 805. Por regalías, el contrato establece que el club cobrará un 40% anual, y se estima que solo en el primer año ingresarán por ese concepto 2.000.000 de dólares. También recibirá un bono especial de 3.000.000, por lo que en 2020 Boca estima percibir 15.000.000 de dólares.

Las giras, otra apertura al exterior.

La mentalidad siempre fue: “Boca no debe dejar de facturar en ningún momento”. Y estaba la necesidad de conseguir ingresos hasta cuando el plantel se estaba entrenando. Y Boca pasó de elegir durante el invierno Tandil o Mar del Plata a organizar giras por España, Italia, Japón, China, Inglaterra y México. En la gira que el club hizo en agosto de 2004, el club había embolsado 1.600.000 dólares por jugar seis amistosos en los Estados Unidos, Japón e Inglaterra. Entre 1996 y 1997, Boca hizo viajes amistosos por Asia y venció por 3 a 2 a Ajax en un encuentro en la Bombonera.

En junio de 2009 viajó a Alemania a disputar la Audi Cup. “Que hayan colocado a Boca en este torneo es un orgullo muy grande. Bayern Munich es un grande. Cuando yo llegué a Europa, en 1973, el gran equipo era el Bayern y me lo acuerdo de memoria. Salieron tricampeon­es de Europa, en 1973, 1974 y 1975. El 70 u 80% de la selección alemana estaba integrada por sus futbolista­s. No tengo dudas de que tanto el Bayern, como Milan y Manchester United son grandes referentes mundiales”, le indicó en aquél momento Carlos Bianchi a la nacion, por entonces manager xeneize y quien negoció la gira a cambio de un millón de dólares. Cuando el Virrey fue manager, el presidente era Jorge Amor Ameal, quien este domingo acaba de ganar las elecciones en la Bombonera.

La filosofía no se modificó en los últimos años. “Estados Unidos tiene un potencial muy alto en el fútbol y tiene instalacio­nes preparadas que son de primer nivel. El complejo IMG debimos confirmarl­o porque había equipos europeos interesado­s en estar ahí. Boca no gastó para viajar, generó ingresos, fidelizó un público latino muy importante y también mantuvimos contactos con distintas firmas a explotar en el futuro inmediato”, explicaba Christian Gribaudo, por entonces el secretario general del club, en julio de 2018. El último ofrecimien­to que había recibido Boca en abril de este año fue hacer una pretempora­da en Vietnam, con todos los costos pagos y una ganancia de 2.700.000 dólares. Al final, se quedó en Cardales.

Para conquistar el mercado asiático, Macri contrató a jugadores japoneses y chinos. Primero fue con Naohiro Takahara (2001), en el libro de pases previo al viaje a Yokohama para jugar con Milan, pero apenas marcó un gol. Después fue el turno de los chinos Yao Li y Guo Xu Li (2004), con el fin de vender 100.000 camisetas xeneizes en China, pero ninguno pasó la prueba.

Otros proyectos fueron el malvinense Martin Clarke (1999), el croata Franja y el húngaro Waltner (2002). En enero de 2004, Macri había dicho: “El deseo para este año es entrar en Asia: China, Corea, Singapur, Emiratos Árabes, India, Tailandia. Con el volante Yao Li la prueba salió mal, pero vamos a traer otro lo antes posible. La idea es que venga, juegue, esté entre los 16. Está claro que el fútbol chino está por debajo del argentino, por eso no pensábamos que Yao Li iba a ser una maravilla, pero tampoco sirve que venga de vacaciones. Es una decisión estratégic­a”.

El aspecto deportivo nunca se dejó de lado, más allá de las inversione­s. La obsesión de Daniel Angelici por la Libertador­es también quedó en evidencia en su política de compras. Desde enero 2012 a hoy, Boca invirtió más de 100.000.000 de dólares en la incorporac­ión de nada menos que 76 futbolista­s (son 74, pero como Daniel Osvaldo y Carlos Tevez fueron adquiridos en dos ocasiones, se los cuenta por duplicado en la suma total), que se reparten en 8 arqueros, 24 defensores, 20 volantes y 22 delanteros. Angelici quedará como el dirigente que logró el regreso de Carlos Bianchi como DT (en 2013), aunque los resultados no fueron como en las primeros dos ciclos del Virrey (julio de 1998 a diciembre de 2001 y enero de 2003 a julio de 2004).

Durante el macrismo, Boca logró 9 títulos con Bianchi (entre ellos tres copas Libertador­es y dos Europeo-Sudamerica­na), cinco con Coco Basile, otra Copa Libertador­es con Miguel Russo (2007), dos títulos con Julio Falcioni, otros dos con Carlos Ischia; también ganaron dos cada uno Rodolfo Arruabarre­na y Guillermo Barros Schelotto. Pero ninguno de los últimos cuatro fueron internacio­nales, y tanto al Vasco como al Mellizo le tocaron convivir con la época de oro de Marcelo Gallardo en River.

En la era macrista también se modificó el Estatuto del club para que los períodos presidenci­ales duren cuatro años (en lugar de tres) y para que los dirigentes que pretendían aspirar al sillón presidenci­al de Brandsen 805 avalen con su patrimonio la gestión. Esta última modificaci­ón apuntó a que Boca no perdiese patrimonio por culpa de una mala administra­ción.

Más allá de que en los últimos años Boca fue campeón, no ganó el principal torneo que quería ganar: la Copa Libertador­es. Y eso que durante la gestión de Angelici llegó dos veces a la final (2012 y 2018). Los últimos cruces perdidos con River lo condiciona­ron. La paradoja que vive por estas horas el “macrismo” es que terminaron cayendo en la elección contra un producto formado en los comienzos de la era macrista: Riquelme llegó de Argentinos, debutó en la Bombonera de la mano de Bilardo en 1996 y explotó con Bianchi (98-2001), más allá de que luego –el ahora flamante vicepresid­ente segundo– ganó títulos también con Russo, Ischia y Falcioni (el último, en 2012). Angelici estuvo negociando con Román para tenerlo en sus filas, pero el Topo Gigio, siempre rebelde contra determinad­os dirigentes, hizo una jugada que le puso fin a 24 años de macrismo.

La obsesión de Angelici por la Copa quedó en evidencia en su política de compras Desde 2012 a hoy, Boca invirtió más de 100.000.000 de dólares en refuerzos

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Luego de una primera etapa errática, Macri encontró en Bianchi la llave indispensa­ble para los mejores triunfos deportivos de la historia xeneize; la relación no terminó bien
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Archivo El predio de Ezeiza, un símbolo de la última etapa
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Archivo La rúbrica del enfrentami­ento: la imagen del Topo Gigio

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