LA NACION

El estrellato pop, Roxette, y una lucha conmovedor­a

- Martín Artigas

Marie Fredriksso­n, integrante del dúo sueco Roxette, murió, a los 61 años. Así lo confirmó la familia de la cantante a través de un breve comunicado difundido por distintos medios del país escandinav­o anteayer. “Con gran tristeza tenemos que anunciar que una de nuestras artistas más grandes y queridas se ha ido. Marie Fredriksso­n murió en la mañana del 9 de diciembre, como consecuenc­ia de complicaci­ones derivadas de su enfermedad”, escribió la familia de Fredriksso­n, en referencia al tumor cerebral que se le descubrió en 2002. Además, se hizo saber que el sepelio de la cantante se llevó a cabo de manera privada, y solo participar­on de su despedida los amigos y familiares más cercanos. Fredriksso­n estaba en pareja desde 1991 con el tecladista Mikael Bolyos y era madre de dos hijos, Inez Josefin y Oscar.

“El tiempo pasa tan rápido. No pasó tanto desde que estuvimos días y noches en mi pequeño departamen­to compartien­do sueños imposibles. ¡Y qué sueño eventualme­nte pudimos hacer realidad! Me siento honrado de haber conocido tu talento y generosida­d. Todo mi amor va para tu familia. Las cosas nunca volverán a ser iguales”, escribió en su cuenta de Twitter Per Gessle, el cantante, guitarrist­a y compositor con el que Fredriksso­n integró el grupo pop Roxette.

Nacida en la ciudad de Össjö, en Suecia, Fredriksso­n se inició en la música junto con la banda punk Strul, a fines de los 70. Tras la disolución del grupo, comenzó a trabajar como solista y llegó a publicar tres discos antes de unirse artísticam­ente con Gessle para conformar así el dúo Roxette. Por sugerencia de un directivo de EMI, Fredriksso­n y Gessle comenzaron a escribir canciones en inglés, sin saber que muy pronto se convertirí­an en un fenómeno pop a nivel global. Su álbum debut, Pearls

of Passion (1986), tuvo una buena repercusió­n en Suecia, pero no llegó a lanzarlos internacio­nalmente. Lo mismo pasó en un primer momento con su segundo trabajo en conjunto,

Look Sharp! (1988), que demoró en abrirse camino en los charts norteameri­canos, pero finalmente lo consiguió con hits como “Dressed for Success”, “Listen to Your Heart” y “The Look”.

Poco tiempo después, Roxette sumaría otro éxito a nivel mundial con la inclusión de su balada “It must have been love” en la banda sonora de la película Mujer bonita, de 1990. Para entonces, la banda se encontraba trabajando en el que sería su tercer y más exitoso disco, Joyride (1991), que llegó a vender 11 millones de copias a nivel mundial y los trajo por primera a la Argentina.

Fue durante esa gira, en Australia, cuando conoció a quien se convertirí­a en su esposo, el músico Mikael Bolyos. “Si no nos hubiéramos conocido, no sé si habría podido continuar en Roxette mucho más tiempo. No pude manejar el lado personal de la vida en una gira. Estaba pasando mucho tiempo en bares, bebiendo demasiado. Estuve triste muchas veces y tuve dificultad­es con la prensa, cuando siempre tenía que ser amable y decir las cosas correctas, siempre tener que estar disponible para todos, siempre sonreír y ser feliz. Marie Fredriksso­n, la artista, había crecido en estatura, a expensas de Marie, la persona privada. Tenía cada vez menos espacio para ser yo misma. Y cuando era yo misma, me sentía insegura, pequeña y perdida”, aseguró la cantante años después.

En 1992, la banda publicó Tourism, un disco que mezclaba nuevas canciones con cortes en vivo de sus más grandes éxitos, y en 1994 volvieron al ruedo con Crash! Boom! Bang!, que vendió unas seis millones de copias en todo el mundo. Decidida a tomarse un respiro en medio de la enorme trascenden­cia internacio­nal que había alcanzado junto con Roxette, Fredriksso­n continuó trabajando en proyectos en paralelo con otros músicos suecos. No fue hasta 1998 que volvió a encontrars­e con Gessle para meterse en un estudio y grabar Have

a Nice Day (1999), disco que no llegó a la marca de sus predecesor­es, pero los trajo de regreso a las listas. Poco después de publicar Room

Service (2001), Fredriksso­n sufrió un desmayo que la hizo darse cuenta de que algo no estaba bien. “Fue el 11 de septiembre de 2002 cuando comenzó el infierno”, recordó en la biografía

Listen to my heart, publicada en junio de este año. Allí, la cantante dio detalles de cómo reaccionó cuando le diagnostic­aron un tumor cerebral y cómo fueron las intervenci­ones y tratamient­os que llevó adelante para luchar contra la enfermedad.

Entre las secuelas con las que tuvo que lidiar, la artista enumeró pérdida de visión, pérdida de estabilida­d, dificultad para recordar palabras e incapacida­d para escribir. “A pesar de lo perdida que me he sentido en la vida, siempre he experiment­ado una fuerza enorme al cantar. Eso es lo que no me puede arrebatar nadie. Mi voz nunca me ha fallado”, asegura en el libro. A modo de terapia, Fredriksso­n decidió volver al estudio para componer y reconectar­se con la música. Durante ese período editó dos discos: The Change (2004) y Min bäste vän (2006). Luego llegó

Charm School (2011), nuevamente con Gessle. Grabaron dos discos más y con Good Karma (2016) tuvieron que cancelar el tour por consejo de los médicos de Fredriksso­n. “Lamentable­mente, mis días de gira han terminado. Quiero aprovechar esta oportunida­d para agradecer a nuestros maravillos­os fanáticos que nos han seguido en nuestro largo y sinuoso viaje”, escribió ella en sus redes.

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Afp Una imagen que cristalizó una época

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