Los líderes que aprovechan la crisis para aferrarse al poder
Ewashington n un mundo vapuleado por la pandemia de coronavirus, muchos gobiernos implementaron protocolos de emergencia para restringir los desplazamientos y aprobar medidas de alivio. En épocas de crisis, esas acciones son vitales. Pero algunos líderes también parecen estar aprovechando la pandemia para sus propios fines políticos.
Varias monarquías y autocracias árabes, incluidas algunas que enfrentan serias tensiones políticas, invocaron imperativos de salud pública para asegurarse la suspensión de masivas protestas. El gobierno interino de Bolivia pospuso las elecciones programadas para mayo como parte de un conjunto de medidas de emergencia. Desde Hong Kong hasta la India, pasando por Rusia, las autoridades recurrieron al riesgo de la propagación del coronavirus como motivo para dispersar protestas antigubernamentales y prohibir grandes aglomeraciones. El manejo de las crisis, como la guerra, es hacer política por otros medios. El ejemplo más patente de esto tal vez se encuentre ahora mismo en Israel. La semana pasada, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, logró que el dócil Ministerio de Justicia pospusiera la lectura de los cargos en su contra, y a pesar de las elecciones celebradas este mes, la parálisis inducida por el coronavirus frenó la formación del nuevo gobierno de Israel. La ausencia de un gobierno en funciones evitó que el nuevo Parlamento elegido del país aprobara leyes que podrían evitar que un político procesado como Netanyahu pueda ocupar el cargo de primer ministro.
Mientras tanto, Netanyahu exagera su papel de comandante en jefe y organiza a diario sesiones informativas de seguridad nacional junto con sus aliados. “Si el objetivo de Trump es cerrar filas entre sus votantes para las próximas elecciones, el de Netanyahu es hacer que los votantes de la oposición se olviden de los resultados de las últimas elecciones”, escribió Bernard Avishai en la revista The New Yorker.
El premier húngaro, Viktor Orban, un aliado iliberal del líder israelí, también ejerce nuevos poderes facilitados por el coronavirus. Tras pasar días vinculando el contagio con la inmigración ilegal, Orban y su gobierno nacionalista extendieron una ley de emergencia con nuevas disposiciones que podrían utilizarse para criminalizar a la prensa crítica. “Según el borrador de ley publicado en el sitio web del Parlamento a última hora del viernes, Orban estaría autorizado a anunciar medidas para contener la pandemia a través de decretos, hasta que su gobierno no lo considere necesario”, informó Bloomberg News.
Los críticos señalaron que esta es apenas la última subversión del sistema democrático realizada por el gobierno de Orban, que ya lleva una década en el poder. “Medida tras medida, la mayoría que gobierna acabó con la autonomía profesional, organizativa y financiera de las instituciones públicas, y puso esos mecanismos de control bajo la órbita del primer ministro en todas las áreas políticas significativas”, escribió David Vig, director de Amnesty Internacional en Hungría.
Tampoco Estados Unidos está inmune. El Departamento de Justicia estaría buscando expandir los poderes de emergencia, incluida una disposición para que los jueces tengan el poder de detener a las personas por tiempo indefinido. Es poco probable que sea aceptada por el Congreso.
Aunque los problemas de salud pública siguen siendo prioritarios, los analistas advierten cada vez más sobre el riesgo de deterioro del Estado de derecho. “Estas crisis son riesgosas ante que nada para las democracias”, escribió la politóloga Erica Frantz en el diario británico The Independent. “Veo que estas crisis son una oportunidad para que los gobiernos apliquen mano dura. Tenemos que prestar mucha atención a las crisis, porque pueden ser utilizadas para frustrar las transiciones democráticas.”
En una carta publicada la semana pasada, un grupo de expertos y reporteros especiales de derechos humanos de la ONU les recordó a los gobiernos que “cualquier respuesta de emergencia ante el coronavirus debe ser proporcionada, necesaria y no discriminatoria”.