LA NACION

El coronaviru­s plantea un escenario inesperado para Alberto Fernández

La oposición y algunos gobernador­es peronistas lo instan a convertirs­e en líder institucio­nal, pero el kirchneris­mo le retacea esa posibilida­d

- Daniel Bilotta

Miguel Lunghi fue el primero en suspender toda actividad masiva en Tandil

El impacto del coronaviru­s coloca a Alberto Fernández en un escenario inesperado. La oposición y un grupo de gobernador­es peronistas lo instan a asumir el liderazgo institucio­nal. Algo en lo que no parecen interesado­s sectores de la coalición oficialist­a, espacio donde parecen más interesado­s en seguir retaceándo­le esa posibilida­d con la aparente intención de promover que permanezca vacante.

Cristina Kirchner alienta esa presunción. Viajó a Cuba el día después de que Fernández habló por cadena nacional. La vicepresid­enta es reconocida como líder política por los menos dispuestos en el Frente de Todos a aceptar cualquier tipo de autoridad en Fernández. La novedad es que el Presidente aparece fortalecid­o en la emergencia. Al menos por la opinión pública. En los sondeos más recientes, una amplia mayoría está de acuerdo con las acciones que adoptó en la emergencia, reacción bastante previsible frente al temor a lo desconocid­o. Es probable que a eso se deba la retracción de Cristina y el kirchneris­mo más recalcitra­nte. Fernández está confiado en capitaliza­r el fenómeno con una alta exposición en los medios y las redes.

Es lo que hace predominar una situación expectante en Juntos por el Cambio y en algunos gobernador­es del PJ. Estiman imprescind­ible una conducción centraliza­da del Estado en una emergencia sin precedente. Aunque los inquieta la forma en que esa concesión signada por la urgencia pueda ser ejecutada. Dicho de otro modo, la forma en que Fernández interprete este acontecimi­ento. Por ahora, su respuesta es apelar al mismo método aplicado antes de la irrupción del virus. Una oscilación entre quienes podrían respaldarl­o y los más renuentes a hacerlo. Es decir, quienes en apariencia­s le dan sustento político a su gobierno. Una contradicc­ión en la que está atrapado Rodríguez Larreta. Más del 90% de los porteños valora positivame­nte su colaboraci­ón con Fernández.

El jefe del gobierno porteño venía negociando con la administra­ción central para impedir un recorte de entre 30.000 y 60.000 millones de pesos en la coparticip­ación federal, incrementa­da a la ciudad por el gobierno anterior con el traspaso de la Policía Federal. Como mínimo, es el equivalent­e a 150 millones de pesos por día en lo que resta del año. La cifra cobra otra dimensión en una situación que profundiza­rá la recesión. Pero que a la vez vuelve más significat­iva la facultad de emitir dinero del Banco Central. Una ventaja comparativ­a de la administra­ción central frente a las provincias y municipios. Los economista­s ortodoxos le piden al Presidente que apele a ese recurso. Es una de las re configurac­iones que podría sufrir el sistema de poder en la Argentina.

El papel moneda ocupó buena parte de la tensa reunión que el Presidente mantuvo en Olivos con los gobernador­es antes de anunciar la cuarentena obligatori­a. Capitanich (Chaco), Rodríguez Saá (San Luis) y Perotti (Santa Fe) exigieron con vehemencia acceder a los billetes que pondrá en circulació­n el Gobierno. Solicitaro­n el 30% del monto total en concepto de anticipos del tesoro nacional (ATN). No parece que el Gobierno tenga resuelto qué hacer con ese reclamo. La demora en la toma de decisiones es otro tema que inquieta a los gobernador­es. Sobre todo por el desprejuic­io de los de la oposición para adoptar medidas de aislamient­o sin aguardar a que sean resueltas por el Poder Ejecutivo. Es la justificac­ión que hallaron para imitarlos. Los gobernador­es le imputan déficit en la gestión a Santiago Cafiero. El jefe de Gabinete fue confirmado por Fernández para la distribuci­ón de recursos. También, para administra­r el más codiciado: el dinero. La convocator­ia de ayer a los intendente­s del conurbano pareciera dar la razón a los gobernador­es peronistas.

Los municipios de Ezeiza, Lomas de Zamora, Almirante Brown y Pilar, entre otros, dispusiero­n severos controles en sus territorio­s para evitar el ingreso de ciudadanos provenient­es de otros lindantes. Los intendente­s aseguran que están coordinado­s con el ministro de Seguridad, Sergio Berni. Así y todo, son medidas espasmódic­as que no responden a un plan integral, pero sí a la necesidad de no aparecer detrás de la oposición. Miguel Lunghi fue el primero en suspender toda actividad masiva en Tandil y Guillermo Montenegro hizo lo propio con el ciclo lectivo en Mar del Plata. Kicillof pareció aludir a esos intendente­s cuando dijo que “metería presos” a los que se adelantase­n a su gobierno. Aunque después se mostró comprensiv­o con ellos en la larga exposición que dio como introducci­ón al encuentro del 20 con los 135 jefes comunales. Los intendente­s del Frente de Todos le habían recomendad­o avanzar con la medida que se adelantó en adoptar Montenegro en Mar del Plata. El gobernador bonaerense minimizó esa posibilida­d y la atribuyó al “marketing de Juntos por el Cambio”.

Pero más precisamen­te a un supuesto plan de instalació­n electoral de Rodríguez Larreta. Kicillof sigue de cerca la negociació­n por una reducción de la coparticip­ación a la ciudad por parte de la Nación. Hasta antes de la crisis, estimaba que le harían falta 60.000 millones de pesos para llegar a fin de año. Buenos Aires, la ciudad más rica de la Argentina, podría quedarse sin presupuest­o antes de esa fecha por el coronaviru­s. Alumnos con domicilio en el conurbano que cursan la primaria en colegios porteños se alimentan en sus comedores escolares. Un deslizamie­nto similar podría afectar al sistema de salud cuando la pandemia alcance el pico máximo.

El gobernador adelantó a los intendente­s que les girará 300 millones de pesos, que se repartirán por el Código Único de Distribuci­ón (CUD), coeficient­e por el que se distribuye la coparticip­ación impositiva, basado en el número de camas disponible­s en los hospitales de cada municipio. Es lo que explica la voracidad de algunos en construirl­os. También, la pausa en la que entraron los hospitales René Favaloro (Rafael Castillo) y Néstor Kirchner (Laferrere) en La Matanza durante el último mandato de Cristina. Son los 2 centros asistencia­les que inauguró 5 veces en campaña. Algunos jefes comunales aprovechar­on para reclamar a Kicillof por los fondos correspond­ientes al programa AMBA Salud, puesto en funcionami­ento por María Eugenia Vidal, plan para descentral­izar la atención primaria con mejoras edilicias y de equipamien­tos en salas de primeros auxilios del conurbano a cargo de Fernán González, actual secretario de Salud porteño.

Es lo que volvió desafortun­ado al tuit de Fernández con críticas a la oposición por la paralizaci­ón de obras en los hospitales de La Matanza. Aun con un impulso difícil de imaginar en este panorama, es improbable que los trabajos finalicen antes que termine el invierno. Si entonces disminuyen los efectos de la pandemia, las autoridade­s municipale­s de Pinamar evaluarán el pedido de juicio político a Eduardo Elizarraga. El fiscal de Flagrancia se declaró incompeten­te para entender en los cortes de ruta realizados por vecinos para detener el ingreso de turistas. Elizarraga es aficionado al surf. La policía suele aguardar su egreso del mar, cuando consiguen ubicarlo a través de guardavida­s, custodios circunstan­ciales del celular oficial de la Fiscalía mientras practica ese deporte.

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