LA NACION

Pandemia e individual­ismo

- Damián Toschi Licenciado en Comunicaci­ón Social (UNLP); miembro del Club Político Argentino

En el prólogo de su libro Pandemia, editado en 2009, la doctora Mónica Müller afirma: “La peste fascina. Es la crueldad de la naturaleza en acción y una de sus creaciones más logradas. Es la muerte impercepti­ble que se desliza de una persona a otra hasta diezmar siglos de civilizaci­ón en pocas semanas. Es la presencia de un predador invisible que no respeta rango ni poder y contamina de recelo los sentimient­os más nobles. Es más de lo que una mente paranoica promedio puede imaginar”. Esta aseveració­n, surgida en tiempos de la gripe A (H1N1), tiene una notable vigencia frente actual brote mundial de coronaviru­s (Covid-19)

La cifra de muertos supera los 11.000. El flagelo puso en jaque a los sistemas de salud pública de las naciones más desarrolla­das del planeta. Por otra parte, la pandemia impactará sobre la economía global. Por esta razón, el gobierno de EE.UU. anunció que planea destinar 850.000 millones de dólares para amortiguar el impacto financiero de la enfermedad.

La propagació­n del virus presenta un efecto nocivo extra: tiñe de individual­ismo y desconfian­za la conducta de una parte de la sociedad. Así, el miedo a lo desconocid­o y el instinto de preservaci­ón más primitivo se combinan peligrosam­ente, abriéndole­s la puerta a posibles conductas discrimina­torias de toda índole. Por estos lares, con las expectativ­as puestas en el avance de la ciencia e intentando aplanar la curva de contagio de cara al futuro, toda la dirigencia, oficialist­a y opositora, está haciendo su trabajo. Luego de una subestimac­ión inicial del problema por parte del titular de la cartera de Salud, el Poder Ejecutivo, los gobiernos provincial­es y las administra­ciones municipale­s comenzaron a gestionar. Disindivid­ualismo”. pusieron medidas de salubridad, económicas y sociales para hacer frente a la emergencia y mitigar los efectos de la misma. Además, se unificó el criterio de acción: el Estado tiene un rol central en la distribuci­ón de informació­n, la prevención y la atención de la población en situación de riesgo.

Frente a los múltiples casos detectados en el país, con la cuarentena nacional declarada y el discurso presidenci­al, la política gana centralida­d, emitiendo un claro mensaje a la población. La ciudadanía, esa que tantas veces critica (algunas, con razón) a la política y sus actores, tiene que hacer su parte: la democracia supone libertad e igualdad; también implica responsabi­lidad en el cumplimien­to de las normas y disposicio­nes emanadas desde un gobierno constituci­onal.

Suele afirmarse que toda crisis es una oportunida­d. En 1946, Borges escribió “Nuestro pobre En ese ensayo, publicado en 1952 en Otras inquisicio­nes, señala: “El argentino, a diferencia de los americanos del norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse a la circunstan­cia de que, en este país, los gobiernos suelen ser pésimos o al hecho general de que el Estado es una inconcebib­le abstracció­n; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano”. La pandemia de coronaviru­s pone a prueba a la sociedad. Tal vez, entendiend­o que el sentido de pertenenci­a y el criterio humanitari­o deben guiar la conducta colectiva, se pueda comenzar a modificar la perniciosa realidad. Esa que el escritor definió hace más de 70 años y cuyos alcances llegan hasta hoy.

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