Fuertes presiones de la comunidad deportiva mundial para que se suspendan los Juegos Olímpicos
Negocio en alerta: la cancelación representaría una pérdida por US$ 8 mil millones
El círculo se cierra, la presión aumenta y los argumentos que se esgrimen para demorar una medida que es inevitable se apagan. Los plazos se acortan y la realidad atropella. Resistirse al reclamo enseña imprudencia y ofrecer una mirada miope de la crisis mundial que desató la pandemia de Covid-19. La tradición y el negocio, únicas banderas visibles que levanta el Comité Olímpico Internacional (COI) y el organizador Japón, cada vez más cercados por las voces que solicitan postergar los Juegos de Tokio 2020, que debieran comenzar el 24 de julio. La férrea posición de Canadá, que anunció la negativa de enviar a sus atletas olímpicos y paralímpicos a la cita, descubrió una réplica en australia; Suiza, sin llegar a ese límite, pidió el aplazamiento de los JJ.OO. para 2021, lo mismo que Brasil, Noruega, Eslovenia, la Federación Internacional de atletismo (World athletics), las Federaciones de natación y atletismo de los Estados Unidos…
El plazo de cuatro semanas que dispuso el COI para decidir sobre el futuro de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 provocó reacciones adversas. El primer ministro japonés, Shinzo abe, que en un principio señaló que la cancelación no era una opción, ayer admitió ante el Parlamento la posibilidad de reacomodar el calendario. “Si se vuele difícil, a la luz de considerar primero a los deportistas, puede ser inevitable que tomemos la decisión de posponer”, advirtió. La gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, se alineó con el máximo mandatario y aceptó que el aplazamiento es uno de los escenarios previstos. Mientras, el recorrido de la llama por el país, que debe comenzar el jueves en Fukushima, por el momento se mantiene activo.
El atletismo es el deporte rey de los Juegos Olímpicos y el presidente de la World atlhetics, Sebastian Coe, pidió mediante una carta al máximo responsable del COI, Thomas Bach, que se posponga la cita en Tokio. “aunque todos sabemos que diferentes partes del mundo están en diferentes etapas del virus, la opinión unánime en todas nuestras áreas es que celebrar los Juegos Olímpicos en julio de este año no es factible ni deseable”, ensayó en el reclamo; la World athletics aplazaría el Mundial 2021 en Oregón, Estados Unidos, del 6 al 15 de agosto, para facilitar la fecha a los JJ.OO. La Real Federación Española de atletismo también castigó la dilación de la decisión: “El plazo de cuatro semanas no solo no favorece a los atletas, sino que no hace más que aumentar su nivel de incertidumbre, de tensión y de estrés”, subraya el comunicado, que advierte que ante la imposibilidad de entrenarse los atletas incrementarían el riesgo de sufrir lesiones.
Las reacciones y las peticiones aumentan y fue un miembro del COI, Dick Pound, quien volvió a disparar las alarmas con sus declaraciones. “Mi interpretación de las comunicaciones del COI es que no quieren cancelar y no creen que puedan seguir adelante con la fecha del 24 de julio, así que hay que ver la palabra que empieza con “p” [por posponer], le confió a la agencia aFP.
Y el canadiense Dick Pound, agregó, casi confidencial: “Van a explorar opciones con los japoneses y luego con las partes interesadas: federaciones internacionales, comités olímpicos nacionales, atletas… En cuatro semanas van a tratar de salir con un plan B. Creo que el aplazamiento por un año es lo más probable, porque da tiempo para organizarse”, señaló el exnadador, de 78 años y miembro del COI desde 1978.
Negociar el aplazamiento es una tarea de logística, pero también una cuestión de miles de millones de dólares. Megaeventos de esta magnitud están asegurados ante una posible suspensión, pero la cancelación le representaría al COI una pérdida de US$ 8 mil millones. Del informe anual del organismo se desprende que existe una reserva de 2 mil millones de dólares, aunque los contratos de televisión tienen una enorme importancia y ellos son los que permiten engrosar las arcas y tener un respaldo en una futura crisis.
El 73% de los ingresos de 5700 millones de dólares del último ciclo olímpico provinieron de la venta de los derechos de transmisión, mientras que el aporte de los patrocinadores redundó en una cifra cercana a los US$ 1020 millones. El artículo 66, inciso a, de la Carta Olímpica, avalaría la suspensión o postergación de los JJ.OO., ya que faculta al COI a tomar esas medidas si existieran razones fundadas para creer, según su propio criterio, que la seguridad de los participantes de los Juegos estaría gravemente amenazada o comprometida por cualquier razón.
“Es un complejo rompecabezas hacer un cambio repentino, tras siete años de preparación para el mayor evento deportivo del mundo”, advirtió el británico Michael Payne, exresponsable del marketing del COI. La pérdida de prestigio y de capital político del primer ministro Shinzo Abe, impulsor del proyecto, es otro costado que se sale del escenario deportivo. El mandato de Abe, quien más tiempo estuvo en el poder en Japón desde la Segunda Guerra Mundial, finalizará en 2021 y los Juegos Olímpicos representan para él, como para el Partido Democrático, la coronación de su trayectoria. “El año que viene los japoneses pueden celebrar diciendo que hemos superado todo esto. Es la mejor opción, de hecho, la única opción”, pronosticó Payne, que mira el deporte con los ojos de la economía y la política.
Deportes, negocio, política y tradición, los cuatro palos de un mazo que el COI debe mezclar y repartir sin que nadie salga dañado, aunque la pandemia mundial de coronavirus y la presión de los atletas y sus federaciones ya alzaron la voz. Más fuerte que nunca.