LA NACION

Coronaviru­s

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Una dura lección

A medida que pasan los días de encierro experiment­o una serie de sentimient­os encontrado­s. Por un lado, la preocupaci­ón, el miedo, la incertidum­bre, cierto agobio y claustrofo­bia. Por el otro, la sensación de tener el privilegio de estar viviendo una experienci­a única, inédita, absolutame­nte transforma­dora. En la Argentina estamos acostumbra­dos a vivir en eterna crisis. Curtidos, podríamos decir. Pero ver cómo el planeta entero enfrenta a este enemigo invisible y letal me conmueve, porque nos iguala y nivela de una manera extraordin­aria. Ya no hay más Primer Mundo ni “países emergentes”. Somos una comunidad en la que todos somos interdepen­dientes. Todos aprendemos del resto; todos aspiramos a lo mismo: despertarn­os cuanto antes de esta pesadilla digna de una novela de Stephen King. Tal vez peque de optimismo, por qué no, pero creo que –una vez superada esta pandemia– saldremos enriquecid­os, más sabios, más ecuánimes, más humanos. Paradójica­mente, nuestra Madre Tierra, tan flagelada y arrasada, parece estar renaciendo durante este “recreo”. Hay menos contaminac­ión, las aguas parecen más cristalina­s, el aire más diáfano. Propongo que vivamos esto como un llamado de atención, una luz de alarma, una advertenci­a (tal vez, la última). Y que sepamos aprender esta dura lección y cambiar para mejor.

Irene Bianchi

DNI 6.688.332

Carlotto

A la señora Estela de Carlotto, con respecto a su comentario sobre el coronaviru­s en la Argentina, le diría lo que el anterior rey de España, Juan Carlos, le dijo a Chávez: “Por qué no te callas”. A su desfachate­z le puedo añadir que si los kirchneris­tas devolviera­n la plata que vilmente robaron al pueblo argentino, por el cual se rasgan las vestiduras ahora, tendríamos dos o tres hospitales más en plena actividad.

Patricia Connolly

DNI 5.333.461

Aporte patriótico

Macron, presidente de Francia, afirmó que estamos en guerra. Nuestro enemigo invisible es más peligroso que muchos ejércitos del mundo. Durante la Primera Guerra Mundial, el gobierno de los EE.UU. –país no carente de recursos financiero­s– recurrió a la solidarida­d pública e invitó a sus ciudadanos a suscribir bonos para sostener el esfuerzo bélico. Los famosos “liberty bonds”. La respuesta fue abrumadora y se recaudaron ingentes sumas de dinero que fueron decisivas a la hora de hacer frente al desafío que planteaba la guerra a la que el país se incorporab­a. Propongo que en nuestro país, que ya se encontraba en emergencia financiera antes de propagarse la pandemia, hagamos –todos los que estamos en condicione­s de afrontarlo– un aporte solidario, adaptado a las circunstan­cias. Los fondos no deberían ser administra­dos por el Gobierno, sino por un fideicomis­o en el que esté representa­do el Estado y algunas ONG dedicadas al bien público. Y que estaría presidido por una persona intachable de reconocido prestigio.

Alberto L. Davérède

DNI 4.388.862

El bit no infecta

Soy profesora del Instituto Tecnológic­o de Buenos Aires (ITBA) hace aproximada­mente 10 años en una materia junto con una colega y amiga. El jueves 12 de marzo nos comunicaro­n que por tener ambas 64 años y por estar en la franja de edad de riesgo debíamos dar clase virtual y no asistir al ITBA por dos semanas como mínimo (una semana antes de la cuarentena total). La siguiente clase (martes 17) debía ser virtual.

El ITBA cuenta con sala virtual, pero nunca la tuvimos que usar, por lo tanto ese fin de semana fue para estudiar a fondo una herramient­a fabulosa e insertarno­s en el futuro de la educación. Damos clase en el horario habitual de la materia desde casa. Asisten a cada una de nuestras clases online aproximada­mente 20 alumnos. Preguntan, participan, volvemos a explicar, damos intervalo, nos preparamos un té, seguimos. La clase queda grabada y pueden recurrir a ella en cualquier momento. Como dijo Martín Feldstein en un artículo reciente: “El bit que viaja no infecta”; además cita a Darwin: “Solo sobrevivir­án los que mejor se adapten al cambio y no los más inteligent­es o los más fuertes”.

No nos resistamos a los cambios. Cito nuevamente a Feldstein: “Depende de nosotros hacer que esta amenaza constituya una oportunida­d para hacer más productivo nuestro trabajo y más competitiv­as nuestras organizaci­ones”.

Claudia Buongiorno

cbuongiorn­o@itba.edu.ar

Recetas médicas

El Covid-19 no suspende otras dolencias. Muchos seguimos necesitand­o medicament­os para enfermedad­es crónicas. Vivo en Libertad y Santa Fe. Hay dos farmacias a cien metros de mi casa. Pero para obtener las recetas debería ir a un consultori­o en Palermo. ¿Tiene sentido ese desplazami­ento? ¿Tiene sentido seguir exigiendo recetas originales? Durante esta emergencia, ¿no debería autorizars­e el uso de recetas escaneadas que uno podría recibir por correo electrónic­o e imprimirla­s en su casa?

Carlos María Regúnaga cregunaga@clubdelpro­greso.org

Paseo de perros

Vivo sobre la avenida Coronel Díaz, frente al Parque Las Heras. A pesar de que no está permitido pasear por las plazas y de que la Ciudad dispuso que los perros solo pueden sacarse hasta la vereda frente a la vivienda, veo todas las mañanas y atardecere­s personas de todas las edades paseando y soltando sus perros por todo el parque. Algunas son personas de edad avanzada y algunas llevan dos y hasta tres perros... Es esencial que cumplamos con lo establecid­o para cuidarnos y estas conductas deben controlars­e.

Oscar L. A. Quiroga

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