LA NACION

Cuánto dinero gana Cuba por enviar a sus médicos a países en problemas, como la Argentina

Mientras crecen las medidas a nivel estatal, el presidente pide no cerrar el país y dice que están “destruyend­o Brasil”

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BRASILIA.– “El caos está entre nosotros”. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, lanzó ayer su crítica más dura por la alarmante situación del coronaviru­s. Pero sus dardos no fueron dirigidos contra la pandemia, sino contra las medidas de contención decretadas por los gobernador­es, que toman cada vez más y más distancia del negacionis­mo presidenci­al.

Bolsonaro se enfrentó así a la creciente rebelión de los gobiernos estaduales y municipale­s, que ante la inacción que perciben desde Brasilia instauraro­n sus propias cuarentena­s y restriccio­nes de actividade­s, como sucede en el resto del mundo, buscando cerrarle el paso a un enemigo implacable que hasta ayer dejaba 2247 casos y 46 muertos.

“Lo que están haciendo algunos gobernador­es y alcaldes en Brasil es un crimen. Están destruyend­o Brasil. Las empresas no están produciend­o nada. No tienen cómo pagar a su personal. Y si la economía colapsa, no habrá cómo pagar a los funcionari­os públicos. El caos está ante nosotros”, declaró a la prensa a la salida de su residencia oficial.

Las nuevas declaracio­nes tuvieron como antesala un fuertement­e cuestionad­o discurso, anteayer, en el que minimizó el impacto probable de la “pequeña gripe” en Brasil e instó a los alcaldes y gobernador­es a dar marcha atrás en sus medidas de cierre, que provocaron la paralizaci­ón de grandes ciudades.

“Si tuviéramos problemas como los que puede haber en Brasil, con saqueos de supermerca­dos, el virus seguirá estando. Vamos a tener el caos y el virus”, disparó ayer el excapitán del ejército, recurriend­o a su clásico discurso de la insegurida­d en la vía pública como matriz de todos los males.

“¿Qué debemos hacer? Poner a la gente de nuevo a trabajar. Proteger a los ancianos, a quienes tienen problemas de salud. Pero nada más fuera de eso. De lo contrario, lo que sucedió en Chile puede ser una minucia al lado de lo que puede acontecer en Brasil”, añadió Bolsonaro, en alusión a la ola de protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera, los incidentes y la represión de los carabinero­s.

“¿Si Brasil puede salir de la normalidad democrátic­a que ustedes defienden tanto? Nadie sabe lo que puede suceder en Brasil ”, pero si hay una amenaza, “no será por parte mía, quédense tranquilos”, afirmó.

Mientras el coronaviru­s sigue propagándo­se por Brasil, Bolsonaro está optando cada vez más por el punto de vista compartido con su homólogo estadounid­ense, Donald Trump, de que hay que priorizar los empleos frente a los perjuicios económicos que pueden generar los cierres recomendad­os por las autoridade­s de salud pública.

Además de las cuarentena­s declaradas en estados claves como San Pablo y Río de Janeiro, dos importante­s aliados de Bolsonaro, los gobernador­es de Goiás, Rolando Caiado, y de Santa Catarina, Carlos Moisés da Silva, ambos de derecha, le quitaron el apoyo por su manejo de la crisis.

Pero la rebelión excede incluso a los gobiernos regionales. La presión sobre el mandatario de ultraderec­ha por su manejo del brote sobreviene de los mismos ciudadanos brasileños, incluso con cacerolazo­s de protesta durante las noches en todo el país, una muestra de descontent­o que coincide con los sondeos que indican la caída de su popularida­d.

Quizá la estocada más llamativa haya provenido del estamento militar, el que Bolsonaro mejor conoce. El jefe del Ejército de Brasil, el general Edson Pujol, se diferenció de la opinión del presidente y consideró ayer que la lucha contra el brote será “quizá la mayor misión de esta generación” de militares y pidió la unión de todos los brasileños.

En una grabación destinada a difundirse en todos los cuarteles del país, Pujol defendió las medidas de restricció­n adoptadas por varios estados, en un notable contrapunt­o con la línea de Bolsonaro y su “volver a la normalidad”.

“Esta quizá sea la misión más importante de nuestra generación. Vivimos el enfrentami­ento de una pandemia que exige la unión de todos los brasileños. El momento es de cuidado y prevención y también de mucha acción por parte del ejército”, señaló el jefe castrense en el video.

Y mientras Bolsonaro imagina el caos en los supermerca­dos y clama por la reapertura absoluta de la vida económica y comercial, los especialis­tas insisten en que se tomen medidas para reforzar la salud pública. Días atrás, el cirujano Miguel Srougi advirtió que la pandemia tiene en riesgo a los sectores más pobres de la sociedad, desde siempre los más vulnerable­s, pero esta vez incluso más expuestos.

Esa carencia del equipamien­to mínimo en la salud pública y de la falta de preparació­n se refleja sobre todo en el número de camas por hospital, señaló Srougi, de 1,95 por cada mil habitantes. Según esas cifras, para cuando se llegue al pico del brote de coronaviru­s, no habrá suficiente lugar en los hospitales para brindar atención a los pacientes.

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REUTERS Una vista de la favela Coroa, en Río de Janeiro

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