LA NACION

Yo no dejé casi nada, por eso el día de mañana quiero regresar a Boca como entrenador

Daniele De Rossi

- Texto Cristian Grosso

Sarah,Olivia,Noah,Gaiay‘Lele’enmodo turístico. Aun con desconfian­za, Roma se despereza y la familia sale a pasear. Eligen la Capilla Sixtina y los museos vaticanos, un lugar que Daniele De Rossi no recorría desde aquella visita escolar. Llegan caminando. “¿Sabes dónde vivo?”, pregunta, con la respuesta agazapada. “Vivo a 100 metros del argentino más famoso del planeta. Estamos muy cerca de Piazza San Pietro. Al principio fue un poquito complicado­porquemuch­agenteseso­rprendíaal­descubrirq­ue yo vivía acá, pero ahora soy uno más del barrio”, cuenta Daniele. Tiene curiosidad por saber si el papa Francisco es realmente tan futbolero como le han contado.

El gladiador está de vuelta en el circo romano después de su fugaz viaje al fin del mundo. Intensa travesía. Boca aparecerá continuame­nte en la primera entrevista que concede a un medio argentino desde que se despidió de la Ribera, cuando este año apenas contaba seis días. “Me despierto en la madrugada y le escribo a Osvaldo ‘mándame dos o tres kilos de pastel de papas’. Y esos asados tampoco los comí más…”, bromea. Osvaldo es el cocinero de Boca. Pero la huella es más profunda que un estómago feliz. “Mirado ‘La Casa de Papel’ con mi mujer, cuando hablaba el personaje Palermo, en argentino, nos mirábamos y casi arrancábam­os a llorar... Yo volvía de los entrenamie­ntos de Boca, y cuando giraba en Figueroa Alcorta sentía que estaba en mi casa. Yo estaba en el lugar justo, en el momento errado. No pasa semana que no extrañe todo de Boca, de Buenos Aires, y lo siento, porque me dicen que ahora está muy complicada la situación en Argentina y tengo miedo que el día que pueda volver, no me encuentre con el país que dejé. En el país que yo estuve, me sentí como en mi casa”.

El partido con Central, en el Gigante de Arroyito, semanas antes de la última Navidad, fue el cierre de una lista que llegó hasta el número 740. Un final abrupto para todos, menos para él. Volvió con su familia y poco después se encerró. Literalmen­te. El Covid-19 impuso nuevas reglas. Ahora que la Ciudad Eterna quiere parecerse a la que fue, De Rossi propone no bajar la guardia: “Yo vi a Roma como jamás que me imaginé que la vería: desierta. Los italianos, y los romanos especialme­nte, somos los más vivos, y no me esperaba que fuésemos capaces de ser tan respetuoso­s ante las indicacion­es. Porque primero creimos que era una enfermedad de los viejos, pero después empezaron a morir los de 50, los de 40, los de 30 y ahí nos cagamos todos. La vida ya es muy parecida a como era antes, y eso me preocupa porque en Italia nos olvidamos de todo muy rápido. Algunos infectólog­os siguen alertando de una posible segunda curva en septiembre u octubre. Yo sigo teniendo un poco de miedo”. Siente que no hay que confiarse.

Tomamate‘Lele’acuadrasde­lVaticano,yaunquesee­stá quedando sin yerba, no se preocupa porque puede ir hasta el complejo deportivo de Trigoria y pedirle al delantero Diego Perotti. Porque De Rossi entra y sale de Roma como lo que es, una leyenda. La camiseta 16 de Boca está por ahí en el departamen­to, a la vista. No una, varias. Todavía debe regalar algunas para cumplir con pedidos de amigos, jugadores y exfutbolis­tas. Cuenta que ni en sus 18 años en Roma le pidieron tantas. La del debut contra Almagro y la que usó en la Libertador­es están guardadas, claro. “Es la más linda que hay…”, refiere con tono nostálgico. Y cuenta una intimidad: “También tengo la 16 nueva, sí, llamé al chico de Adidas y le pedí que me la mande... Como si siguiera siendo mía”. Su cuenta en Instagram [@danielele_derossi] quedó detenida en la Ribera. Parece la de un jugador del plantel de Miguel Ángel Russo. “Me dijeron que debía firmar no sé qué, que los derechos…, a mí no me importa una mierda, me gusta que mi imagen esté cercana a Boca”.

De Rossi es campeón del mundo. Él convirtió, en Berlín, uno de los penales que le permitió a Italia derrotar a Francia en la final de Alemania 2006. Ganó dos Copas Italia, dos Supercopas italianas y… ¿una liga argentina? ¿Tiene cinco o seis títulos en su carrera? “… [sonrisas] Yo soy feliz si alguien piensa que fui parte de una alegría para los hinchas de Boca, pero yo no hice casi nada. Me doy cuenta solo, soy muy consciente. No soy de esos que se toman los méritos de otros. El título lo ganaron mis compañeros en la cancha y me sentí muy feliz por ellos. Me sentí parte de ese grupo, también hoy me siento parte de ese grupo, pero yo no hice mucho. Un jugador como yo, que siempre fue protagonis­ta, un líder, una pieza importante, que jugaba mil partidos, no se va a hinchar el pecho por un título que se ganaron con los dientes y con las uñas mis compañeros. No sería justo, sería irrespetuo­so con ellos. Cuando jugué en Boca dejé todo, hice mi parte, sumamos puntos importante­s…, yo me siento parte de ese equipo y me seguiré sintiendo parte de ese equipo por los próximos dos o tres años, pero mis merecimien­tos son muy, muy, muy pocos”, asume.

–¿Viste el partido contra Gimnasia?

–Se podía ver, mi padre había comprado un, ¿cómo se dice?, un carnet, un abono, para verme cuando yo estaba en Boca…, es decir que lo podría haber visto, pero me dormí. Era muy tarde, casi las 3, las 4 de la madrugada en Italia…, y la verdad, estaba seguro de que River iba a ganar fácil en

Tucumán. A la mañana siguiente, me desperté, revisé las noticias, controlé los resultados…. Y Boca era campeón. –¿Qué hiciste? ¿Llamaste a alguien? ¿Te llamaron?

–Yo hablo muy seguido con ellos, con muchos de mis compañeros… Les mandé videos, notas de audio, los cargué, les reclamé que quería premios, plata, esas cargadas. Les dije que todo era por mis méritos, que ellos no habían hecho nada para ganar el título…, jaja. Pero por esos días no tenía ánimos de fiesta, aquí en Italia los fallecidos eran por centenares a diario. Su memoria requería prudencia. De verdad, sigo hablando con ellos muy, muy seguido. Los quiero mucho porque me recibieron de manera increíble todos. Como en cada vestuario, están los cinco o seis jugadores que uno elige, que se quedan en tu corazón. A los otros los quiero; por estos cinco o seis, lo que me pidan, iré cruzando el Atlántico para ayudarlos. –¿Quiénes son?

–Todos me emocionaro­n. Pero con Franco Soldano, mi compañero de cuarto, hablamos cada dos o tres días; con Paolo Goltz, que es un fenómeno como jugador y como hombre; el ‘Cali’ Izquierdoz, también…, tengo miedo de olvidarme de alguno… Alguna vez hablo con Junior Alonso, con‘Wancho’,con‘Ema’Mas,conBuffa…conCampu[Campuzano]… El otro día fue el cumpleaños de Iván Marcone y le escribí un mensaje… Pero Franco, ‘Cali’ y Paolo Goltz están en mi corazón… Me ayudaron, nos acoplamos fácil, en una semana ya sentía que los conocía de siempre. –¿Te sorprendió el nivel de Tevez en 2020?

–Cuando alguien duda de tu nivel, los campeones, los que son número 1, suben de nivel y les cierran la boca a todos.

Pasa otro ejemplo. siempre y Después, en todos lados. lo ayudó Y un la fenómeno manera de como jugar él del es equipo, encontró el el entrenador estado físico Russo óptimo, le dio porque mucha a nuestra confianza edad, y si es no todo, estás no al alcanza 100%, es si mucho los músculos más difícil. no te La responden. jerarquía no Se puso e hizo bien, una se segunda puso con parte la cabeza de la liga justa, increíble. como decimos Pero no acá, me sorprendió, un jugador cualquiera. no estamos Estamos hablando hablando de un desconocid­o de Tevez. o de –¿Te –Estoy arrepentis­te? re tranquilo ¿Te con apresurast­e mi conciencia, en irte pero de muchas Boca? veces mujer, me Sarah; despierto los nenes extrañando no, los nenes a Boca. son Yo más y también felices acá, mi más de allá Boca de que y sigue mi hijo hablando Noah de sigue Güenos cantando Aires, las porque canciones él le dice Güenos Aires. Pero acá tienen a sus abuelos, sus amigos, sus primos. Fue una experienci­a increíble, muy corta, demasiado corta para lo que quería hacer yo, pero muy intensa, muy fuerte. Yo no estaba acostumbra­do a cambiar de lugar, y menos de país. Y la primera vez que lo hago, me voy al otro lado del mundo, adonde nadie me conocía. En Italia tenía como 1000 personas que me decían “¿adónde vas? Argentina está lleno de criminales, allá te matan por tomar un taxi a la noche, es peligroso…” Yo elegí venir y estuve cómodo y fui feliz. Pero extrañaba a mi hija mayor, ella me necesitaba. –A seis meses de tu partida, ¿esa fue la única razón?

–Yo lo lamento, lo lamento, pero allá es evidente que no me conocen muy bien: yo no digo mentiras, nunca digo mentiras porque no tengo razón para mentir. No miento. Imaginate si voy a decir cagadas, mentiras, en un país que no es mi país. Nunca me perdonaría poner a mi hija como razón para cubrir alguna excusa. En noviembre del año pasado ya estaba convencido y había tomado la decisión: mi hija me extrañaba muchísimo. Tenía que volver a Roma. –¿Riquelme intentó convencert­e?

–Sí, sí, lo intentó él, y lo intentaron Bermúdez y Cascini también. Fueron muy cariñosos todos, y por respeto los escuchaba. Pero fui muy claro desde el primer día que volví, incluso antes de que me sacaran sangre y me hicieran los estudios. Yo les dije: “Me tengo que ir”. Me dijeron “creemos en vos, creemos en tu nivel de juego, no mostraste mucho pero no estuviste en tu plenitud física, si te ponés 10 puntos podrás hacer una segunda parte de liga muy buena”. Yo pensaba lo mismo, pero la decisión la había tomado por otra razón. No podía convencerm­e nadie, ni un genio como Riquelme, ni mi padre, ni mi abuelo. Nadie. Fue algo muy pensado. –Hay gente que cree que sólo viniste de vacaciones…

–Sí…, pero me importa una mierda lo que dice una persona detrás de una pantalla. Si digo que amo a Boca, soy vendehumo; si explico las razones de mi decisión, soy vendehumo. En Argentina es así y acá en Italia es parecido. En Argentina ese vendehumo se usa para todos, para los futbolista­s, los políticos, los entrenador­es, los dirigentes… para cada pelotudo en la calle. No me importa lo que hayan dicho, salvo, salvo, un poquito sí, si lo dicen futbolista­s, o exfutbolis­tas que están en la tele, pero me doy cuenta de que ellos tienen necesidad de hablar en la tele. Yo nunca podría hacer algo así. Ni hoy ni en 50 años, yo no hablaría mal de mis colegas en la tele. Puedo dar un juicio, pero nunca diría que alguien estuvo de vacaciones porque es una falta de respeto dirigida a alguien que trabajó en su misma profesión. Y además, habla sin conocerme. –¿Qué te llamó la atención del fútbol argentino?

–Lo de los promedios no lo puedo entender. No entiendo para qué hay un promedio para bajar a segunda a un club, si es más sencillo: el último, el penúltimo, pierden la categoría. Ya está. No necesitás a Einstein para definir eso. No es normal eso. Después…, es cierto que yo viví en un club muy organizado, el más grande de la Argentina, pero… por ejemplo, yendo a jugar a Banfield, ahí donde está la cancha el barrio es medio picante, y yo me esperaba canchas que fueran un desastre, vestuarios con mierda en todos lados y vidrios rotos, y no fue así. Encontré canchas perfectas, gente respetuosa –la hincha me puteaba y eso está bien, me gusta–, pero no encontré un fútbol caótico o desorganiz­ado. Es un fútbol digno. De otras cosas pude ser que yo no me haya dado cuenta. –¿Pensás volver a la Argentina?

–Tengo que volver como turista y tengo que volver para agradecerl­e a la gente que tanto me ayudó. Y tengo en mi cabeza la idea de volver como entrenador de Boca, sí o sí. Puedo ser el último de la lista, pero mi idea es esa. Si las cosas seguían bien, ya había quedado con Nico [Burdisso] que iba a empezar mi carrera de entrenador en las inferiores el club. Eso fue antes de que empezaran los pequeños problemas familiares. El día que firmé la rescisión estaba en las oficinas de la Bombonera, y de repente levanté la cabeza y estaba la Copa Libertador­es ahí, en una vitrina. Y me dije, ‘no dejé lo que podía dejar como futbolista, por eso quiero volver como entrenador, porque este club está en mi corazón’. Las vueltas de la vida dirán, pero mi deseo es dirigir a Boca... A Paolo Goltz ya le dije que lo quiero como ayudante de campo, y me tendrá que cebar unos buenos mates.

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 ?? Instagram ?? De Rossi, preocupado: “Me dicen que ahora está muy complicada la situación en Argentina, y tengo miedo de que el día en que pueda volver, no me encuentre con el país que dejé”
Instagram De Rossi, preocupado: “Me dicen que ahora está muy complicada la situación en Argentina, y tengo miedo de que el día en que pueda volver, no me encuentre con el país que dejé”
 ?? InstagraM ?? Amor en tiempos de pandemia: Sarah y Daniele en Roma, una ciudad que intenta volver a la normalidad
InstagraM Amor en tiempos de pandemia: Sarah y Daniele en Roma, una ciudad que intenta volver a la normalidad

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