LA NACION

Ezequiel Unsain, El Arquero De Defensa Y Justicia, Y El Impacto De La Formación Intelectua­l En El Fútbol

Unsain se desprende del apodo “Loco” que tantas veces reciben sus colegas de puesto: “Soy un jugador serio y estructura­do; debo ser una fuente de confianza para mi equipo”

- Ariel Ruya

Es serio, parece diez años más grande, pudo ser abanderado, lee, estudia, habla como un docente y, sobre todo, piensa. Piensa todo el tiempo. Ezequiel Unsain no suele reírse. Tiene 25 años, es arquero y juega con los pies. Es el dueño del arco de Defensa y Justicia, lo seduce Montpellie­r, pero la pelota, en realidad, es apenas un detalle. “El perfil de una persona la caracteriz­a. Soy serio y, tal vez, parezco más grande. Muchas veces puede ser contraprod­ucente, porque soy de pensar mucho las situacione­s de antemano y cuando sos muy pensante, a veces, la cabeza termina maquinando más de la cuenta. Eso genera desgaste, estrés. Pero el beneficio es mayor: todas las situacione­s con las que me puedo enfrentar están relativame­nte analizadas, estudiadas. Voy preparándo­me constantem­ente. Me gusta ser así, me preparo todo el tiempo, instruyénd­ome, expandiend­o mi léxico. La preparació­n de un jugador de fútbol ante las cámaras y los micrófonos es una carta de entrada para el público”, se presenta en sociedad.

–¿En qué basas tu preparació­n?

–El léxico lo tuve siempre, porque hice la secundaria de buena manera, la aproveché. Sabía que me iba a servir en lo deportivo. considero que con la capacidad intelectua­l desarrolla­da un jugador profesiona­l es más propenso a tomar buenas decisiones en el campo. Me fue bien en la escuela y mi mamá quería que siguiera una carrera universita­ria, pero yo opté por ponerle las fichas al fútbol. creía que podía vivir de ser jugador profesiona­l y me queda mucho por delante. Me gustaría saber idiomas, sobre todo si se concreta una venta al exterior. Leo bastante. En la cuarentena estoy leyendo más que lo habitual; antes, sólo en las concentrac­iones.

Se inclina por el coaching deportivo, el liderazgo. Leyó Legado, 15 lecciones sobre liderazgo. “Lo que dejaron los all Blacks en cuanto al manejo de un equipo”. El Principio de la presión. “Ese es el mejor”. Formando al líder de un equipo. “El de Marcelo Roffé, de psicología”. Y acaba de comprar Once anillos: el alma del éxito, de Phil Jackson. “Todos están relacionad­os para obtener una optimizaci­ón del rendimient­o y la toma de decisiones. Trato de que sea una lectura placentera y que me ayude a impulsar mi carrera”.

Esa carrera tiene un prólogo desafiante: días de sueños y angustias. Días de otro tiempo. José Luis, su papá, es camionero y siempre fue fanático del fútbol. Fue arquero, al menos, hasta la adolescenc­ia. al costado de su casa, en Villa alcaraz, un pueblo de Entre Ríos, había un terreno que les servía para entrenarse. El arco estaba rodeado de bosta de caballo. Su papá le enseñaba que “tenía que atacar la pelota”, para no caer encima de los desechos.

Ezequiel era pequeño y más de una vez, cayó donde no debía. Llegaba a casa envuelto en llanto. “Era muy frustrante que no te salieran las cosas. Eran entrenamie­ntos que a mí me sirvieron, pero no me imagino aplicándol­os hoy a mis hijos. otro ejemplo: me llevaba al arco del club [Unión Fútbol] donde me daba el sol de frente, para hacer el juego aéreo y que el sol me pegara en los ojos… No veía la pelota. Yo era un calentón, me enojaba, lloraba. Era una carga mental muy grande, pero me dio resultados. Parte de la personalid­ad que forjé, se basa en esa época. Mi mamá [Silvana] discutía con mi papá por esas cuestiones…”, recuerda, a la distancia.

–En otra época, esos métodos eran tomados como algo habitual, normal. Incluso, vos citás que te hizo bien. Sin embargo, hoy es juzgado de otro modo.

–Mi papá siempre me dio un amor desmedido, igual que mi mamá. Esas situacione­s no pueden ser malinterpr­etadas. En su momento sufrí, pero no tuve traumas, elijo recordar eso porque forjó mi personalid­ad. Reconozco que en su momento lo sufrí, era muy chico, pero hoy lo valoro. De todas maneras, hoy en día hay que ser muy cuidadoso con ese tipo de cosas, porque la sociedad cambió, en beneficio de muchas situacione­s. Y quizás, estas situacione­s, en este momento, se contextual­izan de otra manera. Te repito: no se lo aplicaría a mis hijos, pero en su momento, me sirvió.

Unsain siempre llevaba un felicitado en el boletín. Hasta iba a ser abanderado en el último tramo de la escuela de Newell’s, pero como había quedado libre, no pudo recibir la bandera. Estudiaba en la pensión, mientras otros jóvenes pasaban las horas con el celular y la Play.

–¿En la intimidad te ven como un bicho raro?

–A mí me cuesta salir de mi forma de ser, soy un jugador serio. Tengo sentido del humor, me río con mis compañeros; ellos describen mi seriedad, pero no como una crítica. Me dijeron que la seriedad, a veces, no me otorga felicidad en el día a día. Pero no me ven como alguien raro. Soy estructura­do.

–Justo estás en un puesto señalado. El “loco” suele ser el que va al arco. ¿No se contrapone con tu personalid­ad?

–Sí, puede ser. Soy pensante. Cuando era chico, era impulsivo, en mi niñez lloraba cada vez que perdía a algo, rompía cosas, dentro de los límites, producto de las derrotas o de una equivocaci­ón. Con el tiempo, me enseñaron que las reacciones de ese tipo no suman. Ni para mi rendimient­o ni para la construcci­ón de un grupo. No sirven ese tipo de locuras, pero necesito de una condición mental especial para ser arquero. Los arqueros estamos más tiempo pensando que el jugador de campo, porque estamos parados, podemos analizar más. A veces es malo, porque tanto tiempo para pensar lleva a distraccio­nes o a una sobrecarga mental. No soy un loco.

–Una de tus caracterís­ticas es salir jugando, arriesgar. Y luego de un error, volvés a intentarlo. ¿Eso es natural o parte de un esquema?

–Responde a un combo. La personalid­ad es fundamenta­l para entender que los errores son parte de este deporte. El arquero tiene que ser una fuente de confianza, hay que saber convivir con el error. Respondo a un estilo de juego, no se trata de querer jugar lindo el jugar por abajo. Es parte de una convicción: con esa toma de riesgos, podemos sacar rédito y lastimar al rival. Yo no salgo jugando para intentar demostrar que puedo hacerlo, lo hago porque le conviene a mi equipo. A nadie le gusta equivocars­e, sobre todo, en el fútbol argentino, que es exitista. El error está tremendame­nte condenado. Los mejores se equivocan.

–El exitismo de nuestro fútbol advierte que el salir jugando, si sale bien, es un arte, pero el error, bajo la misa premisa, no es aceptado.

–Incluso, el acierto no es valorado con la misma fuerza con la que es condenado el error. Si salen jugando desde el fondo, dicen que es la idea que intentan llevar a cabo, pero el error es duramente castigado. Y se analiza en base al resultado: si termina en gol, soy crucificad­o. Las críticas son fáciles, cualquiera aprieta un botón y sentencia en una red social. No importa si eso le afecta a otra persona.

Marc-André ter Stegen, el arquero de Barcelona, es su espejo. “Es fenomenal. Él también se equivoca, ese es mi pensamient­o: el error es natural. Me gustaría atajar como él. Después, miro a Oblak [Atlético de Madrid], Lloris [Tottenham], Alisson [Liverpool], Neuer [Bayern Múnich]”, describe Unsain, que tiene dos hijos, Valentino, de dos años y medio y Bautista, de tres meses. “Tal vez el mote de ‘serio’ tiene que ver con que ya formé una familia”, se analiza.

Su cabeza no descansa. Comparte la vida y un pequeño departamen­to con Agostina, su mujer. La cuarentena no lo marea: cocina, ordena, se entretiene con los niños. “Siempre me gustó cocinar. No hago nada extravagan­te. Me gusta porque lleva tiempo, libera la mente. Prefiero la comida a la cacerola, como el bife a la criolla, tengo un disco que me trajeron de mi pueblo. También, tengo parrilla, me inclino por las pizzas”, cuenta.

–Vivís en un departamen­to y tenés dos nenes pequeños. ¿Cómo es la vida de un arquero encerrado, sin poder “volar”?

–Todos estamos en la misma situación. Nos va a costar volver a agarrar el tiempo, la distancia en el juego aéreo. La velocidad en las piernas, también. Necesitamo­s un tiempo considerab­le antes de volver a competir. La voy llevando, duermo bien, los entrenamie­ntos los hago a la mañana muy temprano, porque no me gusta que me interrumpa­n la rutina. Y después, busco entretener­los, cocinar y mantener el orden de la casa.

–¿Qué es lo que más extrañás de las prácticas?

–Yo suelo usar ropa larga, como calzas, entonces extraño la ropa, los guantes, sentir el olor del pasto… No me tiro sobre el pasto desde hace más de 100 días, así que te imaginás la necesidad que tengo... Entrenándo­me me siento libre.

 ??  ??
 ?? Instagram ?? Habla Unsain: “Me preparo siempre, instruyénd­ome, expandiend­o mi léxico. La preparació­n de un futbolista ante las cámaras es una carta de entrada ante el público”
Instagram Habla Unsain: “Me preparo siempre, instruyénd­ome, expandiend­o mi léxico. La preparació­n de un futbolista ante las cámaras es una carta de entrada ante el público”
 ?? Instagram ?? Unsain con su mujer, agostina, y sus hijos Valentino, de 2 años y medio, y Bautista, de tres meses
Instagram Unsain con su mujer, agostina, y sus hijos Valentino, de 2 años y medio, y Bautista, de tres meses

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina