LA NACION

Bolsonaro se mantiene desafiante y vuelve a defender la cloroquina

Luego de conocerse su contagio, el presidente hizo apología del medicament­o, sobre cuya eficacia no hay aval científico

- Marcelo Silva de Sousa

RÍO DE JANEIRO.– Más Jair Bolsonaro que nunca. Lejos de la moderación, un día después de haber recibido el positivo de Covid-19, el presidente brasileño amplificó la propaganda de la hidroxiclo­roquina, el remedio indicado contra la malaria que comenzó a tomar como tratamient­o pese a la falta de comprobaci­ón científica.

“A los que hinchan contra la hidroxiclo­roquina, pero no presentan alternativ­as, lamento informar que estoy muy bien”, dijo Bolsonaro, en un mensaje compartido en Twitter.

El presidente publicó una foto sin máscara y sonriente. Dijo sentirse muy bien e insistió en la apología del medicament­o que no cuenta con avales sobre su eficacia: “Estoy muy bien con su uso, viviré todavía mucho tiempo”.

La prédica de Bolsonaro por la droga, utilizada habitualme­nte contra la malaria, ya se había reforzado la tarde del martes, cuando había subido un video en el que se lo veía tomar una píldora. “Yo creo en la hidroxiclo­roquina. ¿Y usted?”, había dicho un presidente sonriente, devenido casi en actor de un comercial publicitar­io.

Pese al revés de la ciencia, con varios estudios que mostraron la ineficacia de la droga, Bolsonaro no se mueve de su postura. El derechista se ha colocado en la vereda opuesta de sociedades de médicos que alertan que la promoción indiscrimi­nada de la droga, ineficaz para el Covid-19, puede no solo no curar, sino causar mayores problemas, como arritmias, a quienes la tomen.

El 21 de marzo, antes de que se completara el primer mes de la pandemia en Brasil, el derechista había orientado al ejército a que ampliara la fabricació­n de la droga. Actuó, como muchas veces desde que asumió la presidenci­a, siguiendo a Donald Trump, quien en una conferenci­a de prensa dos días antes le había pedido a la agencia federal para drogas y alimentos aprobar medicament­os con la droga para enfermos de coronaviru­s.

Hasta el 24 de junio, el Laboratori­o Químico y Farmacéuti­co del Ejército produjo 2,25 millones de comprimido­s de la droga. Antes de la pandemia, el ejército producía 250.000 comprimido­s cada dos años, destinados al combate de la malaria. Es decir, por orden de Bolsonaro, en pocas semanas Brasil produjo un stock equivalent­e al que demanda en 18 años.

El Tribunal de Cuentas de la Unión pidió el 18 de junio que se investigar­a una posible sobrefactu­ración en la compra de insumos para producir la droga. “Incluso en Estados Unidos, donde Trump era arduo defensor de la cloroquina, el medicament­o fue discontinu­ado para ese fin (cloroquina)”, dijo el TCU en la presentaci­ón, en la que también criticó la ineficienc­ia administra­tiva.

Para Bolsonaro, construir el relato de la cloroquina como “amuleto mágico” –cree Mauricio Santoro, profesor de la Universida­d del Estado de Río de Janeiro– ha sido un intento de imponer su agenda y principal preocupaci­ón: relajar más rápidament­e las medidas de cuarentena y reactivar la economía.

“Por ignorancia científica o desesperac­ión, el presidente ha conseguido mantener adhesión de una porción considerab­le de los electores, a quienes presenta la cloroquina como alternativ­a”, dijo Santoro a la nacion. “Para quien tiene fe en el presidente, la cloroquina funciona como una protección especial”, explicó.

Brasil, el segundo de los países más afectados por el coronaviru­s en números absolutos, registró ayer 44.571 nuevos contagios y alcanzó un total de 1.713.160 infectados. Además, llegó a los 67.964 fallecidos por la enfermedad, según el balance del Ministerio de Salud.

En las horas posteriore­s a la confirmaci­ón, el derechista insistió en la defensa de cómo su gobierno ha enfrentado la pandemia, ampliament­e criticado por haberse alejado de las recomendac­iones científica­s y haber cambiado dos veces la conducción del Ministerio de Salud, ahora en manos de un general sin experienci­a sanitaria.

“Ningún país del mundo hizo como Brasil. Preservamo­s vidas y trabajos sin propagar pánico, que también lleva a depresión y muertes. Siempre dije que el combate del virus no podría tener un efecto colateral peor que el del propio virus”, dijo Bolsonaro.

Las imprudenci­as del presidente anteayer, cuando presentó a periodista­s el resultado de su test, llegarán a la Justicia (ver aparte).

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afp Bolsonaro, ayer, fuera del Palacio de la Alvorada

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