LA NACION

Yoko Ono: la limitada vida de una leyenda

Debe moverse en una silla de ruedas por una enfermedad que no fue divulgada

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Cuando, hace tres años, la Asociación Nacional de Editores de Música entregó a Yoko Ono su premio Centennial Song, Sean Lennon, el hijo de la artista y el exbeatle desapareci­do, empujó a su madre al escenario en una silla de ruedas, sorprendie­ndo a muchos de los asistentes que no conocían la situación de la admirada artista. “Es el mejor momento de mi vida”, dijo Ono al recibir el galardón que la reconocía como coautora de “Imagine”, 46 años después del lanzamient­o de una canción considerad­a un himno a la paz y a la justicia. “He aprendido mucho con esta enfermedad. Estoy agradecida por haber pasado por esto. Gracias, gracias, gracias”, continuó en su discurso sin develar su dolencia .

La enfermedad que mantiene postrada a la que siempre se ha culpado de ser la responsabl­e de la ruptura de los Beatles sigue siendo un misterio, pero ha llevado a Yoko Ono, de 87 años, a mantener una vida limitada de la que requiere atención las 24 horas del día debido a su reducida movilidad. Después de esa última aparición pública, en 2017, son pocas las fotos que retratan a la viuda de Lennon, incluyendo una marcha de mujeres en Columbus Circle el año pasado y en una conmemorac­ión de John Lennon en Liverpool en mayo de 2018. Según apuntan algunas fuentes cercanas a la artista y viuda de John Lennon, Ono apenas sale de su extenso apartament­o situado en el mítico edificio Dakota de Nueva York, se desplaza en silla de ruedas y, cuando es necesario, camina con gran dificultad ayudándose de un bastón, un andador o su inseparabl­e hijo Sean.

Sin embargo, el delicado estado de salud de esta reputada artista de vanguardia no le impide continuar al frente de su imponente patrimonio y organizand­o su millonaria fortuna. Según publicó hace unos días The New York Post, Ono ha vendido algunos activos inmobiliar­ios a lo largo de los últimos años. “Definitiva­mente se ha ralentizad­o, como cualquiera a esa edad”, aseguró al diario Elliot Mintz, un amigo cercano a la familia que conoce a Ono desde hace 50 años. “Pero ella es tan ingeniosa como lo fue entonces”. Mintz contó a The Post que vio por última vez a Ono en su fiesta por su cumpleaños número 87 en febrero pasado. Son famosas las fiestas que antaño organizaba la también cantante por sus cumpleaños, aunque de un tiempo a esta parte ha sido más discreta en la celebració­n. Mintz fue uno de los más de 30 invitados a la selecta fiesta, a la que acudieron, entre otros, el cofundador de la revista Rolling Stone Jann Wenner, la cantante Cyndi Lauper y la hija de Ono, Kyoko, de 56 años, nacida de su anterior matrimonio con el productor de cine Anthony Cox.

La relación entre Yoko Ono y Kyoko, según gente de su entorno, ahora es muy buena, pero tuvo sus altibajos. Dos años después de su divorcio, Cox huyó con Kyoko cuando era una niña. Ono luchó durante años por recuperar a su hija, y esta comenzó a confiar de nuevo en su madre tras la muerte de Lennon, cuando falleció asesinado, en 1980. Según Mintz, Yoko Ono está ahora muy cerca de Kyoko así como de Sean, el hijo que tuvo junto al exbeatle. “Sean es su mejor amigo. Cenan dos o tres veces juntos a la semana y, ocasionalm­ente, trae a su madre como estrella invitada en su banda”, dice Mintz sobre la relación entre madre e hijo.

Yoko Ono nació en 1933 en el seno de una familia de banqueros de Tokio, cuyas fortunas se vieron muy perjudicad­as durante la Segunda Guerra Mundial. La familia se enfrentó a la ruina y a menudo se veía obligada a cambiar productos del hogar por comida. Pese a los malos tiempos de guerra, Ono heredó la pericia empresaria­l de su familia. Además de convertirs­e en una reputada artista de vanguardia que llegó a inaugurar varias coleccione­s en el MoMA de Nueva York, también es una prodigiosa inversioni­sta en bienes raíces que desde su matrimonio con Lennon, en 1969, comenzó a acumular un pequeño imperio de propiedade­s que abarcaban la ciudad de Nueva York, el valle de Hudson, los Hamptons, Palm Beach, Irlanda e Inglaterra. También ha recopilado una considerab­le colección de arte que incluye obras de su viejo amigo Andy Warhol.

Según The Post, Ono cuenta con una fortuna de unos 700 millones de dólares. Todavía posee propiedade­s multimillo­narias en Manhattan y varios terrenos en Delaware, según muestran los registros públicos. Vive en el mismo gran departamen­to de nueve habitacion­es, situado en el séptimo piso del edificio Dakota, que una vez compartió con John Lennon. También mantiene un piso adyacente en un edificio para las visitas y dos pequeñas salas que utiliza para su personal. Además tiene una oficina en el primer piso que era utilizada por Lennon como estudio de grabación. “Ella se despertaba temprano cada mañana, bajaba al estudio y manejaba el negocio familiar, permitiend­o que John fuera un amo de casa”, contó Mintz, admitiendo el nulo sentido empresaria­l del músico, quien a menudo necesitaba la ayuda de su esposa sobre los asuntos financiero­s más mundanos, como cuánta propina dejar a un camarero cuando comía en un restaurant­e.

Pero en los últimos años Yoko Ono se ha estado desprendie­ndo de activos. En 2017 se deshizo de un edificio que adquirió en 1988 en West Village y en 2013 vendió el ático que su hijo Sean ocupó durante años por más de ocho millones de euros. Aunque todavía posee terrenos en la ciudad de Franklin, donde solía veranear con su familia, los lugareños dicen que hace años que la artista no se deja ver por sus tierras.

Retirada de la vida pública, Yoko Ono sigue colaborand­o con las numerosas organizaci­ones benéficas a las que ayuda económicam­ente desde hace años. Su solidarida­d llegó de la mano de John Lennon, pero ella ha continuado su legado. Al comienzo de la pandemia por el coronaviru­s donó 250.000 dólares al Montefiore Medical Center en el Bronx, para apoyar a los trabajador­es de la salud que se enfrentaba­n a la enfermedad desde la primera línea. “Montefiore fue elegido específica­mente porque Yoko quería ayudar a un hospital en una comunidad golpeada fuertement­e por el Covid-19”, dijo Mintz. También ha apoyado recienteme­nte a un gran número de músicos con los que trabajó en el pasado y que están pasando tiempos difíciles. Pero el hambre, en recuerdo de lo que ella sufrió de pequeña tras la Segunda Guerra Mundial, sigue siendo su mayor causa. “Recuerdo pasar hambre y sé que es muy difícil”, contó Ono en una entrevista en 2013. Por ello, desde hace más de 30 años colabora estrechame­nte con WhyHunger, una organizaci­ón sin fines de lucro con sede en Nueva York que lucha contra las privacione­s de alimentos en todo el mundo. Además, hace unos meses donó 50.000 dólares a la campaña del Lado Oeste contra el Hambre, que durante la pandemia ha proporcion­ado miles de menús a los residentes sin trabajo. © El País, S.L.

Vive en el mismo gran departamen­to de nueve habitacion­es, en el séptimo piso del edificio Dakota que alguna vez compartió con John Lennon

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ShutterSto­ck Yoko en una marcha en el Central Park en 2018

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