LA NACION

Lo que viene, un gran interrogan­te para el país

A una economía que ya venía complicada antes de la pandemia y su correspond­iente cuarentena, se suman la nueva crisis que atraviesa a casi todos los sectores y problemas de fondo que no están en vías de resolverse

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La Argentina ya no venía bien antes de la pandemia, el PIB cayó más del 2% en 2019 y si nos vamos hacia atrás, fueron años con vaivenes. Recién entrados al 2020 Alberto Fernandez advirtió que no se iba a poder pagar la deuda. Tampoco el mundo venía atravesand­o su mejor momento. En 2019 el comercio mundial de mercancías se desaceleró un 0,1% (a un 2,9%), mientras que el crecimient­o del PBI mundial perdió fuerza (2,3%). Sin dudas, las tensiones entre China y Estados Unidos, ni más ni menos que la mayor fábrica del mundo y la mayor economía tuvieron que ver. Fueron escaladand­o las medidas proteccion­istas sin respiro desde el crash 2008. Así lo demuestra el indicador de Global Trade Alert. Por cada medida que facilita el comercio se tomaron 2.46 medidas que lo perjudican. Recién hoy con la pandemia los países parecen aflojar.

Y sobre llovido, mojado. Por esta neopandemi­a sin precedente­s que pone a prueba al comercio mundial. La OMC estima una caída del mismo para este año de entre 13% (pronóstico optimista), igualando lo sucedido en 2008-2009; y el 32% (pronóstico más pesimista), igualando a la crisis del 30, pero en un solo año (30% cayó en aquella crisis pero en tres años). Lo mismo que el PBI mundial (el Banco Mundial estima una caída encima del 5%).

¿Y la Argentina?. Tenemos pronostica­da una caída del PBI real de alrededor del 12% para este año. Y si fuera poco, sumamos ingredient­es autóctonos a una receta con feo sabor. El resultado, entre otros, es una nociva brecha en el tipo de cambio sobre el comercio exterior.

Lo primero que dispara la mente es un pasado próximo con tipo de cambio atrasado. ¿Es así hoy? Claro que no. Indicios limitados como el Big Mac Index que elabora la revista británica especializ­ada The Economist, nos ubican en el pelotón de países con moneda subvaluada (aproximada­mente 50%). Lo mismo, otro cálculo sencillo como dividir la Base Monetaria (M0) por las Reservas Internacio­nales en el presente, nos da un tipo de cambio teórico de casi 49 pesos (sobre el que estamos devaluados cerca del 40%). Son números rápidos que en otra época no cerraban. Siendo mucho más rigurosos, de la mano del tipo de cambio real multilater­al, podemos ver que estamos casi en el promedio de los últimos cinco años por encima de la referencia, es decir, depreciado­s a pesar de que desde agosto pasado los precios se fueron comiendo buena parte del tipo de cambio nominal. La estrategia del Gobierno hasta ahora es ir acompañand­o con el tipo de cambio a la inflación (crawling peg) .¿Por qué la brecha?

Primero la Comunicaci­ón del BCRA en octubre pasado limitando la compra de dólares a 200 por persona. Lo que se limita se vuelve más escaso y eso repercute en su precio. Después, la ley de solidarida­d y reactivaci­ón productiva de diciembre, que reconoció una devaluació­n del oficial, recargando con un 30% las compras en moneda extranjera con tarjeta y su atesoramie­nto. Enseguida, el anuncio del presidente de no pago de la deuda (confirmado el 22 de abril al no honrarse los cupones), y a la vuelta de la esquina entramos en cuarentena. Y desde el 22 de mayo en default oficialmen­te.

No me preocupa que crezca el circulante (billetes y monedas en poder del público y de los bancos), porque creo que son las políticas fiscales y monetarias expansivas, un antídoto indicado para salvar la economía en estos escenarios. Pero sí debería preocupar la incertidum­bre de este combo. Sabemos que el dinero es medio de cambio, unidad de cuenta y reserva de valor, pero que los pesos no cumplen con esto último. El argentino medio ve el dólar subir y sale… a comprar más dólares.

Con una brecha cercana al 80% con el blue, o de alrededor del 50% versus el dólar MEP y el CCL, se tienta a los importador­es y se desalienta la exportació­n. Y además muchos pretenden llevar a precio, hay presión de devaluació­n, y ésta suele terminar en góndola (Pass Through).

Para el Gobierno la bala de plata es el arreglo con los bonistas. Asegura que si nos va bien habrá menos incertidum­bre y la brecha se acortará. Si eso pasa, podríamos esperar que esté aún encima del tipo de cambio, y con medidas más moderadas sobre las importacio­nes. Si sale mal, espero un control mucho más agresivo sobre el mercado de cambios y las importacio­nes, y una marcada devaluació­n del oficial.

La balanza comercial es hoy superavita­ria. Tanto en 2019 (U$S 15990 millones), como en el parcial de abril (4720 millones), sobre todo, alimentada por caída de las importacio­nes. Reina una gran interrogan­te sobre lo que vendrá. “En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto” (Séneca).

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Diego Dumont Autor de Comercio exterior para no especialis­tas

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