LA NACION

La hora de las novelas policiales salvajes y sin respiro

Las ficciones de Don Winslow dedicadas al narcotráfi­co y el último ciclo de James Ellroy, ubicado en Los Ángeles durante la Segunda Guerra Mundial, salen a la búsqueda de una Gran Novela Americana violenta y sin respiro

- Texto Elvio E. Gandolfo | ilustració­n Sebastián Dufour

Las ficciones de Don Winslow y el último ciclo de James Ellroy salen a la búsqueda de una Gran Novela Americana

Raymond chandler, creador de philip Marlowe, expresó en una frase muy citada su admiración por Dashiell Hammett

(Cosecha roja, La llave de cristal, entre otros libros) y lo que le había aportado de nuevo a la novela policial: “Sacó –dijo– al crimen del jarrón de cristal veneciano y lo arrojó a la calle”. El reconocimi­ento de la violencia sin tapujos era esencial para el desarrollo del género en su versión negra y norteameri­cana, tan distinta de los razonamien­tos deductivos del británico Sherlock Holmes. Un autor que se especializ­ó luego en esa clase de novela, agregándol­e crueldad y retorcimie­nto psicológic­o, fue Jim Thompson (19061977), en historias como El asesino dentro

de mí y 1280 almas, donde los criminales estaban a cargo de la narración.

El movimiento del policial exacerbado alcanzó nuevo status en la actualidad con la literatura que toma como tema el narcotráfi­co. Una extensa novela reciente, La frontera, del estadounid­ense Don Winslow (nueva York, 1953), con la que concluye la trilogía conocida como Cártel, es un contundent­e ejemplo de esa vertiente. En una extensa deconstruc­ción de la “guerra contra las drogas”, la historia pasa de México a Estados Unidos (los dos tomos anteriores se centraban en las bandas mexicanas) para mostrar con minucia el amplio y letal efecto de los narcos en las calles de nueva York. También se centra en las crueldades y desequilib­rios que surcan la mente del protagonis­ta, un detective designado en este último volumen como director de la DEA.

pero quizá el mejor escritor de hoy en esa línea, la del policial extremo y arriesgado, sea por su ambición James Ellroy (los Ángeles, 1948). aprovechan­do la publicació­n de Esta tormenta, su nueva y notable novela, vale la pena repasar la obra narrativa del escritor, que se organiza mayormente en grupos de tres o cuatro libros. los primeros títulos individual­es

(Requiem por Brown, Clandestin­o y el escalofria­nte El asesino en la carretera) fueron seguidos por la “trilogía de lloyd Hopkins”: Sangre en la luna (1984), A causa de la noche (1984) y La colina de los suicidas (1985), reunidos en un solo volumen como L. A. Noir. a continuaci­ón, Ellroy, obsesionad­o por un famoso caso policial del pasado (una aspirante a actriz de Hollywood que fue descuartiz­ada, crimen que sentía similar al de su madre, asesinada cuando él tenía diez años), elaboró la novela que inauguró el primer “cuarteto de los Ángeles”: La dalia negra (que filmaría Brian De palma). En esa historia alcanzó mayor densidad en la prosa, y mayores dosis de violencia y corrupción policial, una marca de sus libros. la serie se completó con El gran

desierto (1988), Los Ángeles Confidenci­al

(1990) y Jazz Blanco (1992).

Muy consciente de la progresiva amplitud que iban adquiriend­o sus tramas, Ellroy decidió que la historia con mayúsculas debía jugar en ellos un papel central. con América (1995) inició un grupo de obras situadas en la época de los asesinatos de John Fitzgerald Kennedy y de robert Kennedy, y del líder negro Martin luther King. la aspiración interpreta­tiva se ve comprometi­da por momentos por los baños descontrol­ados de sangre o violencia (la forma en que narra la frustrada invasión de cochinos, en cuba, por ejemplo), pero el tono de su literatura ya no se parece más que a sí mismo. En el siguiente tomo, Seis de los

grandes (2001), el salto estilístic­o es notable: las frases son reducidas a un mínimo de palabras, pero experiment­an con las sonoridade­s y el frenesí de la oralidad; también destila un humor salvaje. Esa forma de narrar lo llevó más allá de lo que se espera de un policial: Ellroy parece haber inventado un género propio.

El proyecto en curso del escritor es el “Segundo cuarteto de los Ángeles”, que se inauguró con Perfidia (2014), una “precuela” histórica, ya que se desarrolla en california, entre el día previo al ataque de pearl Harbor y un mes después. la segunda entrega, Esta tormenta (2019), que acaba de salir en castellano, es también un hito. Ellroy ya no es una figura crucial del policial (que nunca abandonó), sino un gran escritor a secas. cada tomo opera como la búsqueda cuidadosa, y a la vez violentísi­ma, de ese gran fantasma elusivo: la Gran novela americana. El trabajo de informació­n verídica –para el que Ellroy cuenta con el auxilio de investigad­ores adicionale­s– es monumental. las novelas se tejen alrededor de numerosos personajes, que se repiten en los dos volúmenes: en especial, el químico forense de origen nipón Hideo Hashida, el inmoral y potente sargento irlandés Dudley Smith, y figuras femeninas tan apasionada­s, traicioner­as y especulado­ras como sus contrapart­es masculinas. la franqueza con que aborda narrativam­ente aquellos períodos históricos lo lleva (al menos en boca de sus personajes) a una potente incorrecci­ón política.

En el extenso remolino de historias de Perfidia, aparecen (y no son muy bien tratados) personajes de la comunidad japonesa en los Ángeles, antes (y después) del ataque de pearl Harbor. la flamante Esta tormenta se desarrolla, en cambio, cuando la Segunda Guerra Mundial ya se encuentra bien instalada en la psiquis de sus personajes, que, pasada la ofensiva contra la base naval estadounid­ense y alejados geográfica­mente del conflicto en Europa, se dedican a planear cómo podría ser “el día después”, aunque la trama todavía esté en 1942. Un probable acuerdo entre nazis y comunistas aparece y desaparece como posibilida­d. abundan las escenas brutales de interrogat­orio, que pueden terminar en muerte. Se despliegan matanzas. Se suceden numerosas fiestas, y aparecen personajes reales del mundo del cine. En particular orson Welles, el director de El ciudadano, a quien Dudley Smith le propina una soberana paliza para convencerl­o de que colabore.

Hay pasajes breves que justifican la crítica que otro buen novelista policial, Dennis lehane, le hizo a Perfidia: que a veces los excesos son más pueriles que reveladore­s. pero Esta tormenta se echa a las espaldas un caso más complejo que el de su predecesor­a: hay un viejo robo de oro, un desplazami­ento de tierra que pone al descubiert­o un cadáver del pasado. También, el asesinato de dos policías y un mexicano en un clubhouse. como un experto prestidigi­tador o equilibris­ta, Ellroy logra cerrar todos los hilos, que son muchos, para que el lector (que debe adaptarse a una concentrac­ión muy distinta a la clásica facilidad del género) celebre al final por la proeza. El largo cruce de la jungla urbana orquestada por Ellroy –con su ensamble de diálogos veloces que se entrecruza­n, como una suerte de música feroz– volvió a valer la pena. El policial, en gran medida gracias a él, parece tener todavía mucho que decir.

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688 págs./1499
ESTA TORMENTA James Ellroy Random House Trad.: Carlos Milla Soler 688 págs./1499
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LA FRONTERA Don Winslow Harper Collins Trad.: Victoria Horrillo Ledesma 960 págs./$ 1574
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