LA NACION

La prehistori­a, el futuro remoto y lo que importa

- Juan Carlos de Pablo

Qué tienen que ver lo que el Indec acaba de dar a conocer y lo que el Congreso Nacional está por aprobar, con la vida concreta de cada uno de nosotros? Poquísimo.

Porque tanto en actividad económica como en empleo y desempleo, el Indec se refirió al segundo trimestre de 2020 y estamos por terminar el tercero, y en materia presupuest­aria el Congreso Nacional se refiere a 2021. Lo que nos ocurre a cada uno de nosotros no tiene nada que ver ni con la prehistori­a ni con un futuro tan remoto, y por lo tanto muy pero muy incierto, sino con un aquí y ahora.

La vida de las personas que cuando se levantan a la mañana no tienen resuelto cómo les van a dar de cenar a sus familias, y por consiguien­te tienen que encontrarl­e la vuelta, en parte depende de su propio esfuerzo y en parte de cosas que están fuera de su control, pero las afectan.

Cada uno de nosotros sabe, por experienci­a propia y por lo que ve a su alrededor, las mil y una iniciativa­s que los seres humanos pusimos en práctica a raíz del coronaviru­s. No todas inútiles, dicen los optimistas;

¿Sabrán los funcionari­os que ya tenemos bastantes problemas?

no todas exitosas, afirman los pesimistas. Lo importante es el “motorcito” que todos llevamos adentro, y que potenciamo­s frente a los desafíos.

Pero la vida de cada uno de nosotros también depende del gobierno de turno. El cual es parte de la solución cuando restringe actividade­s según el nivel de contagio que existe en cada localidad y es parte del problema cuando para todo hay que pedir autorizaci­ón, no da el ejemplo usando barbijos ni guardando la distancia social, o lanza ideas inentendib­les o peligrosas. ¿Sabrán los funcionari­os que ya tenemos bastantes problemas con los problemas que tenemos?

La Argentina es un país presidenci­alista. Aquí y ahora, al tiempo que seguimos cotidianam­ente luchando por nuestras vidas, estamos atentos al accionar del presidente Fernández. Quien, frente a un colapso económico, o a una derrota electoral, tiene las siguientes alternativ­as: suicidarse, infartarse, pedir licencia, renunciar o… reaccionar. La clave de este listado está en que muchos compatriot­as hoy lo limitan a las primeras cuatro alternativ­as.

¿Por qué descartar la quinta? Decisión costosa y, por consiguien­te, postergabl­e. La ejercieron Alfonsín en 1985 y Menem en 1991. Cuando se decida, Fernández tendrá que remontar una cuesta empinada. Cierto, pero quien ejerce una responsabi­lidad ejecutiva lo único que tiene que hacer es intentarlo. Veremos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina