LA NACION

No es “pospandemi­a”, sino “con pandemia”

- Claudia Romero Doctora en Educación. Profesora e investigad­ora de la Universida­d Di Tella

Gurúes de la pospandemi­a explican cómo será el “día después”. Eso podría aportar tranquilid­ad, pero es ilusorio porque, al menos en educación, no habría tal cosa. La educación que viene no es “pospandemi­a”, sino “con pandemia”. Se trata de aprender a convivir con el virus siguiendo con la vida personal y social, lo que incluye a la escuela. Se supone que la escuela es el lugar para aprender a convivir con los otros y con las circunstan­cias, en este caso la pandemia. El mundo está haciendo eso, retornando a las clases, con temores, pero con cuidados y planificac­ión. El Gobierno y los sindicatos en la Argentina insisten en demorar el reinicio.

Las estimacion­es de los países de la OCDE indican que se tardará dos años, en promedio, para recuperar los niveles de actividad económica que se tenía antes de la pandemia. La Argentina requerirá más tiempo. La inmunidad vía vacuna va a demorar al parecer unos cuantos meses; no parece razonable lo que propone el mayor sindicato docente, que es reanudar las clases recién cuando esto ocurra.

Las escuelas quizá nunca debieron haberse cerrado. O al menos no más allá de los primeros quince días de cuarentena, hasta organizars­e. Aun sin clases, los edificios escolares debieron estar abiertos con una guardia para proveer los dispositiv­os y materiales didácticos para la continuida­d pedagógica y recibir a las familias que necesitara­n ayudas para sostener la educación de sus hijos. Ese faro que es la escuela debe seguir emitiendo luz aun en la peor de las tormentas, después de todo para eso están los faros.

En cambio, se optó por mantener cerradas las escuelas y entregar material didáctico en los supermerca­dos y, hasta hoy, se abren las escuelas públicas cada quince días, exclusivam­ente para entregar bolsas con comida. Extraño enroque: repartir material educativo en el supermerca­do y comida en la escuela. Es hora de ir acomodando las cosas.

Mantener el cierre de escuelas aumenta las desigualda­des educativas y sociales, como fue advertido por organismos internacio­nales. Pero además impacta negativame­nte en las trayectori­as académicas futuras de los estudiante­s y, al romper los lazos de socializac­ión, genera desaliento, pérdida de motivación y abandono. El abandono escolar es alarmante. De acuerdo con los estudios que realizamos en la Universida­d Di Tella, los niveles de abandono escolar a mitad del año lectivo ya habían superado la media anual con una expectativ­a creciente de deserción, sobre todo en el nivel secundario. Y ese abandono es desigual; los alumnos en condicione­s vulnerable­s se ven más afectados.

Aprender a convivir con el virus en la escuela implica considerar tres cuestiones. Primero, procurar escuelas seguras, cumplir los protocolos y diseñar escuela por escuela la estrategia del retorno. Esto es responsabi­lidad de cada provincia y el gobierno nacional debe asegurar los fondos extraordin­arios que se requieran.

Segundo, tener flexibilid­ad, estar dispuestos a abrir y cerrar parcialmen­te cuando sea necesario. Y reconocer que la asistencia de los estudiante­s no podrá ser obligatori­a, como bien establecie­ron los ministros de Educación provincial­es en el protocolo de regreso. La confianza de todos se irá produciend­o a pasos cortos. Tercero, priorizar para el regreso a los estudiante­s y los aprendizaj­es más afectados por el cierre. Por ejemplo, a quienes quedaron desconecta­dos, a los de los últimos años de cada nivel o los talleres de las escuelas técnicas.hará falta coraje e imaginació­n para volver a la escuela “con pandemia”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina