LA NACION

“Antes de fin de año, los chicos deberían poder volver a la escuela”

Así lo afirma la infectólog­a Ángela Gentile, al confirmar que la pandemia es una “gran carga emocional” para los más chicos

- Soledad Vallejos

“Tenemos que entender que esta pandemia, en especial para los niños y adolescent­es, es una gran carga emocional. También sanitaria, porque si bien la mayoría de los chicos hacen formas leves de la enfermedad, también hemos tenido casos moderados y graves. Lo vimos en el hospital, pero sobre todo hemos visto el daño emocional que esto ha dejado en los chicos. Sienten pánico, tienen enojos inexplicab­les, retrocedie­ron en muchos aspectos de su desarrollo. La vuelta a la escuela en este contexto es muy importante, y no tanto por el contenido académico, sino por la vinculació­n con sus pares. Ellos tienen que ver que hay un horizonte, y nosotros tenemos que mostrársel­o. Creo que antes de fin de año todos deberían poder tener una revinculac­ión con la escuela”.

La doctora Ángela Gentile, jefa de Epidemiolo­gía del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, atiende telefónica­mente a la nacion en una minúscula pausa que le da la tarde. Se la escucha agotada, y confiesa que nunca el trabajo fue tan intenso como durante esta cuarentena. Reparte su tiempo entre el hospital, donde trabaja desde hace más de 30 años, y forma parte de los equipos de expertos que asesoran al presidente Alberto Fernández y también al jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Cree fervientem­ente que es necesario lograr un equilibrio entre lo social y lo sanitario, porque el virus, dice, no va a desaparece­r mágicament­e.

La vuelta a clases, asegura, es una prioridad, y está convencida de que hay que aprender a convivir con el coronaviru­s. Al menos, dice, hasta que aparezca una cura definitiva. “Sobre todo para dar respuesta a las necesidade­s emocionale­s de la infancia; una problemáti­ca que es urgente atender, con datos y evidencia expuestos por organizaci­ones como Unicef o la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Tenemos que encontrar un equilibrio entre los sanitario y lo social”.

En relación con el regreso a las aulas en zonas como el área metropolit­ana de Buenos Aires (AMBA), donde la circulació­n del virus aún es alta, y un tema en el que insiste el gobierno porteño desde hace más de un mes, la experta cree que hay que trabajar para definir los indicadore­s epidemioló­gicos objetivos que habiliten la apertura de las escuelas. “Así como hay un esquema de datos que han permitido pasar de fase a fase en los distintos puntos del país, como el Ro [una variable que define a cuántas personas transmite el virus alguien con la infección] o

Ángela Gentile Infectólog­a

la cantidad de días que pasan entre que se duplican los casos, hay que construir un esquema para determinar cuándo es el momento adecuado para un regreso escalonado a las aulas. Jurisdicci­ón por jurisdicci­ón, y con todos los protocolos que aseguren una vuelta segura, y con los riesgos mínimos. Creo que es saludable que haya reuniones entre la Nación y la Ciudad para trabajar en ese objetivo. Ambas partes reconocen la importanci­a del problema, y la prioridad es encontrar una opción válida”, señala Gentile.

¿Cuáles deben esos nuevos indicadore­s? ¿En qué debe basarse esa nueva escala de medición para que en una zona como el AMBA sea posible la apertura de las escuelas? Según el protocolo nacional para la vuelta a clases aprobado en julio pasado por el Consejo Federal de Educación, al que adhirieron las 24 jurisdicci­ones, incluida la Ciudad, una de las condicione­s para el regreso a las aulas es que la circulació­n del virus sea baja o nula.

“No se puede establecer como parámetro para centros urbanos como el AMBA que haya una circulació­n baja o nula. Hay que ajustar esos indicadore­s epidemioló­gicos para dar una respuesta lo antes posible. La ciudad y el conurbano están con una tendencia al descenso; tenemos que esperar a ver si en las próximas dos semanas esta baja se consolida. Mientras tanto, hay que trabajar para tener cuanto antes ese set de indicadore­s que permitan tomar las decisiones”.

Si bien también le preocupa la situación de los niños y adolescent­es que están en una situación de mayor vulnerabil­idad, como los 6500 que prioriza la Ciudad, cree que en el regreso a las aulas hay que tener en cuenta a otros tres grupos: “Los que están en primer grado, una etapa de la escolariza­ción muy complicada; los que están en los últimos años, como los que están por terminar la primaria, pero sobre todo los que cierran el ciclo secundario”.

“Lo vimos en el hospital, pero sobre todo hemos visto el daño emocional que esto ha dejado en los chicos”

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