LA NACION

Renuncia bomba en el Vaticano: se va uno de los cardenales más poderosos

La dimisión de Angelo Becciu fue relacionad­a con un escándalo financiero

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– En un nuevo golpe de escena, que cayó como una verdadera bomba en el Vaticano, el Papa aceptó ayer la renuncia de uno de los hombres más poderosos de la curia romana, el cardenal Angelo Becciu, que no solo dejará su cargo de prefecto de la Congregaci­ón de las Causas de los Santos, sino también el cardenalat­o. Es decir, no podrá participar de una eventual cónclave.

“Hoy, jueves 24 de septiembre, el Santo Padre ha aceptado la renuncia al cargo de prefecto de la Congregaci­ón de las Causas de los Santos y a los derechos conexos al cardenalat­o, presentada por su eminencia el cardenal Angelo Becciu”, anunció el Vaticano, en un escueto comunicado, que difundió un minuto antes de las 20 (hora local), un horario totalmente inusual.

La noticia de la intempesti­va salida de Becciu, que fue desde 2011 hasta mediados de 2018 sustituto de la Secretaría de Estado, es decir, el número tres del Pontífice, y que tuvo enorme influencia y poder en el Vaticano, cayó como un baldazo de agua helada. Se cree que, en verdad, fue obligado a renunciar y su salida enseguida fue relacionad­a con el último escándalo financiero que afectó al pequeño Estado, que desencaden­ó por voluntad de Francisco algo que algunos bautizaron la “Operación Mani Pulite” del Vaticano y produjo un clima de gran desasosieg­o e intrigas en los últimos meses.

El escándalo tiene que ver con la investigac­ión que el Papa ordenó el año pasado, al salir a la luz una millonaria inversión inmobiliar­ia en Londres que la Secretaría de Estado realizó en 2014, con fondos reservados. Entonces, basándose en una compleja arquitectu­ra financiera en la que aparecen diversos fondos y entidades, la primera sección de la Secretaría de Estado –en manos de Becciu– adquirió, por 200 millones y 500.000 dólares el 45% de un edificio de 17.000 metros cuadrados, ex-harrods, en la Sloane Avenue, en el coqueto barrio de Chelsea.

Cuatro años más tarde, para limitar las pérdidas millonaria­s causadas por esta inversión (también debido a la existencia de una gran hipoteca sobre el edificio), la Secretaría de Estado contrató como intermedia­rios a personajes italianos que, luego de operacione­s complicadí­smas, terminaron exigiendo una comisión-extorsión de 15 millones de euros, e hicieron levitar la desastrosa inversión a 350 millones de euros.

Por este escándalo, en junio pasado, fue arrestado y liberado después de dos días un broker italiano llamado Gianluca Torzi, que se cree que “cantó” al ser interrogad­o por los magistrado­s del Vaticano.

El arresto y la liberación de Torzi volvieron a prender los reflectore­s sobre el rol del cardenal Becciu, un hombre muy poderoso, durante años sustituto de la Secretaría de Estado y que a mediados de 2018 el Papa reemplazó por el venezolano Edcoerciti­vo gar Peña Parra y envió a dirigir la Congregaci­ón para las Causas de los Santos.

Controles

Las sospechas sobre el rol de Becciu en realidad se remontan al 2 de octubre del año pasado, cuando comenzó el escándalo financiero. En un hecho sin precedente, por voluntad del Papa, la gendarmerí­a del Vaticano allanó entonces las oficinas de la Autoridad Financiera Internacio­nal (AIF), la agencia de control de las finanzas de la Santa Sede, junto a otras de la primera sección de la Secretaría de Estado, por irregulari­dades financiera­s vinculadas a lo anterior.

Esos allanamien­tos determinar­on no sólo el secuestro de documentos y computador­as, sino también la suspensión de cinco personas, entre las cuales se dio la de monseñor Mauro Carlino, jefe de la oficina de informació­n y documentac­ión de la Secretaría de Estado, que fue durante años secretario personal del cardenal Becciu.

El 19 de febrero de este año, el Vaticano amplió la investigac­ión y allanó la oficina y la casa de monseñor Alberto Perlasca, alto prelado que durante diez años fue el responsabl­e de las inversione­s de la Secretaría de Estado y trabajó bajo las órdenes de Becciu. El excardenal siempre intentó defenderse de cualquier operación turbia –tal como la definió en un momento el cardenal Pietro Parolin–, intentando acusar a su sucesor venezolano, Peña Parra.

Desde que fue electo al trono de Pedro, el Papa busca hacer limpieza en las finanzas del Vaticano y al estallar este último escándalo financiero, el año pasado, hizo trascender que su voluntad era ir hasta el fondo, “caiga quien caiga”.

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