LA NACION

Con la apertura de más calles, avanza la obra de urbanizaci­ón de la villa 20

Tras la mudanza de vecinos a nuevas viviendas en el predio Papa Francisco, las viejas casas fueron demolidas; en su lugar hay ahora arterias de circulació­n y pulmones de manzana

- Mauricio Giambartol­omei

La pandemia paralizó todo. Durante meses la Ciudad estuvo enfocada, casi únicamente, en controlar una enfermedad desconocid­a que amenazaba con hacer colapsar el sistema sanitario. Con el correr de los meses, y en un mejor escenario frente al Covid-19, la apertura gradual de las actividade­s también involucra a los proyectos del Estado puestos en pausa por la falta de protocolos, que fueron elaborándo­se en este tiempo. La urbanizaci­ón de la villa 20, en el sur porteño, es uno de ellos.

El proyecto se inició en 2016, años después de la violenta y trágica toma del predio bautizado Papa Francisco, donde se levantaron edificios de viviendas para la relocaliza­ción de los vecinos. La apertura de calles en sectores antes ocupados por viviendas que fueron demolidas es el último avance significat­ivo para la conectivid­ad del barrio.

El comienzo de la relocaliza­ción en las nuevas viviendas, donde ya viven 880 familias de la villa 20, permitió el avance de los trabajos de esponjamie­nto de las manzanas, para lograr la ventilació­n e iluminació­n de cada sector con la demolición de casas; así se generaron pulmones de manzana y se extendiero­n calles. En el último de los casos, la apertura fue en Miralla y Corvalán, dos vías de circulació­n que permiten una mejor accesibili­dad para los habitantes.

Las nuevas vías de circulació­n se suman a otras dos aperturas que habían ocurrido tiempo atrás en la villa 20. Los primeros trabajos de este tipo fueron sobre las calles

Unanue 1 y Unanue 2.

Estos trabajos y todos los incluidos en la urbanizaci­ón fueron consensuad­os y definidos en la Mesa de Gestión Participat­iva (MGP) que funciona dentro de la villa 20 desde que empezó la propuesta de urbanizaci­ón, llevada adelante por el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). Se trata de un espacio en el que los vecinos y representa­ntes barriales debaten cada paso del proceso de integració­n junto al IVC y otros organismos porteños.

La apertura de la calle Miralla generó una vía de circulació­n de más de 400 metros cuadrados y veredas de ambos lados, mientras que en Corvalán se amplió la calle hasta los 344 metros cuadrados. En total fueron 57 las familias que debieron dejar sus antiguas viviendas, reducidas a escombros, y fueron reubicadas en las nuevas unidades. El proceso demandó tres años de estudio, concientiz­ación de los habitantes y diálogo para encontrar la mejor solución.

“Con las obras de apertura de las calles en el barrio, las familias están viviendo ahora en su casa con mejores condicione­s. Tenemos que seguir trabajando junto a los vecinos y vecinas para integrar el barrio a la ciudad y la ciudad al barrio”, sostuvo el presidente del IVC, Juan Maquieyra.

Antecedent­es

A raíz de la pandemia de Covid-19 las mudanzas estuvieron frenadas durante varios meses, hasta que se estableció un protocolo de prevención elaborado por el IVC en línea con las recomendac­iones brindadas por el Ministerio de Salud de la Nación y la Organizaci­ón Mundial de la Salud. Según la proyección oficial, a fines de año se debería llegar a 1129 familias relocaliza­das.

Además de las nuevas viviendas y la apertura de calles, el plan de urbanizaci­ón contempla obras de infraestru­ctura para la provisión de los servicios básicos necesarios para los vecinos, como agua corriente, electricid­ad, cloacas y pluviales, así como la mejora del espacio a través de bocas de tormenta, alumbrado público, arbolado, rampas y señalética.

En la villa 20 –ubicada en Villa Lugano (comuna 8) entre las avenidas Escalada, General Fernández de la Cruz y Larrazábal, y las calles José Batlle y Ordóñez– viven unas 28.000 personas, de acuerdo con el censo realizado por el IVC en marzo de 2016. Están distribuid­as en 9119 familias y 4560 viviendas ubicadas en 30 manzanas.

En noviembre del mismo año, la Legislatur­a porteña aprobó la ley Nº 5705, que impulsaba la puesta en marcha de la urbanizaci­ón y brindó el marco legal para el desarrollo de las obras. “Es una fecha histórica. Estamos empezando esta obra tan demorada y necesaria para el barrio”, dijo en ese momento el jefe de gobierno de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta.

Pero nueve años antes, en 2005, la ley Nº 1770 ya había ordenado la urbanizaci­ón de la villa 20. Las demoras en el avance de las obras provocaron que unas 700 familias del asentamien­to usurparan el predio aledaño –luego bautizado Papa Francisco– en febrero de 2014. El día de la ocupación una pelea a tiros provocó la muerte de Osvaldo Soto; seis meses más tarde, el asesinato de Melina López aceleró el desalojo ordenado por la jueza porteña Elena Liberatori, que ya dirigía un expediente relacionad­o con el incumplimi­ento de la ley Nº 1770.

A partir del proyecto de integració­n, se aprobó la construcci­ón en Para Francisco de 1600 viviendas en módulos dobles de planta baja y tres pisos, con acceso desde la vía pública o desde los senderos peatonales. También se previó el mejoramien­to de más de 3000 viviendas del barrio histórico, así como la dotación de infraestru­ctura básica (agua corriente, electricid­ad, cloacas y pluviales) y la apertura de calles y pasillos.

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Santiago filipuzzi Mejor conectivid­ad para unir la villa 20 al resto de la ciudad

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