LA NACION

Estatismo y politizaci­ón en la Hidrovía

La anunciada constituci­ón de una sociedad del Estado para el dragado y el mantenimie­nto del río Paraná es una pésima señal por donde se la mire

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Apocos meses de la finalizaci­ón delcontrat­odeconcesi­ónpara el dragado y mantenimie­nto de la Hidrovía –la vía navegable troncal Santa Fe-océano– el Gobierno anunció la creación de una sociedad del Estado cuyos fines coincidan con los de esa concesión, que se pondrá en marcha mediante un decreto.

No queda claro si esta nueva empresa cumplirá solo una función reguladora o una intermedia­ción, o bien si realizará directamen­te las tareas con su personal y equipos. Si fuera esto último, nos preguntamo­s cómo logrará el capital necesario para adquirir las muy costosas dragas y los equipos de balizamien­to, entre otros elementos para su operación. Todo esto exigirá un muy fuerte respaldo tecnológic­o y de capital.

Si solo se pretende que la nueva sociedad del Estado cumpla un rol regulador, no parece tener sentido darle este tipo de estructura jurídica. Bastaría con un ente de organizaci­ón muy simple y reducida para no incorporar un costo adicional que recaería en los productore­s y en los consumidor­es de bienes importados. Sea como operador, como intermedia­rio o como regulador, la incorporac­ión de representa­ntes de siete provincias en el directorio les dará a sus decisiones un carácter político. Cada uno de ellos pugnará por beneficiar a su provincia y no por optimizar el servicio.

El dragado del río Paraná en toda su extensión es esencial. Cuanto mayor sea la profundida­d y, consecuent­emente, el calado de los buques, tanto mayor será su capacidad y menores los fletes. Cuanto más amplias sean las curvas y los anchos navegables del río, tanto más grandes serán los buques de carga y convoyes de barcazas de empuje.

Hasta 1995 el dragado era realizado por el Estado con dificultad­es para mantener un buen nivel. En aquel año se licitó y adjudicó una concesión por peaje a un consorcio formado por la compañía belga de dragado Jan de Nul y la empresa argentina Emepa. Si no hay una nueva extensión, la concesión terminará en 2021, tras haber sido prorrogada en dos ocasiones. El socio principal de la firma local declaró como testigo protegido en la causa de los cuadernos y reconoció haber entregado 600.000 dólares para lograr una de esas prórrogas, circunstan­cia que habría generado un conflicto con la empresa belga.

El contrato de concesión abarca un tramo de 820 kilómetros entre el puerto de Santa Fe y la llegada de los canales navegables del Río de la Plata al océano Atlántico. Está excluido el canal de Martín García. Los usuarios de la Hidrovía reconocen los logros en cuanto a las profundida­des, soleras, ensanchami­ento de curvas y balizamien­to, aunque se quejan por el elevado nivel de las tarifas. Lo cierto es que desde 1995 hasta la fecha las mejoras en la Hidrovía hicieron posible un notable incremento del tráfico fluvial y la instalació­n de puertos altamente eficientes. Los puertos del área Rosario-san Lorenzo pueden cargar buques ultramarin­os de hasta 30/32 pies de calado, requiriénd­ose el completami­ento de carga en Bahía Blanca u otros puertos para buques de mayor tamaño y calado.

De ahí la importanci­a que los sectores exportador­es le han dado al curso que el Gobierno adopte para resolver la continuida­d de la tarea. Una mayor profundiza­ción hasta Rosario y Santa Fe es posible. Un reciente estudio encargado por la Bolsa de Comercio de Rosario, la Cámara de Puertos Privados Comerciale­s, la Cámara Argentina del Acero, la Unión Industrial Argentina y la Cámara de Actividade­s Portuarias y Marítimas muestra la factibilid­ad de llevar la profundida­d a 40 y 42 pies en el Paraná Inferior. Para esto se requerirán equipos de gran capacidad y moderna tecnología de los que ciertament­e carece la modesta y vetusta flota estatal.

Es de sentido común entender que deberá recurrirse a empresas de gran capacidad, amplia experienci­a y probada eficiencia, con reglas de competenci­a que finalmente permitan recuperar las inversione­s y los costos operativos con las menores tarifas posibles. La creación de la sociedad del Estado con un criterio político y una visión ideológica estatizant­e es una pésima señal, vista la experienci­a argentina. En momentos en que se necesita potenciar las exportacio­nes y dar señales positivas para atraer inversione­s, el Gobierno parece haberse disparado otro tiro en el pie.

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