Clima de ajuste de cuentas en el Vaticano
El poderoso cardenal Angelo Becciu, a quien el Papa le pidió apartarse del cargo por corrupción, dijo que es inocente y que fue blanco de una operación
Tras la renuncia, el poderoso cardenal Becciu dijo que fue blanco de una operación
ROMA (De nuestra corresponsal).– La inesperada dimisión del influyente cardenal Angelo Becciu, uno de los hombres más poderosos de la curia romana, envolvió ayer al Vaticano en un clima de intrigas. Ayer, en la conferencia de prensa que convocó, se presentó como víctima de una operación en su contra, contó que el Papa le exigió la renuncia y clamó su inocencia.
ROMA. – Clima de ajuste de cuentas, de intrigas al mejor estilo Dan Brown; desconcierto total. Tal era el lo que se respiraba ayer en el Vaticano, al día siguiente de la inesperada salida del cardenal Angelo Becciu, una de los hombres más poderosos de la curia romana, que causó un terremoto en la Santa Sede.
Becciu (72 años), que fue sustituto de la Secretaría de Estado, uno de los cargos más importantes, de 2011 a 2018 y luego prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, salió a defenderse con uñas y dientes. Y en una conferencia de prensa que convocó, se presentó como víctima de una operación en su contra, contó que el Papa le exigió la renuncia y clamó su inocencia.
Becciu contó que el Papa le pidió anteayer la renuncia al salir pruebas de que cometió “actos de peculado” con familiares, delito que negó haber cometido. “Es un equívoco”, aseguró. Como su renuncia se conoció anteayer a las ocho de la noche en un escueto comunicado de la Sala de Prensa, que no dio explicaciones, fue relacionada con su rol en el último escándalo financiero que estalló por una fallida inversión inmobiliaria en Londres. Un millonario negocio que se realizó en 2014 –cuando él era sustituto de la Secretaría de Estado– con fondos reservados.
No obstante Becciu, que se presentó solo y angustiado ante la prensa, afirmó que lo de Londres no tenía nada que ver, tanto es así que de eso ni hablaron con el Papa anteayer, a la hora del despido. Una salida inesperada, motivada por presuntos “actos de peculado” que, según la magistratura vaticana, habría cometido siendo sustituto, cuando envió 100.000 euros del Óbolo de San Pedro a una cooperativa de Ozieri, el pueblo de Cerdeña de donde es oriundo y “brazo operativo de Cáritas”, que preside uno de sus hermanos. Becciu explicó que lo hizo para ayudar a la diócesis de su tierra, que conocía y donde hay mucha pobreza y desocupación, y que por ende no había hecho nada malo. Al respecto, recordó que el sustituto puede utilizar el Óbolo de San Pedro para fines caritativos. “Además, esos fondos siguen estando ahí para ayudar a los pobres”, se justificó, subrayando por otro lado que la cooperativa en cuestión da trabajo a 60 personas.
“Me parece todo surreal. Hasta las 18.02 de ayer me sentía amigo del Papa, un fiel servidor del Papa. Pero después el Papa me dijo que ya no confiaba en mí porque le llegó información de que habría cometido actos de peculado”, relató Becciu, que admitió sentirse “destruido”. Con los ojos lúcidos, detalló que también Francisco, en los 20 minutos que duró su tubulenta reunión, apareció “sufriente”. Y que por “obediencia” aceptó su orden de presentar la renuncia. “Daría mi vida por el Papa”, aseguró. “Pero le dieron información errada, espero que no lo hayan maniobrado”, disparó.
Su inédito despido –en los últimos años solo se vieron obligados a renunciar al cardenalato el escocés Keith O’brien, en 2015, y el estadounidense Theodore Mccarrick, en 2018, por escándalos de pedofilia– coincidió con la publicación de una investigación del semanario L’espresso centrada en la oscura gestión de dinero que habría tenido Becciu a lo largo de su carrera. Un manejo definido como “método Becciu”.
Al margen de la millonaria inversión londinense y los 100.000 euros a la cooperativa SPES, de su hermano Tonino, L’espresso denunció un giro de 300.000 euros a la misma cooperativa por parte de la Conferencia Episcopal Italiana, así como flujos de dinero que, siendo nuncio (embajador del Vaticano) destinó a otro hermano, Francesco, dueño de una empresa de carpintería y a otro hermano más, Mario, que fabrica cerveza. Becciu negó todo. Habló de una campaña para desprestigiarlo: “Quieren hacerme ver como a un corrupto que ayudó a sus familiares, pero nadie se enriqueció gracias a mí”, se defendió. Aunque admitió que siendo nuncio en Angola y, más tarde, en Cuba, debido a situaciones “desesperadas” allí para conseguir materiales, tras pedir autorización a la Secretaría de Estado, le dio encargos de refacción a su hermano carpintero.
Cuando le preguntó quién la nacion pensaba que estaba detrás de lo que él consideraba una campaña en su contra, quiénes son sus enemigos, Becciu, hábil diplomático, no mencionó a nadie. “No sé si soy objeto de una vendetta, no lo sé”, dijo.
Y hablando de vendetta, en un clima de ajuste de cuentas, hizo mucho ruido que el cardenal australiano George Pell–exzar de las finanzas del Vaticano que debió irse en julio de 2017 para defenderse en un juicio por pedofilia, del que salió absuelto– y enemigo de Becciu, celebrara su despido. “El Santo Padre fue elegido para hacer limpieza en las finanzas del Vaticano. Él juega una largo partido y se le debe agradecer y felicitar por los recientes hechos. Espero que la limpieza del establo continúe”, expresó Pell, en una declaración.
En un clima de gran desconcierto, Becciu, que ya no podrá participar en un cónclave ni en un consistorio, aseguró que no temía ser arrestado, porque, insistió, no había cometido ningún delito. Contó, finalmente, que seguirá viviendo en su lujoso departamento del Vaticano.
“¿Tengo que dejar el departamento?”, le preguntó al Papa, en la audiencia que marcó un dramático final para su carrera, según contó. “No, por todo el trabajo que ha hecho por mí, se lo dejo”, le contestó Francisco.