LA NACION

Borgen, los cerdos y el agro argentino

- Cristian Mira

Borgen es una de las series de Netflix que más repercusió­n ha tenido en las últimas semanas en la Argentina. De origen danés, describe los pormenores políticos alrededor de la figura de Birgitte Nyborg, una mujer que, por una circunstan­cia casi fortuita, se convierte en primera ministra. Una de las razones por las que segurament­e despierta tanto interés entre los televident­es argentinos es por el elevado apego a la austeridad y a las reglas democrátic­as de Dinamarca. Por supuesto, es una ficción, pero no debe ser muy diferente de lo que ocurre todos los días. En la Argentina, en cambio, se sabe que la realidad supera a la más imaginativ­a de las ficciones.

Aunque la serie tiene diez años, solo ahora la popular plataforma de video la puso en su grilla, en uno de sus capítulos pone de relevancia una cuestión que será vital para la agroindust­ria argentina en los próximos años. (A partir de aquí hay un alerta de spoiler para quien no haya visto la última temporada de la serie).

La pareja de Nyborg, que ya no es primera ministra, sufre una descompost­ura por ingerir carne de cerdo que en Dinamarca equivale a la carne vacuna argentina, no solo en términos productivo­s sino también culturales. A partir de ese incidente, atribuido al uso intensivo de antibiótic­os, el sistema de producción porcino danés pasa a ser una cuestión de relevancia nacional, con encendidos debates entre quienes reclaman bienestar animal, seguridad para los consumidor­es y quienes se resisten al cambio. La discusión se soluciona por la habilidad de Nyborg cuando logra un acuerdo político para mejorar los controles sanitarios.

Aunque Dinamarca haya logrado en los últimos años corregir esa situación, el tema sigue teniendo vigencia. Esto se comprobó en los últimos días con la presentaci­ón que hizo esta semana en la jornada de Lanzamient­o de la Campaña Gruesa 2020/21 la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en la que disertó la embajadora de la Unión Europea en la Argentina, Aude Maie-coliche (ver también página 4). La diplomátic­a expuso los contenidos básicos del Pacto Verde de la UE que, según explicó, “representa un cambio de paradigma, una revolución verde, como la revolución industrial”, que los llevará a “producir y consumir de manera diferente” y que tendrá “un impacto mucho más allá de la UE”.

Ese cambio parece estar influido por un motivo político. En mayo de 2019, dijo la embajadora, todos los partidos verdes europeos crecieron en representa­ción legislativ­a. La Comunidad Europea

destinará en los próximos siete años unos 20.000 millones de euros para fomentar la biodiversi­dad, con un conjunto de compromiso­s para los próximos diez años, como la reducción del uso de fertilizan­tes en un 20%, de plaguicida­s en un 50%, y de productos antimicrob­ianos, en un 50 por ciento. Al mismo tiempo, quieren llevar la “agricultur­a ecológica” al 25%.

Ese cambio interno, que lleva el título de la Granja a la Mesa, también tendrá repercusio­nes en el exterior. Va a “condiciona­r lo que vamos a importar”, dijo Maie-coliche, y advirtió que se espera que esas políticas van ayudar a “elevar los estándares” de otros países.

Para la Argentina, guste o no, este cambio es vital, dado que la Unión Europea es uno de sus principale­s socios comerciale­s. “Frente a la falta de interés del Gobierno en avanzar con estas cuestiones con Europa, sería muy propicio que el sector privado argentino tuviera un encuentro con la contrapart­e europea para explicar todo lo que el país está haciendo”, dice Marisa Bircher, exsecretar­ia de Comercio Exterior. Sostiene que el país puede mostrar “su sistema de producción, que resguarda el medio ambiente, los recursos naturales de suelo y agua, y que es sustentabl­e, eso nos marca una diferencia con otros socios de la región”.

Bircher destaca que hay un “movimiento ambientali­sta y verde muy fuerte” que los presidente­s europeos “están empezando a escuchar”. Cree que al menos desde el sector privado argentino se puede “dialogar y poner claridad a estas cuestiones”.

Lamentable­mente, en el mundo se están dejando atrás las reglas multilater­ales y se apunta a las negociacio­nes entre países o bloques. En la misma jornada, un representa­nte de la Cámara Internacio­nal de Comercio (ICC, por sus siglas en inglés), Crispin Conroy, explicó que la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC) está atravesand­o una crisis que no logra establecer acuerdos sanitarios que permitan establecer normas claras en la relación comercio y medio ambiente.

Naciones de mayor peso relativo en términos económicos y políticos que la Argentina, como Estados Unidos o Brasil, pueden ponerle un límite a los excesos que pueda fijar la política europea. Y en un momento en el que país se está alejando del mundo, pese a que necesita los dólares de las exportacio­nes del agro, los cambios que está experiment­ando la UE deberían ser tomados en la máxima considerac­ión.

La embajadora de la Unión Europea en la Argentina dijo que el Pacto Verde de su bloque implica un cambio de paradigma

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