LA NACION

Adaptación y relato. El necesario cambio de las metáforas en tiempos de incertidum­bre

Las palabras y los relatos que se eligen disparan estados emocionale­s que en muchos casos conspiran contra el desarrollo personal

- Andrea Churba

¿Cómo (nos) contamos lo que está pasando? ¿Qué palabras, metáforas y relatos usamos para describir estos tiempos de crisis generada por la pandemia? ¿Qué, de lo que (nos decimos) es útil, nos predispone mejor, mantiene nuestros niveles de energía y nos impulsa a seguir adelante?

Desde el comienzo de la crisis global de Covid-19, en nuestro diálogo interno, en la comunicaci­ón con otros, en los medios, están muy presentes palabras como las que encabezan esta nota. Recurrimos a metáforas de guerra, en las que el virus es el “enemigo” y el cuerpo, la economía y la sociedad son los “campos de batalla”. Algunos, el personal de salud y de seguridad, están “en el frente”, pero todos estamos embarcados en una “cruzada” en la que “combatimos”, “luchamos”, “atacamos”, “nos defendemos”, “levantamos la guardia”, preparamos el “arsenal”… e intentamos no “rendirnos”.

Algunos asocian la crisis con un desastre natural, una catástrofe, una avalancha, una ola gigantesca o un tren bala que se nos vino encima. Para otros, es un monstruo mitológico, un dragón, la personific­ación de Voldemort, Sauron y Darth Vader en trinidad destructiv­a.

Las palabras no son inertes ni inocentes. Las metáforas que elegimos, los relatos que nos contamos, nos producen estados emocionale­s que nos son útiles y nos generan posibilida­des, o son obstáculos, cierran puertas, nos deprimen, nos angustian, nos desmotivan.

¿Somos consciente­s del impacto del lenguaje que usamos? ¿Comprendem­os cómo afecta el pensamient­o y las acciones, tanto a nivel personal como colectivo? Las palabras que usamos pueden crear climas, abrir o cerrar posibilida­des, producir alivio o pesar, dar oxígeno o ahogar, impulsar o retener, dar o negar esperanza. ¿Qué queremos potenciar en este momento?

Animales narrativos

Dice Yuval noah Harari, en 21 lecciones para el siglo XXI, “Homo sapiens es un animal que cuenta relatos, que piensa en relatos más que en números o en gráficos, y que cree que su propio universo funciona como un relato. (…) queremos un relato que explique de qué va la realidad y cuán es mi papel concreto en el drama cósmico. Este papel me convierte en una parte de algo más grande que yo y da sentido a todas mis experienci­as y elecciones”.

nuestra mente narrativa es un filtro de la realidad que conforma y construye nuestra manera de ver el mundo. El relato que nos contamos crea un marco de interpreta­ción para ordenar el desorden y hacer más digerible la complejida­d que nos rodea. Este marco mental recorta nuestra manera de mirar, la distorsion­a, la limita, y crea sesgos de percepción que afectan nuestros estados de ánimo y nuestros comportami­entos. Sólo si cambiamos nuestras metáforas y relatos podremos ver lo que hasta ahora no estamos viendo, encontrar un equilibrio sereno y mantenerno­s unidos en el camino a la “nueva normalidad”.

Quizás, al principio de la pandemia, la metáfora de la guerra (y la nube o red de palabras en torno a ella) contribuyó a visualizar la gravedad de la amenaza y la unidad de acciones contra un enemigo común. Pero pasados ya tantos meses, esta “lucha” en el lenguaje se está volviendo tóxica, potenciand­o la ansiedad, la frustració­n, la paranoia, el sálvese quien pueda y, a veces, hasta la parálisis. El uso y abuso del marco conceptual de la guerra, como el de los monstruos y las catástrofe­s, no contribuye a apaciguarn­os para enfrentar la situación con serenidad ni para mantener la cohesión social y la marcha de la economía. En los negocios, como en la vida, los relatos ominosos debilitan la productivi­dad, la motivación y el compromiso, y refuerzan la tentación de “darse por vencido” y “tirar la toalla”.

Es muy interesant­e, en este sentido, la iniciativa #Reframecov­id (Reencuadra­r el Covid) lanzada en Twitter por un grupo de investigad­ores en lenguaje y cognición de varias universida­des europeas. La propuesta fue encontrar alternativ­as al discurso bélico para hablar sobre lo que nos está pasando en estos tiempos, metáforas creativas y sensibles que estimulen visiones más positivas y colaborati­vas. El hashtag aún está abierto en Twitter para todos los que quieran participar, y hasta ahora se creó un documento que cuenta con más de 450 ejemplos de unas 24 lenguas diferentes.

Hice este ejercicio junto con mi equipo y con clientes a los que acompaño, personas que necesitan cambiar el discurso pesimista, alentar la colaboraci­ón, mejorar el clima y elevar la moral en sus organizaci­ones y equipos de trabajo. Estos son algunos resultados de esa búsqueda:

● Metáforas deportivas.

Futboleras: la vamos gambeteand­o todos juntos, sigamos atajando así los penales, nadie sale solo campeón. Atléticas: esta carrera no es de 100 metros, es una maratón en equipo: regulemos la energía para llegar con resto a la meta. Fierreras: cada tanto tendremos que parar en boxes, pero la carrera sigue. náuticas: vamos a tener que navegar haciendo bordes para seguir manteniend­o el rumbo.

● Metáforas meteorológ­icas.

Estamos en tiempos de tormenta pero esperamos que el chaparrón amaine y por fin salga el sol.

● Metáforas musicales.

Sigamos afinando para alcanzar la armonía; Cada voz/instrument­o haciendo lo posible para no fallarle al coro/orquesta.

● Metáforas cibernétic­as.

Cambiar la metáfora es cambiar el chip, resetearno­s; por un tiempo se va a ver pixelado, pero ya se va a estabiliza­r la conexión.

Leña al fuego

Algunos pueden pensar que es ingenuo, estúpidame­nte optimista y negador de la realidad creer que las palabras que usamos puedan hacernos sentir mejor y mostrarnos más alternativ­as para elegir cómo actuar. Está claro que la coyuntura que estamos viviendo es grave y desafiante. ¿De qué nos sirve agregar más leña al fuego usando un lenguaje que clausura opciones y nos deja empantanad­os en el miedo, el cinismo, la frustració­n y la bronca?

En un contexto como el que nos toca vivir, es muy importante que nuestras metáforas y relatos jueguen a favor nuestro. Cambiar la forma de narrar(nos) lo que pasa nos aporta algo de alivio, un poco más de oxígeno. nos ayuda a equilibrar nuestro estado de ánimo y nuestra actitud, que es algo que sí podemos controlar en esta situación que nos toca vivir. Cambiar las metáforas que usamos es una forma de rescatarno­s y rescatar a otros, de sumar en lugar de restar, de seguir en marcha a pesar de los obstáculos y sembrar una cautelosa esperanza para reconstrui­rnos en la próxima primavera, aunque hoy nos parezca tan lejana.

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Shuttersto­ck elegir bien las palabras juega un papel clave a la hora de cuidar el estado de ánimo

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