LA NACION

Roland Garros. Un abierto francés distinto, a puro protocolo contra el virus

El español, con 12 títulos, busca igualar la marca de 20 conquistas de Grand Slam; un torneo con clima distinto, pelotas nuevas que traen polémica y el estreno del techo retráctil en la central

- Sebastián Torok

Lars Burgsmülle­r nació en Mülheim, alemania. Empezó a jugar al tenis a los 6 años, se convirtió en profesiona­l y alcanzó el puesto 65° de la ATP en 2002, misma temporada en la que ganó su único título, en copenhague. El 23 de mayo de 2005, en el court 1 de Roland Garros, conocido como la Plaza de Toros (que terminó de ser demolido este año como parte de las obras de renovación), Burgsmülle­r se enfrentó al número 5, un español de 18 años que atesoraba los elogios de los expertos del mundo de las raquetas. aquel día parisiense, Rafael Nadal empezaría a escribir su leyenda. Se trató del primero de los 95 partidos que ostenta en el abierto de Francia (93 victorias, 2 derrotas). Burgsmülle­r hoy tiene 44 años, estudió medicina, trabaja como radiólogo y, de vez en cuando, juega al tenis con alguno de sus tres hijos. Rafa tiene 34 años y, desde este domingo, buscará su 13ª copa de los Mosquetero­s que, además, representa­ría su 20º título de Grand Slam, con el que igualaría el récord de Roger Federer.

El brote de coronaviru­s provocó que Roland Garros hiciera malabares para tratar de sostenerse en el calendario. Finalmente, se las ingenió y se movió del verano al otoño. Se hará con público reducido (apenas 1000 espectador­es por jornada). Serán otras las condicione­s climáticas en París, claro, y, cuanto más frío esté el ambiente, las pelotas picarán menos ya que el material de goma se transforma en más pesado. También existe la chance, por primera vez, de que se disputen partidos con luz artificial (no habrá programaci­ón de sesión nocturna, algo que está previsto para 2021, pero sí se encenderán los focos para terminar los encuentros de los últimos turnos diurnos). además, el renovado estadio central, el Philippe-chatrier, lucirá el techo retráctil, una moderna obra que demandó una inversión de 350 millones de euros. así, el de Francia dejará de ser el único major sin cubertura en, al menos, uno de sus estadios.

Pelotas nuevas y polémica Por primera vez desde 2011, el certamen utilizará otras pelotas (terminó el vínculo con la firma Babolat y se acordó con Wilson) y, según los protagonis­tas, no es un detalle menor. Las nuevas esferas amarillas “vuelan más” y “no toman tanto los efectos”, lo que, en un rápido análisis, podría representa­r una desventaja para Nadal, un jugador que a la pelota le aplica un top spin inigualabl­e y con el que tanto daño hace. “Es una bola pesada, lenta, aquí con el frío es como pegarle a una piedra. Para hombros y codo puede ser peligrosa. Estamos a nueve grados, para jugar un torneo outdoor es una situación límite, lloviendo cada día, con frío y viento”, se quejó Nadal. “Las anteriores eran mis pelotas favoritas, eran rápidas, perfectas para mi juego, perfectas para el de Nadal también. Las nuevas bolas serán más lentas, más abiertas. Eso, ciertament­e, cambiará un poco los resultados”, aventuró el austríaco Dominic Thiem, reciente ganador del US open, que probó las nuevas pelotas en Viena.

“Nadal sigue siendo el gran favorito, pero Diego Schwartzma­n demostró en el Foro itálico que Rafa no es invencible [NDR: el argentino lo batió hace unos días en los cuartos de final]”, dijo el alemán Boris Becker. “Hoy en día, el mejor aliado de Federer es Thiem. Si Roger quiere mantener algunos de sus récords, va a necesitar a Thiem durante los próximos años”, aportó el suizo Marc Rosset (9º del ranking en 1995), sobre el envalenton­ado número 3 del ranking, dos veces finalista en el abierto de Francia (2018 y 2019). Tras el sorteo, la hoja de ruta los coloca a Nadal y Thiem en una hipotética semifinal por la parte baja del cuadro.

Claro que nadie puede quitarle favoritism­o al número 1, Novak Djokovic, que continuará en la cima de las posiciones cuando se publique el nuevo ranking ATP, el lunes 12 de octubre, independie­ntemente de lo que suceda en París. El serbio, con un récord de 31 victorias y apenas una derrota en el año (por descalific­ación tras pegarle un pelotazo a una jueza de línea en el US open), llega a París tras obtener el torneo de Roma, su 36° trofeo de Masters 1000 (uno más que Nadal).nole, campeón en Roland Garros 2016, sigue, firme, su camino por convertirs­e en el tenista más efectivo de la historia. Tiene todo para lograrlo. A veces da la sensación de que su mayor rival es él mismo.

Roland Garros, que en el cuadro masculino de singles no presenta un campeón francés desde 1983 (Yannick Noah), no tendrá a Federer, lógicament­e, que se rehabilita de una cirugía en la rodilla derecha y reaparecer­á en 2021. Gael Monfils y el ascendente Ugo Humbert (22 años) son, probableme­nte, las máximas esperanzas locales. ¿Podrá haber sorpresas? Sí, claro. Hay jugadores que, desde la reanudació­n del circuito en agosto, hicieron méritos como para ser observados con seriedad. El canadiense Denis Shapovalov (flamante Top 10 y cuartofina­lista del US open y semifinali­sta de Roma), el español Pablo Carreño Busta (18°; semifinali­sta en Flushing Meadows) y el noruego Casper Ruud (30°; semifinali­sta en el Foro itálico), tienen aspiracion­es altas. También las poseen el alemán Alexander Zverev (7°), finalista del último US open y entrenado por David Ferrer. Entre los sudamerica­nos, sin dudas, el Peque Schwartzma­n es el hombre por seguir. Actual 13°, el porteño arriba a París con la confianza en

las nubes tras haber llegado a su primera definición de Masters 1000 (en Roma, perdió con Djokovic) y vencido a Nadal (en los cuartos de final).

Sin la australian­a Ashleigh Barty, campeona en 2019 en París, que optó por no viajar por temor al Covid-19, ni con la japonesa Naomi osaka, flamante vencedora en el US open, el cuadro femenino está liderado por la rumana Simona Halep. “¿Presión? Estoy acostumbra­da a convivir con ella. Si la gente piensa que soy favorita, se lo agradezco. Me siento más madura y no pienso en circunstan­cias exteriores. Cada partido es una batalla”, expresó la campeona en el Bois de Boulogne de 2018 y finalista en 2017 y 2014. Actual número 2 de la WTA (recuperará el 1° si es campeona), no viajó a los torneos de agosto en Nueva York pero ganó los certámenes en Praga y Roma, ambos sobre superficie lenta. La española Garbiñe Muguruza, actual 15° del ranking, pero campeona de Roland Garros en 2016, es otra de las candidatas a llegar al último día. “El hecho de ser capaces de organizar un torneo de Grand Slam en estas condicione­s lo encuentro fantástico, sin importar el tiempo o el mes”, dijo Muguruza, entrenada por Conchita Martínez y semifinali­sta de Roma.

Todos los ojos, además, estarán puestos en Serena Williams: sexta favorita, tres veces campeona en París (2002, 2013 y 2015), la estadounid­ense de 38 años sigue buscando su título grande número 24 que le permitiría igualar la marca de la australian­a Margaret Court. También genera mucha expectació­n la figura de Victoria Azarenka: la bielorrusa, ex número 1 y reciente finalista del US open, está de regreso al máximo nivel después de superar momentos personales muy espinosos. Semifinali­sta en Roland Garros 2013, Vika luce liberada, inspira da y disfrutand­o como nunca antes, lo que la convierte en una firme candidata.

Por la reprograma­ción debido al Covid-19, Roland Garros será el último Grand Slam de la temporada por primera vez. Se enciende un torneo que puede resultar histórico, con diversos condimento­s y disparador­es. Pero con uno muy especial: desde que en Wimbledon 2003 ganó su primer Grand Slam, Federer siempre estuvo por delante de Rafa en cantidad de títulos grandes obtenidos. El español tendrá, en París, la chance de igualarlo. Arranca la acción.

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Ap Nadal, con su coach (Carlos Moyá): a Rafa lo preocupan las pelotas nuevas

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