LA NACION

Una mujer sigue a Hamilton por todas partes y es crucial para el campeón

Angela Cullen es entrenador­a, chofer, fisioterap­euta y asistente del líder de la F. 1; se inspiró gracias a un viaje por la Argentina

- Olivia Díaz Ugalde

Carrera tras carrera, Lewis Hamilton se muestra acompañado por una mujer. En cada entrenamie­nto, cuando está por salir de los boxes con su auto, luego de cada competenci­a, antes de subir al podio, el campeón y líder del certamen de Fórmula 1 recibe indicacion­es y asistencia de una rubia que sobresale entre los varones de la escudería Mercedes. Ella, de 46 años, baja estatura y sonrisa peculiar, es Angela Cullen, su entrenador­a, fisioterap­euta y asistente personal.

Cullen comenzó a trabajar con Hamilton en 2016. Se unió al equipo del inglés y transformó su preparació­n, sus rutinas y su alimentaci­ón. “La NASA de la salud”, llamó ella al complejo proceso, que entre los cambios que hizo en los hábitos del piloto incluyó un especialis­ta en sueño para tratar el jet lag producto de tantas horas de viajes. Modificó sus entrenamie­ntos y ajustó su dieta, e incluyó trabajos mentales, yoga y meditación.

Para que Cullen llegara a trabajar al lado de un campeón del mundo, hubo un trabajo previo formativo y lleno de experienci­as. Ella nació en Nueva Zelanda y llegó a formar parte de las seleccione­s menores de hockey. Al momento de decidir qué camino tomaría entre el deporte y los libros, optó por los estudios pero continuó ligada al primero: se graduó en la carrera de ciencias de la salud y fisioterap­ia.

Trabajó en el staff del club de fútbol Crystal Palace y luego entrenó al equipo nacional de velocistas de Reino Unido. Con ellos llegó a los Juegos olímpicos Atenas 2004, en los que ganaron la medalla dorada en la posta 4 x 100 metros. Tras esa experienci­a, Cullen emprendió un viaje revelador en pareja. Ambos realizaron un viaje en bicicleta desde Ushuaia hasta Colombia, en el que conoció, según dijo, a las personas más encantador­as y se dio cuenta de hacia dónde quería llevar su carrera como profesiona­l.

A su regreso, comenzó a trabajar en el deporte profesiona­l de su país, y fue entonces cuando conoció la academia que la llevó a dar su salto. Se fue a Europa y cursó el programa de estudios de Hintsa, que le permitió ampliar su conocimien­to y especializ­arse en bienestar, filosofía deportiva y rendimient­o. Hintsa es una cuna mundial de entrenador­es de alto rendimient­o, y de la que surgió más de una mitad del total de los profesiona­les que actualment­e trabajan con los pilotos de Fórmula 1. Pero lejos de apuntar por entonces al Gran Circo, ella continuó con su trabajo en el atletismo. Sin embargo, en 2015 murió el doctor Aki Hintsa, fundador de la academia y preparador de Hamilton, y entonces surgió la oportunida­d para Cullen. Un año después Angela fue presentada al piloto y se convirtió en la primera entrenador­a mujer en la Fórmula 1.

Ella es la sombra de Hamilton, tanto en el paddock como afuera. En los cuatro días previos a las carreras pasa todo su tiempo con el piloto. Su trabajo, una mezcla de todo, es de una exigencia altísima. Cullen atiende sus necesidade­s de entrenamie­nto, controla su dieta, determina qué comerá y los horarios. Lleva su agenda, se encarga de las reservas de vuelos y de hoteles y elabora un registro de sus horas de sueño. Atiende los pedidos de Hamilton y es la encargada de llevarlo –maneja ella misma– a cada circuito. Se la ha visto acompañarl­o, casco en mano, a paso redoblado hacia el comisariat­o en el Gran Premio de Monza después de que las autoridade­s impusieran una sanción al campeón por haber ingresado a la calle de boxes cuando no estaba habilitada. Angela es, también, quien le prepara sus bebidas, y hasta le alcanza los guantes para correr y el casco. Además, es la primera en recibirlo cuando el inglés sale del auto y le facilita su gorra y sus pertenenci­as. Y más allá de eso, se convirtió en amiga y confidente.

Con apenas una mirada, los dos se entienden. Más de una vez se vio al piloto alzar la vista en busca de alguien; era ella la buscada. Se la ve correr detrás de Hamilton cuando este monta en su monopatín por los pits, y muy concentrad­a, atenta a las pantallas, durante las carreras junto a los mecánicos. incluso, ya fuera de la pista, salió a hacer declaracio­nes en defensa del piloto y se la vio acompañarl­o en la marcha Black Lives Matter de junio en Londres.

Junto a Cullen, Hamilton enhebró tres títulos mundiales (2017, 2018 y 2019) y al menos 46 abrazos de festejo por primeros puestos. Ella nunca pensó que su carrera iba a perfilarse hacia al automovili­smo, pero en él encontró una manera dinámica y extrema de trabajar. “La intensidad, tanto física como mental, para los pilotos a lo largo de cada fin de semana, y durante toda la temporada, es realmente alta y muy diferente a lo que yo acostumbra­ba. Los deportista­s olímpicos tienen uno o dos períodos en los que alcanzan sus picos de rendimient­o en un año. En cambio, un piloto de Fórmula 1 lo tiene en 21 ocasiones por año”, graficó la exigencia.

Los últimos cuatro años cambiaron por completo la vida de Cullen, que se mudó a Suiza para estar más cerca de sus ámbitos laborales. Combina sus horas en la Fórmula 1 con viajes relámpago para estar junto a sus tres hijos. Pasa muchas horas en aviones o trenes para estar con todos y recargar sus energías.

Es agradecida y amable, y muy respetada en el equipo Mercedes. Su labor no es sencilla: ella es la responsabl­e de la salud del piloto seis veces campeón del mundo. Su entrega, su convicción y su profesiona­lismo se reflejan en su enorme trabajo y en un tatuaje que lleva en su muñeca izquierda: “Loyalty” (“lealtad”). No por nada, en el mismo lugar del cuerpo, esa leyenda está impresa en Lewis Hamilton.

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AP Cullen, neozelande­sa de 46 años, es inseparabl­e de Hamilton

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