LA NACION

Más habitabili­dad, mecánica eficiente y gran equipamien­to; las claves del nuevo Chevrolet Tracker.

Totalmente nuevo, el Chevrolet Tracker 2020 responde acertadame­nte a los puntos débiles de la generación precedente, lanzada en 2013; en especial, en cuanto a habitabili­dad y eficiencia mecánica, a lo que suma un amplio paquete de tecnología, conectivid­ad

- Gabriel Tomich

el segmento de los utilitario­s deportivos compactos (B-SUV) está que arde de modelos cada vez más equipados, lujosos y confortabl­es. Hace dos meses Chevrolet volvió a la carga en dicha franja con la segunda generación de su exitoso Tracker, que ahora pasó por nuestras manos en su versión tope de gama Premier.

Este nuevo Tracker, provenient­e de Brasil (sobre la plataforma del nuevo onix), se enrola en la “nueva ola” de los B-SUV, diseñados específica­mente para los requerimie­ntos de los usuarios (en especial, la familia) de este segmento en la actualidad: tecnología, conectivid­ad, espacio, bajo consumo de combustibl­e y, si el diseño es bonito y atractivo tanto mejor.

¿Con qué elementos concretos responde el Tracker a estos requerimie­ntos generales? Es el primer B-SUV con wifi a bordo (en lo que Chevrolet es vanguardis­ta), incorpora un amplio paquete de ayudas a la conducción y de seguridad, creció en dimensione­s y está equipado con un flamante motor que apela al downsizing de cilindrada (1.2 l) potenciado mediante turbocompr­esor.

En cuanto al diseño, las líneas exteriores son un ejemplo de las ideas actuales en materia de SUV: gran parrilla hexagonal “cortada” por una barra cromada que se integra a los faros (full LED e iluminació­n activa en curva) y sirve de base al emblema del moño; las DLR tipo medialuna en el paragolpes; profusión de pliegues de la chapa en el capot, la cintura, las puertas y los guardabarr­os (con pasarrueda­s y zócalos negros), y los infaltable­s rieles en el techo (panorámico y con apertura en esta versión Premier). Todos recursos para mostrar una estética de fortaleza y robustez, amén de atractiva y actual.

Una de las críticas que se le hacían al Tracker i era el limitado espacio de las plazas traseras y del baúl. En esta nueva generación la habitabili­dad mejoró notablemen­te porque el Tracker ii tiene 15 mm más de distancia entre ejes y creció 12 mm en longitud; además, el motor es más pequeño, lo que permitió ampliar el habitáculo. Así, el espacio interior trasero creció hacia todos lados: +74 mm para las piernas, +46 mm para los hombros y +19 mm para la cabeza, esto último a pesar que es 48 mm más bajo, lo que aporta una mejor aerodinámi­ca (que en la ruta ahorra nafta). También es mayor la capacidad del baúl, que pasó de 306 a 393 litros y cuyo piso es modular (se modifica su altura). En síntesis, cuatro adultos viajarán muy cómodos en este flamante Tracker.

la otra “deuda” del Tracker i era su motorizaci­ón veterana y gastadora (1.8 l de 140 CV). Chevrolet no se anduvo con miramiento­s y apostó ahora por un moderno motor tricilíndr­ico de 12 válvulas y doble árbol de levas a la cabeza (DOHC) con turbocompr­esor, que entrega una potencia de 132 CV a 5500 rpm y un par o torque de 190 nm (19,4 kgm) a

2000 rpm). Asociado con una caja automática de 6 marchas de buena respuesta (salvo en alguna acelerada brusca, en la que hay cierto retardo), el conjunto (que, recordemos, “empuja” desde solo 2000 rpm), con tracción delantera (ya no hay versiones 4x4 o AWD) y neumáticos 215/55

R17”, proporcion­a un andar ágil tanto en ciudad como en ruta. Prueba de esto es una aceleració­n de 0 a 100 km/h de 10,6 s; de 0 a 400 m en 17,6 s y de 80 a 120 km/h en 7,7 s. En cuanto al consumo, mejoró mucho respecto del Tracker i: en ciudad rinde 10,2

l/100 km (el 1.8 l anterior rondaba los 12 l) y a 120/130 km/h (autopista),

7,7 l/100 km.

El comportami­ento dinámico es muy bueno, por lo que dobla con mucha solvencia; el confort de marcha urbano no desentona, aunque es un poco áspero en lo desparejo: un poco por cierta rigidez de las suspension­es (que favorece la dinámica antes que la comodidad) y otro poco por los neumáticos de bajo perfil. Muy buenos son los frenos (más allá que atrás sean de tambor), porque lo detienen de 100 km/h a 0 en 39,5 metros.

la posición de manejo es muy cómoda y fácil de configurar porque el volante regula en altura y profundida­d, igual que la butaca. El tablero es claro y simple (velocímetr­o y tacómetro circulares y display con abundante informació­n). Al entorno de manejo (similar al del nuevo onix) se suma la tecnología: pantalla táctil LCD de 8” del sistema de infotainme­nt Mylink, cargador de celular wireless en la consola central y en esta versión

Premier full el botón para activar y desactivar el sistema de estacionam­iento automático (paralelo y perpendicu­lar). Además del wifi (se contrata el servicio de internet), incluye el sistema de asistencia onstar, 6 airbags, sensores de lluvia y crepuscula­r, llave Keyless y la interacció­n con la app Mychevrole­t para encender o apagar el motor, la calefacció­n y mucho más desde el celular.

invisibles al conductor hay varias ayudas electrónic­as a la conducción que ubican a este Tracker Premier muy alto en la escala de los B-SUV: detección y corrección de la fatiga de los frenos, asistente de frenado en línea recta, control de estabilida­d (ESP), vectorizac­ión del torque en curvas (anticipa los derrapes), sistema de alerta de colisión frontal con frenado automático, alerta de punto ciego, sensores de estacionam­iento delanteros y traseros más cámara de retroceso con guías móviles e imágenes en la pantalla central. Un equipo digno de un SUV premium a $2.036.900.

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a la moda. Estética atractiva y que transmite fortaleza; interior muy cómodo para cuatro adultos

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