LA NACION

¿Estamos ante la punta de un iceberg?

- Nora Bär

Como era de esperar, el anuncio de las últimas horas de que (mediante la digitaliza­ción de las partidas de defunción y un nuevo sistema informátic­o que cruza tres bases de datos) la Provincia de Buenos Aires detectó 3523 muertes por Covid que todavía no fueron cargadas al Sistema Integrado de Informació­n Sanitaria Argentino (SISA) causó conmoción e indignació­n.

Algunos lo interpreta­ron como que se había dejado acumular adrede un gran número de personas muertas para justificar una cuarentena eterna, otros lo atribuyero­n a ineptitud en el manejo de las estadístic­as y otros, a un fraude político. Sin embargo, como suele suceder, la realidad es mucho más compleja.

El subregistr­o de muertes por Covid es motivo de preocupaci­ón en todo el mundo. El 14 de abril Nueva York sumó de un día a otro 3778 defuncione­s y se transformó en la ciudad con más muertos per cápita del mundo. “Cualquiera sea el

número registrado en una jornada cualquiera será una gruesa subestimac­ión”, le dijo el demógrafo Tim Riffe, del Max Planck Institute para

la Investigac­ión Demográfic­a, a The

New York Times.

Algo similar sucedió en otros países, incluso del mundo desarrolla­do. Y, si se tienen en cuenta los problemas de larga data de la informació­n sanitaria, la Argentina no podía ser la excepción. El último informe de muertes anuales es de 2018 y se publicó en marzo de este año. Aunque desde 1960 rige una ley de notificaci­ón obligatori­a de enfermedad­es infecciosa­s, en rigor, no se cumple al pie de la letra. Es sabido que, incluso en tiempos “normales”, el sistema adolece de muchos sesgos.

En el caso del Covid-19, la notificaci­ón está descentral­izada: cada centro (muchos de ellos sobrepasad­os por el volumen de trabajo) es responsabl­e de cargar la informació­n en el SISA, tanto en lo que hace a los diagnóstic­os como a los exámenes de laboratori­o, las altas, los ingresos a terapia intensiva y los fallecimie­ntos. Pero, además, a esto se agrega una dificultad sistémica. La informació­n del Registro Nacional de las Personas, que recibe las actas de defunción, no va a los ministerio­s de Salud (ni a la Anses ni a la AFIP).

Varios de los especialis­tas que analizan los números de las bases de datos venían advirtiend­o hace semanas que había más muertes que las cargadas en el SISA. Ante un salto muy pronunciad­o en el número de notificaci­ones, el ministro Fernán Quirós explicó hace unas semanas que se debía precisamen­te a que había hablado con los sanatorios privados para que pusieran al día la carga de datos. De hecho, CABA tiene una base propia que registra más fallecidos que los informados por el Ministerio de Salud de la Nación (3264 contra 3095, según el sitio Covidstats, de Mauro Infantino). En los informes que se distribuye­n a diario, hay muertes de abril, de junio, de julio.

En la Provincia, el problema era aún más acentuado porque muchos hospitales municipale­s venían con demoras sensibles. El trabajo realizado permite actualizar esos números. En Nueva York se hizo en abril. ¿Debería haberse hecho antes? Sí. ¿Les caben sanciones a quienes no hayan cumplido con la ley de notificaci­ón obligatori­a? Probableme­nte.

¿Desvirtúa esto el retrato que se estaba realizando de la pandemia? Sin duda.

Pero lo peor es que permite suponer que en el resto de las jurisdicci­ones está pasando algo comparable. De hecho, son estos indicios que advierten los analistas de la curva pandémica local lo que inspira la preocupaci­ón, a veces difícil de comprender por parte de la sociedad, de médicos e investigad­ores.

Todas las jurisdicci­ones deberían revisar y cruzar sus bases de datos. Puede haber miles de muertes más que las reconocida­s. Es imposible desconocer la gravedad de estos errores, pero lo importante es que se hagan públicos los números reales y no alentar una indignació­n que promueva el ocultamien­to, promueva la idea de que la situación está controlada e impida trazar una imagen real de lo que está pasando.

ojalá la solución esté en camino con el Certificad­o Digital de Hechos Vitales que está desarrolla­ndo el Renaper y debería estar operativo en 90 días, cuando todos los médicos tengan firma digital. Eso debería agilizar la notificaci­ón y dar acceso a los datos de manera inmediata.

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