LA NACION

Zona norte. Bares y restaurant­es, los grandes protagonis­tas

- María Nöllmann

“Estoy esperando a mi señora, que está en la peluquería. Yo también fui, ¿ves?”, dice Juan, de 90 años, sentado a una mesa en la vereda de una cafetería, en el centro de San Isidro. Entre su mesa y el comercio, la circulació­n de peatones es constante, pero, a pesar de su edad, Juan se siente relajado. “Voy a sacarme el barbijo para comer. No creo que me pueda contagiar así, porque estamos al aire libre”, opina. Es la primera vez en seis meses que él y su mujer se acercan a un centro comercial.

En las últimas semanas, la zona norte del conurbano fue el escenario de muchas “primeras veces”. Primera cerveza con amigos, primer pícnic en el río, primer asado con primos. El hartazgo social en relación con la cuarentena, y especialme­nte la necesidad de reunirse con sus seres queridos, llevó a que muchos decidieran volver a vivir con la mayor normalidad posible. Este relajamien­to general coincide con la flexibiliz­ación de los municipios, que, en mayor o menor medida, apelan cada vez más a la responsabi­lidad individual.

Pasado el mediodía, las mesas sobre las veredas de los restaurant­es de San Isidro comienzan a poblarse. Este municipio tiene el protocolo gastronómi­co más laxo de toda la zona norte. A diferencia de Tigre y Vicente López, permite que las cafeterías, bares y restaurant­es coloquen mesas con hasta cuatro cubiertos en sus terrazas, estacionam­ientos y veredas. Los comensales pueden ingresar de a uno a los baños. Según fuentes del municipio, hay controles, pero aún no han clausurado ningún local. “Vamos por el lado de la concientiz­ación, y los comerciant­es responden bien”, indican.

“No se puede venir por acá los fines de semana. Hay tanta gente almorzando y paseando que es peligroso”, comenta Fernando Vicente, de 45 años, mientras recorre el paseo costero Victorica, en Tigre.

A pesar de que el protocolo de la municipali­dad solo permite el uso de sillas, todos los restaurant­es del paseo Victorica colocaron sus mesas sobre la vereda. Según fuentes del municipio, el control es constante, pero, sin embargo, “al igual que en todos los distritos, los incumplimi­entos son difíciles de evitar”.

En Vicente López aún no se permite el uso ni de sillas ni de mesas. De todas formas, la intendenci­a está analizando un proyecto para flexibiliz­ar su gastronomí­a. “No ponemos multas, sino que advertimos. Entendemos que hay una necesidad de trabajar”, indican desde el municipio.

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Mesas y sillas en bares de San Isidro
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Fotos de ricardo pristupluk Comer con mucha distancia social

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