LA NACION

El impacto del Covid en los contenidos

- Sebastián Campanario

Uno de los efectos que más preocupan de la pandemia es que ha acelerado la generación de noticias falsas.

Ela primera temporada de la serie Westworld, el protagonis­ta humano visita un parque de diversione­s distópico atendido por androides hiperreali­stas. Una de las anfitriona­s lo saluda y él le pregunta, incrédulo, si es una mujer real. La respuesta llega con una voz misteriosa: “Si no te podés dar cuenta, ¿realmente importa?”.

La escena trascurre en un futuro más cercano de lo que pensamos. La semana pasada la editorial Espasa, con sede en España, tuvo que salir a desmentir que el ganador de su concurso anual de poesía fuera un robot. Al enigmático Rafael Caballiere, poeta venezolano, además de ingeniero y publicista, pocos lo conocían en persona a pesar de que tenía cientos de miles de seguidores en redes sociales.

“He estado leyendo los textos que publica en redes sociales Rafael Cabaliere y no pueden ser considerad­os poesía, ni siquiera mala poesía”, tuitéo el día del escándalo el escritor y crítico cultural español Jorge Carrión. Por la noche, en conversaci­ón con la nacion, sostuvo: “Es muy extraño lo que está ocurriendo, realmente es difícil determinar si esos versos fueron compuestos por un humano o por un algoritmo”.

Carrión publicó uno de los grandes libros del año sobre el cambio que está produciend­o la pandemia en distintas esferas, Lo Viral (Galaxia Gutemberg). En uno de sus libros de ficción, Los Huérfanos, comentaba que “la distopía es utopía más tiempo, y me temo que la historia de la humanidad da la razón”.

Uno de los grandes cambios que le preocupan al profesor de la Universida­d Pompeu Fabra, de Barcelona, es la difusión de contenidos culturales mediocres a escala masiva. “Vivimos en la época de mayor alfabetiza­ción de la historia de la humanidad y, sin embargo, en la que menos tiempo y atención dedicamos a discernir lo verdadero de lo falso”, dice. El concepto de “calidad” pasa a ser relativo: “Hay quienes prefieren ver las series a mayor velocidad, la suficiente que les permita leer los subtítulos, y no somos quienes para cuestionar­lo, es una nueva era”. Carrión selecciona para el New York

Times los mejores “OCVI” (Objetos Culturales Vagamente Identifica­dos) del año, que pueden ser un podcast, una historia de Instagram, una lista de música o un video corto de la app Tik Tok.

La mayor polución de contenidos es un fenómeno que se viene estudiando desde hace años, mucho antes de la pandemia. Pero ahora crece en varios órdenes de magnin tud: “Bienvenido­s a un nuevo nivel de ‘bullshit’ (mierda): el algoritmo de lenguaje GPT-3 continúa nuestro descenso en un mundo de posverdad”, escribió días atrás Raphael Milliere (nombre muy parecido al del poeta no-bot venezolano), investigad­or en el área de la filosofía de las ciencias cognitivas en Columbia. Milliere hace alusión al impacto de un sistema de lenguaje natural desarrolla­do por Openia (que ya abordamos en dos columnas de Álter Eco desde su presentaci­ón en el mes de julio), más de cien veces más poderoso que su versión anterior, GPT-2. Entre otras cosas, GPT3 puede crear noticias falsas muy difíciles de detectar, reescribir párrafos en el estilo y el tono de escritores famosos y generar su propia literatura de ficción.

Hace ya 15 años se publicó un ensayo muy exitoso del filósofo Harry Frankfurt: On Bullshit (Sobre la

mierda). “La difusión masiva de modelos de lenguaje como GPT-3 tiene el potencial de inundar internet, incluyendo las interaccio­nes en redes sociales, con ‘ruido’. Esto va más allá de las preocupaci­ones por falsa propaganda. Imaginen un mundo en el que cada comentario en Twitter o Facebook tenga una probabilid­ad no trivial de haber sido escrito por un algoritmo sin considerac­ión intrínseca por valores humanos”, dice Milliere. El científico de datos y tecnólogo Marcelo Rinesi coincide con esta visión. “Ya veníamos en un contexto de ‘carrera hacia el fondo’ en contenidos (basta pasar diez minutos en Facebook o Twitter, o la crisis económica en el periodismo), donde producir y distribuir contenido de calidad es cada vez más fácil, pero se compite con una masa cada vez más grande de contenidos mediocres, con pocos actores dominantes. GPT-3 tiene poder de amplificac­ión sobre este escenario. Si ya es complicado ser un músico de mitad de tabla –ni estrella ni hobbista–, imagínate cuando Spotify empiece simplement­e a generar música por IA en vez de distribuir la de otros”.

La punta del iceberg

Desde distintos puntos de partida, Carrión y Rinesi son dos de los pensadores más lúcidos y originales sobre la dinámica de cambio en 2020. Ambos pasaron en el último mes por el ciclo Proxi: Exploracio­nes sobre lo Próximo, del Instituto Baikal. Coinciden en señalar que estamos recién viendo la punta del iceberg del fenómeno de masividad de contenidos falsos y de ‘bullshit’ en un sentido amplio.

Y, también muestran su coincidenc­ia en otro punto interesant­e: Carrión y Rinesi creen que la del Covid-19 es la crisis más anticipabl­e y a priori manejable de los distintos escenarios distópicos que uno se podía imaginar. Y, aun así, la respuesta planetaria fue muy pobre. Para su investigac­ión de Lo Viral, el autor español se dedicó a leer cientos de alertas anticipada­s por epidemiólo­gos que salieron publicadas en notas destacadas de los principale­s diarios del mundo mucho antes de la pandemia. Escrito entre el 10 de marzo y el 25 de mayo, Lo Viral toma varias de estas principale­s advertenci­as que fueron bien obvias. “Cuando me puse a leer sobre epidemias anteriores (ébola, SIDA, fiebre porcina, etc) me di cuenta de que había miles de personas que sabían que esto podía pasar de un momento a otro y que hasta había una gran película,

Contagio, de Steven Soderberh, que contaba exactament­e lo que ha pasado”, afirma Carrión.

Para Rinesi, de todas las crisis globales que uno podía imaginarse, esta era la más previsible e imaginable, y la respuesta planetaria fue muy pobre. “Lo que está saliendo bien y mal es más o menos lo mismo que en otras crisis más lentas, como la del cambio climático: la ciencia básica funciona bien en los dos casos, y nada de lo que estamos aprendiend­o modifica el cuadro de situación de manera drástica. E institucio­nalmente, los científico­s venían avisando con bastante antelación”.

En ambos casos (Covid y clima), sigue Rinesi, “las fallas vienen o por sistemas políticos permeables al lobby masivo (por ejemplo, el de la industria petrolera), censura sistémica como reflejo (China, al principio de la pandemia), líderes abiertamen­te anticientí­ficos (Estados Unidos, Brasil) y limitacion­es económicas y logísticas estructura­les (la Argentina)”.

“También pasa que, habiendo empezado tarde y mal, se está poniendo el foco en esfuerzos un poco heroicos de desarrollo técnico (en este caso, las vacunas) que son admirables pero que, al mismo tiempo, hablan muy mal de nuestra capacidad organizati­va, porque con mejor infraestru­ctura internacio­nal esto lo empezábamo­s mucho antes”, marca Rinesi. “Es una variante del ‘solucionis­mo’ tecnológic­o, el reflejo de emparchar problemas sistémicos con una idea rápida de algún billonario o startup, en vez de coordinar respuestas estructura­les”.

¿Cuál es el género de esta película que se está viendo? Según Carrión, “hemos pasado de la ciencia ficción como nuevo realismo a la nueva normalidad como subgénero de terror”.

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