Un documental que abarca la estatura mítica de Fangio, el campeón de las pistas
La estatura mítica alcanzada por Juan Manuel Fangio se explica en primer lugar por su condición de deportista ejemplar. No se le conoce en su vida profesional ni un solo hecho que ponga en duda ese distinguido atributo. El quíntuple campeón mundial tenía el talento innato para llegar más lejos que nadie en su especialidad, pero también la disciplina, la convicción y la perseverancia como aliados en ese camino. Y nuestra admiración hacia su figura crece todavía más cuando lo escuchamos decir que un deportista debe aspirar todo el tiempo a ser el mejor, pero nunca creer que está ocupando ese lugar. Esa frase aparece en el comienzo de un documental que hace honor a la trayectoria deportiva y cotidiana del piloto balcarceño. Fangio, el hombre que domaba las máquinas tiene la ventaja de contar con el apoyo institucional de sus herederos y de la fundación que lleva su nombre, pero ese carácter “oficial” no le quita profundidad y esmero al retrato de su vida y de sus hazañas en la pista. El rescate de las imágenes de la prodigiosa carrera de 1957 en Nürburgring, una lección de estrategia, arrojo y convicción de campeón, es el mejor momento de esta cuidada producción. Fangio aparece allí en estado puro. Concentrado en la planificación y resuelto en la ejecución. Un modelo de conducta y de deportividad que aparece en un tiempo en el que los hombres estaban claramente por encima de las máquinas, pero también quedaban mucho más expuestos que en la actualidad a cualquier accidente fatal. El mito de Fangio llegó a su cumbre ese día en el legendario circuito alemán. Disponible en Netflix