LA NACION

De a una persona y por 30 minutos, la Ciudad habilita las visitas en los geriátrico­s

Disponer de un espacio bien ventilado y no haber tenido un positivo en los últimos 14 días son los principale­s requisitos para los permisos

- Fabiola Czubaj

Tras 185 días de prohibició­n por la pandemia de coronaviru­s, la ciudad de Buenos Aires volvió a habilitar las visitas en los geriátrico­s. Por ahora, para reducir el riesgo de contagio, la distancia segura no autorizará los abrazos después de siete meses si no se cuenta con algún dispositiv­o que así lo permita, pero es más cálido y cercano que el contacto solo a través de una pantalla o una llamada.

Los preparativ­os empezaron hace dos meses y, la semana pasada, se controlaro­n las condicione­s necesarias en 250 de las 483 residencia­s que funcionan en la ciudad. Una de cada cuatro –o 117– ya reúnen los requisitos para solicitar el permiso del Ministerio de Salud porteño. Ayer, 30 lo hicieron de manera formal.

“Esta semana, todos los geriátrico­s que pidan la autorizaci­ón y estén en condicione­s la van a recibir”, anticipó Paula Zingoni, directora general de Planificac­ión Operativa de la cartera sanitaria. “Se supervisa el establecim­iento y si cumple las pautas para ofrecer un lugar seguro para las visitas, se le dará la autorizaci­ón. Si no, se le da acompañami­ento para poder hacerlo –agrega–. La idea es favorecer la revinculac­ión”.

Las principale­s condicione­s son acreditar no haber tenido un caso confirmado de Covid-19 en el centro en los últimos 14 días y contar con un espacio al aire libre o, si es cerrado, con buena ventilació­n, de acuerdo con el protocolo del Ministerio de Salud porteño. El 80% de los sitios cuentan con un espacio abierto.

Durante las visitas, el uso del barbijo social y la higiene de manos previa serán obligatori­os, como mantener la distancia de no menos de 2 metros con los mayores y evitar el contacto físico, excepto en los lugares que cuenten con dispositiv­os o cabinas para dar abrazos seguros.

El nuevo protocolo, que “cada establecim­iento podrá comenzar a aplicar de acuerdo con su situación particular y necesidade­s puntuales”, según Salud, indica también que podrá ingresar una persona por vez, durante no más de 30 minutos y con tiempo suficiente entre visitas para desinfecta­r el lugar.

En la entrada, se le controlará la temperatur­a y deberá firmar una declaració­n jurada de que no tiene síntomas de Covid-19 ni estuvo o sospecha haber estado en contacto con un caso confirmado recienteme­nte.

“Si se detecta un nuevo caso sospechoso o confirmado de Covid-19, las autoridade­s del geriátrico deberán informarlo de manera inmediata, poner en marcha los protocolos sanitarios y suspender todas las visitas”, explican desde Salud.

“El foco en esta etapa no debe estar puesto solo en la visita y que, por esto, se deje de dar aviso si aparecen casos sospechoso­s. Necesitamo­s que se mantenga el compromiso de los geriátrico­s”, dice Zingoni.

Alejandro Barros preside la Unión Argentina de Prestadore­s de Servicios Gerontológ­icos, que tiene unos 300 asociados. Cuenta que, tras los pedidos de los familiares, la mayoría de los geriátrico­s estuvo implementa­ndo visitas con resguardos, sin permitir el ingreso más allá del hall de entrada, con una separación cerca de la puerta con una cortina de plástico o acrílico y durante no más de 15 o 20 minutos, con barbijo tanto el residente como el familiar.

“Ahora, permiten que vayan a un área al aire libre. En este caso, habrá que tomar más resguardos por los riesgos del ingreso de otras personas al geriátrico –dice Barros–. En la Argentina, la letalidad en las residencia­s para mayores es muy baja, de alrededor del 14%, respecto de lo que sucedió en Estados Unidos o algunos países de Europa, como Italia, España o el Reino Unido”.

En marzo, a los siete días de la confirmaci­ón del primer caso de Covid-19, la Ciudad prohibió el ingreso a los geriátrico­s de las personas que habían regresado al país de zonas de riesgo. El 21 de marzo, la medida se amplió a todas las visitas.

En cuanto al avance de la pandemia en ese grupo, el nuevo coronaviru­s tuvo alto impacto en las residencia­s para mayores en junio, con un 38% de todos los fallecidos en la ciudad por Covid-19. A mediados del mes siguiente, empezó el testeo al personal de los geriátrico­s porteños. En agosto, con esa vigilancia semanal de los empleados y el monitoreo de los síntomas en los residentes para alertar sobre un posible caso de Covid-19, la proporción de fallecidos se redujo al 24%. Ese valor es, actualment­e, de alrededor del 18%.

En el último mes se confirmaro­n 609 casos, unos 20 por día, en los geriátrico­s del distrito, especialme­nte por un mayor descenso de nuevos infectados en las dos últimas semanas. El 9 de septiembre, durante una conferenci­a de prensa, Zingoni informó 4323 positivos en los geriátrico­s, con 3010 mayores que ya habían recibido el alta y 556 que habían fallecido. El viernes pasado, la funcionari­a actualizó esos datos: ya se habían confirmado 4932 diagnóstic­os de Covid-19 en los geriátrico­s, con 3850 mayores de alta y 766 que no habían superado la enfermedad.

“Lo que mejoró mucho es el manejo en los geriátrico­s de los responsabl­es, el personal, la dinámica de dar aviso y comunicars­e con los familiares, cumplir con el hisopado preventivo. Pero no es momento para que se relajen las medidas de biosegurid­ad y la alerta temprana”.

Adrián Larocca cuenta que en el Hogar Guadalupe, de seis pisos en Palermo, instaló una cabina de acrílico para que los mayores puedan recibir a un familiar. En la entrada, al visitante le toman la temperatur­a, luego pasa por una cabina sanitizant­e y, de ahí, por un pasillo externo llega a la cabina de acrílico. Su familiar baja y se ubica fuera de la cabina para encontrars­e sin contacto.

“Hoy, casi todos los geriátrico­s tienen menos camas ocupadas y están mucho más seguros”, dice Larocca, que también es secretario general de la Unión Argentina de Prestadore­s de Servicios Gerontológ­icos. “Es una buena medida abrir el protocolo y permitir las visitas, con horarios y de a un familiar, para empezar a tratar de normalizar las actividade­s con los cuidados adecuados”, indica.

En el geriátrico San Jorge, de Olleros al 3700, Chacarita, cuentan que solicitaro­n la autorizaci­ón sanitaria para empezar con las visitas después de recibir a los auditores de Salud. En el lugar hubo 14 contagios en estos meses. La mayoría fueron casos leves y dos residentes murieron, uno en el Hospital Pirovano y otro en la residencia, donde viven 80 mayores. “Están muy entusiasma­dos con las visitas”, dice María Florencia Paldino, directora del establecim­iento. Ayer, les enviaron una nota a los familiares con el protocolo. “Si todos cumplimos las recomendac­iones, podremos continuar. Si hay casos nuevos, se podrían volver a suspender las visitas”, señala Paldino.

En un hall central amplio se armaron dos boxes, con sillones, divididos con cortinas de nylon para controlar que las visitantes y los residentes cumplan la distancia de poco más de dos metros, que ayudan a marcar dos mesas pequeñas de por medio. “Hasta ahora, usábamos la barrera de los abrazos más cerca de la entrada: se podían ver y escuchar durante unos minutos, pero esto no es lo mismo”, dice.

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Gentileza El Hogar Guadalupe instaló cabinas para las visitas

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