LA NACION

el fabuloso basquetbol­ista atropella la historia: ahora, con los Lakers, sumó su cuarto anillo en la NBA

The King, en el selecto grupo de ser uno de los 4 campeones con 3 franquicia­s diferentes

- Diego Morini

Sin el calor de Staple Center, pero con el sabor de haber cumplido con la misión. Sobrevuela el perfume de Kobe Bryant, brilla la sonrisa de Magic Johnson, se eleva el Sky Hook de Kareem, explota un tablero con la potencia de Shaq, se rinden todos a los pies de Lebron James. Los Angeles Lakers están nuevamente en la cima de la montaña, se tiñe el cielo de violeta y amarillo. El título 17, la conquista que pone a la franquicia de California como la más ganadora de la historia junto con Boston Celtics. Una escenograf­ía extraña con la burbuja de la NBA en Disney, con un 4-2 en la final sobre Miami Heat. Larry O’brien refulgente en las manos del 23, del MVP, del señor historia, de The King, un cuadro perfecto.

Necesitaba­n los Lakers recuperar su mística. Vanessa Bryant les dio la bendición para todos los homenajes a Black Mamba y como no podía ser de otra manera esa mentalidad bañó a cada uno de los jugadores de Los Ángeles. Es que habían recibido un cachetazo en el juego 5, por eso en el sexto no había margen para el error. Devastador resultó lo del equipo de Frank Vogel. Pidió Magic Johnson que la familia Buss pueda aparecer nuevamente en una foto de celebració­n de título, como él lo hacía con Jerry, el primer propietari­o, y Lebron cumplió con el deseo del creador del Show Time, festejando con Jeanie, la hija del legendario dueño de los Lakers.

Se miró con recelo cuando comenzó la apuesta por James, cuando en Los Ángeles se decidió montarse a un contrato de 154 millones de dólares por cuatro años. El primer intento fue un verdadero paso en falso, pero el segundo movimiento, con Anthony Davis como principal ladero (el equipo púrpura y oro tiene pensado acordar un vínculo con el pivote por 202 millones de dólares por 5 temporadas), cada centavo que invirtió la franquicia valió la pena para recuperar el lugar en el trono de la NBA. Pero también se trató de elaborar una ingeniería para tener otros actores que puedan ayudar a estas estrellas y allí el trabajo de Rob Pelinka, vicepresid­ente y general manager, fue determinan­te, porque no sólo fue el que logró el acuerdo con Davis, sino que acordó con Alex Caruso por US$ 2.750.000, con Rajon Rondo por US$ 2.564.753, con Dwight Howard por US$ 2.564.753 y con Markieff Morris por US$ 2.259.887.

Se quedan las cámaras con The King, todos buscan al primer MVP en las finales y campeón con tres franquicia­s diferentes de la historia. Una elección que fue contundent­e en la votación por 11-0. Se eleva el debate acerca de su reinado, algunos aseguran que su dominio es tan o más poderoso que lo que Michael Jordan construyó con sus Chicago Bulls. Aunque casi que es apenas un detalle, porque lo que se robó la escena es que Lebron James fue la pieza fundamenta­l para la reconstruc­ción de una franquicia que acumulaba 10 años de frustracio­nes y que hasta sufría para ingresar a los playoffs. “Todos demandamos respeto. El entrenador, la franquicia, nuestros aficionado­s... Y yo también demando mi maldito respeto”, dijo Lebron, en cuanto tuvo la posibilida­d de hablar en la coronación como MVP.

No es una tarea sencilla llegar hasta la final de la NBA y mucho menos coronarse campeón. Pero para los Lakers, claro, es tan grande la empresa que los únicos 4 jugadores en la historia en lograr ganar un anillo con tres franquicia­s diferentes pasaron por la casa de oro y púrpura: John Salley (se coronó con Detroit Pistons, Chicago Bulls y Lakers) y Robert Horry (lo hizo con Houston Rockets, Lakers y San Antonio Spurs). En 2020 entraron dos más al Olimpo: Lebron James (Miami Heat, Cleveland Cavaliers y Lakers) y Danny Green (San Antonio Spurs, Toronto Raptors y Lakers).

El proyecto Lakers siempre fue una olla a presión, desde el desembarco de Lebron en 2018. Sin embargo, todo resultó como pretendían. Es cierto que en el camino hubo golpes, porque Magic Johnson renunció a su cargo de presidente de operacione­s. Voló por el aire el entrenador Luke Walton y desembarcó Frank Vogel. Incluso, algunos creían que podía terminar en un fracaso rotundo porque The King había aceptado viajar a Los Ángeles para desarrolla­r sus negocios de entretenim­ientos (su productora Springhill y Uninterrup­ted) y que el básquetbol era una cuestión secundaria. Y a los 35 años se potenciaba esa idea, pero despejó cualquier duda. Sabía James de esa mirada y por eso Magic le dijo a ESPN: “Michael Jordan no tenía este tipo de presión, yo no tenía este tipo de presión, Larry Bird no tenía este tipo de presión”.

Debía terminar la historia con este desenlace. Con la coronación de los Lakers, con el alma de Kobe Bryant como estandarte, con Lebron James como la representa­ción viva de la Mamba Mentality, con un triple doble más (28 puntos, 14 rebotes, 11 asistencia­s) el número 11 en finales, con 28 en postempora­da, una locura por dónde se lo mire. “Lebron James cumplió con su promesa de que llevaría a los Lakers a las finales de la NBA y le daría un campeonato a los fanáticos de los Lakers de todo el mundo. Misión cumplida @Kingjames”, publicó en Twitter Magic, una de las piezas fundamenta­les de la franquicia de Los Ángeles.

“¿Qué van a decir ahora? ¿eh? ¿Qué van a decir?” Las palabras frente a las cámaras que pronunció Lebron James resultaron un desahogo, ya que no fue sólo por la conquista de su cuarto anillo, sino porque las luces lo enfocaron hasta por aquello que no tenía que ver con el básquetbol, ya que fue una de las voces de protesta por los atropellos policiales contra los afroestado­unidenses. Fue el foco hasta de Donald Trump. Y en los festejos, cuando le dieron la palabra, se tomó el tiempo de bajar un mensaje: “Todos fuimos una voz para representa­r lo que significa vivir en los Estados Unidos. Lo que es la brutalidad policial en este país”. No le tembló para nada la voz. En realidad, él es la voz.

El brillo del logro es perfecto. Porque los Lakers necesitaba­n regresar con este efecto, con este ruido que genera Lebron James. Es que The King, dentro de todas las estadístic­as que domina, en esta coronación se unió a Michael Jordan como los dos únicos jugadores de la historia de la NBA en ganar 4 MVP de las finales y 4 MVP de temporada regular.

Se emociona Lebron, se quiebra Anthony Davis, grita Vogel que son “los campeones del mundo”, sonríe Adam Silver (por ver cómo su burbuja fue un éxito), se emociona la dueña de la franquicia, Jeanie Buss, se multiplica el efecto Lakers. Es que las palabras de The King, hacen creer que la ola oro y púrpura no quiere detenerse: “Estoy listo para batallar con mis compañeros, voy a estar dispuesto para ellos. Espero que mis compañeros estén orgullosos de mí, es lo único que me importa”. Palabras de su majestad. Sólo reverencia­s.

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Afp “¿qué van a decir ahora?”, el mensaje de desahogo de lebron

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